España se encontraba en pleno periodo constitucional (1902-1923), reinaba Alfonso XIII de acuerdo a la constitución de 1876 y la sociedad evolucionaba hacia una compleja política de masas. Nada de esto parecía interesar a Jesús Fernandez Duro.
Su abuelo, Pedro Duro, había fundado con éxito la siderúrgica Fábrica de Hierros de Duro y Compañía (posteriormente, Sociedad Metalúrgica Duro Felguera). El negocio había sido un éxito y se encontraba bien explotado. Su padre le había dado continuidad. Jesús tenia escaso campo de acción en los negocios familiares y podía haberse dedicado a malgastar lo que habían construidos sus predecesores, como ha ocurrido en tantas ocasiones, sin embargo dedicó sus energías a lo que hoy llamaríamos deportes de alto riesgo y como pocos sponsors habían en aquella época, sus aventuras fueron financiadas por sus familiares.
En 1906, mientras en España algunos todavía estaban discutiendo de las consecuencias de la pérdida de Filipinas y de Cuba, había otros espíritus que en sintonía con los nuevos descubrimientos y tecnologías, intentaban que España encontrara un lugar en el ranking de proezas y hazañas. Gente con el mismo ímpetu que 400 años atrás, impelió a sus antepasados a embarcarse en cascaras de nuez para explorar el mundo.
Había estudiado en Paris y en Ginebra, ingeniería mecánica y mantenía estrechos contactos con el mundo técnico en ambos países. Fue de los primeros que condujeron personalmente un automóvil por Madrid y organizó, en 1902, por su cuenta un raid de Gijón a Moscú al volante de su Panhard & Levassor 15 HP. Nada menos que 9.000 Km ida y vuelta por una Europa sin carreteras, gasolineras ni servicios de reparación. No fue un amante de las letras ni tenía que rendir cuentas a nadie y no dejó relato alguna de la odisea, pero la gesta fue más que real, ya que la prensa escrita rusa da cuenta de su llegada a Moscú y la asturiana su arribada a la ciudad de salida y vehículos de estas características no habían muchos en aquellos años.
Parece que el incipiente automovilismo no era suficiente para sus ansias de aventuras y también financió de su bolsillo la construcción de varios aerostatos con los cuales efectuó diversas pruebas. En 1906 intentó cruzar el Mediterráneo en globo. El proyecto tenía dos dificultades. Una era puramente técnica, ya que la tecnología de aquella época no ofrecía muchas garantías y otra política. O más bien militar. Los aerostatos estaban considerados como armas de guerra y toda operación con ellos pasaban con la supervisión del ejército.
La madrugada del 2 de abril de 1906, despegó de Barcelona con un tiempo que parecía favorable. Tengamos en cuenta que se dejaba arrastrar por el viento con escasa capacidad de maniobra y con un servicio meteorológico incipiente y de pronóstico nulo. El caso es que 15 horas más tarde tuvo que desistir y aterrizó en la costa francesa. No consiguió su objetivo pero fue el primero en recorrer 310 Km en globo sobre la superficie del mar, o sea sin posibilidad de aterrizar en caso de accidente.
Tuvo un gran eco en la prensa internacional y se pueden encontrar bastantes fotografías en las publicaciones de la época. Un personaje un poco excéntrico. Tal vez demasiado “español”. Aunque hay que tener en cuenta que personajes arriesgados, con tesón y fuerza de voluntad los tenemos de todos los colores en España. Solo hay que recordar que en este mismo año de 1906 Santiago Ramon y Cajal recibió el premio Nobel de medicina.
Manuel de Francisco Fabre
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