Nueve meses después de que se iniciara la Guerra Civil de 1936, y mientras en el frente de guerra las fuerzas de Franco habían conseguido llegar hasta Madrid, en el Centro y sobrepasado Málaga en el Sur, la Cataluña de La Generalitat, con su presidente Lluis Companys, al mando, que se encontraba a mas de 600 km del frente más cercano, hervía de hombres armados, dedicados a hacer la revolución en la retaguardia, antes que plantar cara en los frentes de batalla.
La sublevación planificada por el general Sanjurjo, fracasó en Barcelona, arrastrando al resto de capitales de provincia, donde la revuelta sí que había triunfado, como en Lérida o en Gerona. La victoria del bando republicano fue fundamentalmente debido a que no todos los acuartelamientos del ejército en Barcelona, se sumaron al proyecto y a que tanto los Guardias de Asalto como la Guardia Civil se mantuvieron fieles a sus mandos. Sin embargo, sorpresivamente, Lluis Companys dio todo el mérito y el poder a las fuerzas de la CNT, FAI, UGT, POUM y ERC, desmantelando las fuerzas armadas profesionales y creando el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que realmente tendría el poder político, policiaco, militar y económico de la región.
La consecuencia fue una orgia de sangre en la retaguardia catalana, donde hubieron más de 6.000 muertos sin ninguna clase de juicio. Ello provocó una huida de los empresarios que podían haber sabido reconducir una situación económica que no era mala para Cataluña, ya que encontrándose lejos de cualquier zona de conflicto, podía haber puesto en marcha una industria floreciente para suministrar lo necesario a las otras regiones en donde se arrasaban instalaciones fabriles y se impedía el cultivo de las tierras.
La situación económica empezaba a deteriorarse rápidamente y empezaban a faltar los suministros básicos. Los colonos gerundenses, habían aportado entusiásticamente, en otoño de 1936, los excedentes agrícolas a las capitales, a través de las organizaciones cenetistas y de la FAI. Estos excedentes en realidad correspondían a los propietarios de las tierras que durante siglos residían en las capitales y solo pasaban por las tierras para cobrar los arriendos. Ahora la situación había cambiado y los mismos colonos se consideraban propietarios y no estaban dispuestos a desprenderse de esos mismos excedentes. En otras provincias la situación era ligeramente distinta pero básicamente había una desconfianza total acerca del valor real del dinero y nadie quería dejar en manos de las bandas anarquistas el fruto de su trabajo.
Durante el invierno de 1936, los comunistas del PSUC y PCE, se habían movido para intentar acabar con el caos y la desorganización, con la idea de implantar un régimen central que pusiera a la región en estado de producción y dando prioridad a ganar la guerra frente a los que pretendían, ante todo hacer una revolución. Ni el PSUC ni el PCE, tenían mucha implantación política, pero estaban apoyados financieramente por los comunistas de la URSS y consiguieron imponerse. En un intento de controlar la situación del orden público, Josep Tarradellas, mano derecha de Companys, prohibió, en marzo de 1937, la afiliación política a todo miembro de la policía y decretó la entrega de las armas en poder de los partidos políticos. En respuesta a ella los anarquistas salieron del gobierno de la Generalitat, pero, desde luego, no entregaron arma alguna.
Tarradellas continuó con sus operaciones y envió, a principios de abril, grupos armados para retomar el control de las fronteras con Francia en Gerona, que se encontraban en manos de la CNT con base en Puigcerda. A la vista del éxito, se repitió la operación en Figueras y otras poblaciones del norte de Gerona. La CNT y FAI no se quedaron con las manos cruzadas. No deseaban verse despojadas de sus armas sobre las cuales se basaba su poder real.
El día 1 de mayo, no hubieron desfiles ni se programaron concentraciones. Todos sabían que algo se estaba tramando, y el 3 de mayo explotó.
Casi todas publicaciones que existen en Internet, dicen que el conflicto se inició con el asalto por parte de un grupo de 200 policías mandados por el consejero de Orden Público de la Generalidad de Cataluña, Eusebio Rodríguez Salas, que irrumpieran en el edificio de Telefónica, situado en el centro de Barcelona. Sin embargo, basta profundizar un poco en la documentación disponible para darse cuenta que, por ejemplo, en Tortosa, localidad situada en la provincia de Tarragona, al sur de Cataluña, la CNT/FAI asaltaron a primera hora del día, antes que en Barcelona pasara nada, la sede del ayuntamiento y el cuartel de la Guardia Civil, o sea que los anarquistas se sentían acosados y quisieron pegar primero, que dicen que quien lo hace, pega dos veces.
No consiguieron hacerse el control total de la región, pero casi. Los enfrentamientos duraron hasta el día 7 y se detuvieron debido a la llegada de fuerzas leales a la República, procedentes de Valencia.
En total hubo 218 muertos, repartidos entre 126 anarquistas, 56 gubernamentales, 28 de afiliación desconocida y 8 colaterales. Los anarquistas perdieron el poder y a partir de este momento la gestión policíaca y de represión pasó a depender de los comunistas, pero de los comunistas que seguían las consignas de Moscú. El POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), fue duramente perseguido, ilegalizado y sus dirigentes encarcelados y asesinados. La CNT y FAI corrieron mejor suerte. Aunque ya no generaban las adhesiones del primer momento, seguían teniendo muchos simpatizantes. La Generalitat no tuvo ningún interés en juzgar a nadie y solo hubo algunos juicios en Tarragona con el desenlace de ligeras penas de prisión.
A los que no les cambió mucho la vida, fue a los ciudadanos de a pie que tenían ideas religiosas, poseían algunos bienes o tenían ideas políticas contrarias a las del PSUC y PCE. Para los que pertenecían a ERC o afines catalanes, mientras que no hicieran gala pública de separatismo, la Generalitat les dejó en paz, pero para el resto las “checas” de Barcelona continuaron funcionando a pleno rendimiento.
Posteriormente, cuando la contienda terminó, Franco no tuvo mucho interés en remover estos hechos y en la “Causa general instruida por el Ministerio Fiscal sobre la dominación roja en España”, conocida abreviadamente como la Causa General, apenas se abordan estos hechos. Aunque la verdad es que entre los 85.940 asesinados que están documentados en este proceso, puede que resultaran insignificantes los 218 muertos de los Hechos de Mayo de 1937.
En mi opinión, lo importante es no olvidar lo sucedido y sin intentar buscar más culpables que los evidentes, trabajar para que hechos como este no vuelvan a suceder en nuestro país.
Manuel de Francisco Fabre
https://www.sinpermiso.info/textos/barcelona-1937-4-das-de-mayo
https://descontrol.cat/wp-content/uploads/2019/08/Conclusiones-s.-mayo-de-1937.pdf
https://es.wikipedia.org/wiki/Jornadas_de_Mayo_de_1937
La Guerra Civil y la Revolució a Tortosa (1936-1939) Autor: Joan Cid y Mulet Edición: Biblioteca SERA D’OR. 2001