Mucho se habla de la evolución de la música en los últimos siglos, pero pocos conocerán la historia de Antonio Eximeno. Valenciano nacido en el siglo XVIII y que los entendidos lo conocen como el Newton de la música. Veamos su historia.
Poco sabemos de la condición de su familia, pero sí que está documentada su entrada como alumno en el Seminario de Nobles. Puede que por vocación, aunque es más probable que fuera simplemente la necesidad de cursar unos estudios que en aquella época solo la Iglesia Católica era capaz de impartir. En 1745 ingresó en la Compañía de Jesús y ahí profundizó en los estudios de matemáticas, retorica, física y filosofía. Debía tener fama de matemático riguroso ya que participó en las observaciones y elaboración de tablas astronómicas que se hicieron en Madrid del paso de Venus sobre el disco solar.
Tan buena opinión debían tener de él dentro de la Orden y en el conjunto de la Administración que se le nombra jefe de estudios del nuevo Colegio de Artillería de Segovia y el 16 de mayo de 1764, en la ceremonia inaugural en el Alcázar, Eximeno pronunció, como prestigioso matemático, la primera lección. Parecía que su vida estaba bien encarrilada y que iba a tener un cómodo futuro como matemático al servicio de la administración real, pero en 1767, Carlos III firmó el real decreto por el cual todos los integrantes de la Compaña de Jesús debían abandonar los territorios que pertenecían a la Corona Española y ella cambió su vida.
Con la expulsión vino el destierro y se encontró en Italia sin ningún apoyo por parte de la orden a la que pertenecía. Desengañado abandonó la Compañía de Jesús y tuvo que buscar medios de vida. No se sabe exactamente la razón, pero el caso es que abandonó su carrera como matemático y se centró en el estudio de la música.
No debieron ser fáciles esos años para él, pero el caso es que consiguió renombre en los medios literarios romanos y sorprendentemente en 1778, consiguió que el rey Carlos III le otorgara una pensión de 750 reales, por los trabajos prestados en el Real Colegio Militar de Segovia. Ello le dio una estabilidad económica que no había gozado hasta ahora y le permitió dedicar tiempo a su pasión. La música.
A mediados del siglo XVIII, imperaban las ideas del matemático Leonhard Euler, la del violinista Giuseppe Tartini y la del compositor Philippe Rameau, todas ellas querían dar a la música un esqueleto matemático.
A pesar de su formacion como matemático, Eximeno se rebeló contra estas ideas y propuso un sistema puramente sensual, defendiendo que la música era una lengua, un sistema de comunicación cuyo origen estaba en el instinto, de la misma forma que el lenguaje no tiene un origen matemático. Estas ideas estaban en sintonía con las opiniones del abad Étienne Bonnot de Condillac, que había formulado una filosofía de la evolución del lenguaje humano, basado en las sensaciones del ser humano.
Las ideas de Eximeno tuvieron una gran difusión en su época y provocaron un gran revuelo entre los círculos literarios y musicales. Sus admiradores le compararon con Newton y fue muy elogiado en diversas revistas italianas. Como no, también tuvo que sufrir los ataques de sus detractores que formularon agrias críticas contra sus ideas y su persona.
Eximeno tuvo una azarosa vida con un retorno a España y un nuevo destierro y su vida está llena de misterios. Misterios casi tan grandes como el motivo por el que la música tenga tan gran impacto en las sensaciones del ser humano.
En todo caso, sirvan estas breves líneas como homenaje a un español, reconocido mundialmente como revolucionaria en la teoría musical y casi olvidado en el terreno patrio.
Manuel de Francisco Fabre
Antonio Eximeno – Wikipedia, la enciclopedia librehttps://www.cervantesvirtual.com/s3/BVMC_OBRAS/ff1/478/688/2b1/11d/fac/c70/021/85c/e60/64/mimes/ff147868-82b1-11df-acc7-002185ce6064_40.htm