Tenemos aquí otro gran desconocido de nuestra historia. Olvidado en nuestros libros de texto y en nuestros libros de historia y sin embargo una figura muy importante en el turbulento final del Imperio Español. Veamos de quien estamos hablando.
Nació en Sevilla en el seno de una familia hidalga y era el sexto hijo entre siete, lo que en aquella época significaba que ibas a recibir una buena educación, pero que en temprana edad te tenias que buscar la vida. Normalmente en el ejercito, en la armada o en la Iglesia. A la edad en que nuestros hijos o nietos todavía están sobreprotegidos con un móvil en la mano, el entro en la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz. Tampoco era un gran chollo. Todo derivaba en realizar un año de estudios teóricos y después embarcarse en un buque de guerra, donde la comida era gratis y los estudios continuaban, pero donde el trabajo no faltaba ni las ocasiones de recibir una herida mortal. De hecho, con quince años vivió el fuego real en el asedio de Gibraltar y después en el combate naval de cabo Espartel. Después a las órdenes del Almirante Antonio Barceló, estuvo en la expedición de castigo contra Argel, que fue fundamental para acabar con la piratería berberisca.
Ascendió a teniente de navío y participo en la expedición de Malaespina, que tenia como objetivo conocer las necesidades políticas, económicas y militares de aquéllas, además de realizar el estudio hidrográfico de las costas propias y extrañas, así como de la astronomía y ciencias naturales. Al llegar a Acapulco, recibió orden de explorar el estrecho de Juan de Fuca, entre Vancouver y el continente americano, para lo cual, se requisaron dos pequeños bergantines, uno de los cuales quedó a su mando y otro bajo el gobierno de Dionisio Alcalá Galiano, que después murió en la batalla de Trafalgar.
En 1797, se encontraba al mando del navío Pelayo durante el enfrentamiento del cabo de San Vicente. En esta acción, cuando la nave insignia, el Santísima Trinidad, el mayor buque de guerra de la época, se había rendido frente el acoso de cuatro buques ingleses, Cayetano metió su navío junto al Trinidad, obligó a su tripulación a volver a poner la insignia española y recupero el navío. Por esta acción fue ascendido a capitán de navío.
Valdés tomó parte en la defensa de Cádiz y posteriormente recibió el mano del Neptuno, con el que participo en la batalla de Trafalgar y acudió en socorro del Trinidad, esta vez no tuvo tanta suerte y cuando Valdés fue herido, su barco arrió la bandera con 43 tripulantes muertos y 47 fuera de combate por heridas graves.
Durante la guerra de la Independencia, hombre íntegro, Valdés fue gobernador y capitán general de Cádiz durante el asedio. Después, al retorno del nefasto Fernando VII que aplasto las libertades constitucionales fue encarcelado debido a sus ideas políticas. Se negó a pedir clemencia, aduciendo que alguien con su historial, no solicitada tal tipo de mercedes. Cuando los franceses, de nuevo invadieron España, organizo la defensa de Cádiz y formo parte de la regencia, comportándose con exquisito tacto ante la familia real. Cuando Fernando VII recupero el poder y nuevamente falto a su palabra, Cayetano fue apresado simbólicamente por los franceses, para evitar que cayera en manos del monarca, y lo enviaron a Gibraltar y después a Inglaterra, donde pasó diez años., siendo tratado con respeto, caballerosidad y admiración por los que en guerra tanto habían combatido. Merced a la amnistía decretada por la reina gobernadora María Cristina de Borbón, Valdés volvió a España, siendo nombrado capitán general de la Armada y dándosele el mando del departamento de Cádiz. Fue nombrado después prócer del Reino5, falleciendo en San Fernando el 6 de febrero de 1835, donde fue enterrado en el cementerio de la ciudad.
La historia de España, esa que nadie enseña ya en los colegios, está llena de nombres como el de Cayetano Valdés. Nombres de todos los bandos y colores, olvidados, traicionados, asesinados. Ésa, y no esta murga oportunista, es nuestra verdadera y larguísima memoria histórica. La memoria exacta de nuestra estirpe, llena de maltratos a gente que no hizo otra cosa que trabajar por el bien de España.
Manuel de Francisco Fabre