ABARRÁN, LA COLINA BAÑADA DE SANGRE ESPAÑOLA

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Teniente Diego Flomesta Moya

Escucha bien esta historia, no pierdas ningún detalle: un hombre que era un cualquiera y en su tierra no era nadie, cansado de no hacer nada, sin que nada le importase, que no le echaran de menos si a la Legión se alistase. Quería sencillamente hacer algo con su vida y el tío, que era un valiente, de alli se fue pa´ Melilla. (Canción El Blocao de la muerte)

El teniente de artillería Diego Flomesta Moya nació en Bullas, Murcia, en 1890 y entregó su vida por España en el Rif en junio de 1921.

Cuentas las crónicas que en septiembre de 1911 ingresó en la Academia de Segoviay que, tras siete años de estudios,  sería promovido a teniente de Artillería con destino primero al 2º Batallón de Artillería de Posición en Mérida y más tarde al 6º Batallón de Artillería de Posición en Murcia. Sería en 1919 cuando marcharía a Melilla, concretamente en la Comandancia de Artillería, donde fue puesto al mando del destacamento de Reyen.

El 5 de mayo de 1920, ya como jefe de la Sección de Automóviles de la Comandancia de Artillería, marchó a Zoco Telatza, donde intervendría en las operaciones militares de Arreyen, Lao, Cheif y Tamamsin Norte, posición esta última que quedó bajo su mando hasta su regreso Melilla. El 1 de agosto de ese mismo año comandaría un destacamento primero a la batería de Draa número 1 y luego a la posición de Bu-Hermana antes de ser destinado al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla y, finalmente, a la 1ª Batería de Montaña, destacada en Annual, ya a comienzos de 1921, formando parte de la columna dirigida por el comandante Jesús Villar.

ABARRÁN

Geográficamente hablando el frente se alargaba a lo largo de la orilla izquierda del río Amekrán, desde la posición costera de Sidi Dris, hasta el Zoco de Talatza, una línea guarnecida por 20.000 soldados, de los cuales 4.000 eran indígenas, que se dividían en cuatro circunscripciones, de sur a norte, de unos 3.000 hombres cada una, quedando el resto disperso en posiciones interiores.

El Comandante General, el general Manuel Fernández Silvestre había ideado, a inicios de 1921, un plan de campaña para ocupar la bahía de Alhucemas, considerado el corazón del Rif: avanzar por tierra apoyándose en las cabilas de la zona, en una estrategia de diplomacia que más tarde se demostraría errónea por, entre otras cosas, la veleidad de los aliados. Conforme a aquel plan, uno de los objetivos primordiales era conseguir una posición en la otra margen del río Amekrán, ya que la posición costera de Sidi Dris, más allá del río, era constantemente atacada, lo que hacía imprescindible la toma de una colina llamada Dar Uberrán por los rifeños y Abarrán por los españoles, situada en la margen izquierda del río, en tierra de Temsamán. Era aquel un territorio yermo, sin una aguada cercana ni piedras con las que construir un parapeto, solo tierra y arena salpicada de jaras, malezas y arbustos que ayudarían en el ataque a los rifeños al acercarse al perímetro español.

Hacia finales de mayo de 1921 el faquir de Temsamán, Mohamed Ukarach, informó del avistamiento de una harca enemiga de la cabila de los Beni Urriaguel: unos tres mil hombres tanto a pie como a caballo, mandados por Sil Abo el-Jatabi. Consciente de que si el enemigo alcanzaba la colina de Abarrán sería el desastre para los suyos, Ukarach puso sobre aviso al puesto de mando español, en Annual, aconsejando la toma inmediata de la colina, acción que se comprometió a apoyar con refuerzos militares en cuanto las tropas cruzasen el río Amekrán.

         Nada más conocer las intenciones de los Beni Urriaguel, el comandante Villar, a la sazón jefe del kert de la Policía Indígena, solicitó instrucciones al teniente coronel Dávila, jefe de la Sección de Campaña, elevando instancia a Fernández Silvestre. El 31 de mayo el comandante general autorizó la acción, dando a Villar plenos derechos al tiempo que enviaba un telegrama al Alto Comisario, el general Berenguer, para informarle de la acción. La contestación de este mensaje llegaría el 2 de junio, dándose por enterado.

LA COLUMNA DE ABARRÁN

Que salgan los banderines, que resuenen las cornetas, cojamos todos la papa porque esta es también su fiesta. Porque el 20 de septiembre es el día legionario, de los que aún estamos vivos y de los que se marcharon.

Las tropas españolas, comandadas por el mismo Villar, constaban de 1.461 hombres y 485 cabezas de ganado, una columna que, como se afirma en el Expediente Picasso, era muy grande para ser gobernada por un comandante y muy pequeña para enfrentarse a tal número de enemigos. Entre esos hombres se encontraba Diego Flomesta, integrando la Batería de Montaña (4 piezas de 75mm, 28 hombres).

La intención inicial del alto mando era tomar Abarrán por sorpresa, pero el plan fracasó incluso antes de empezar: hacia las 23:00 del 30 de mayo se podían divisar desde Annual las hogueras encendidas de los rifeños a la altura de Arrabán, lo que solo podía significar que los Beni Urriaguel se habían anticipado. A pesar de aquel contratiempo, se decidió no cancelar la operación y a la una de la madrugada del 1 de junio la vanguardia sale de Annual para atravesar los 15 km que los separaban de la colina, a la que posteriormente se le uniría una pequeña harca de Temsamán una vez pasado el río, tal y como habían acordado con el faquir.

A las 5:30 de la madrugada. Diego Flomesta está inquieto. Aunque la vanguardia ha llegado a la colina sin haber encontrado oposición alguna, considera que hay muchos factores en contra, algo que, supone, ya habrá tenido en cuenta el comandante Villar, quien lleva un buen rato reunido con el caíd Hach Haddur Boaxa. Según ha escuchado, la intención del español es fortificar la zona, pero no parece empresa fácil: Abarrán está yerma, no hay rocas con las que construir y los sacos terreros que llevan los mulos de Ceriñola o bien están desfondados o bien podridos. A eso hay que sumarle que la aguada más cercana se encuentra a unos 2 kilómetros, aparte de lo dificultoso de la orografía, por lo que si sucediera un ataque y quedaran cercados, no lo quiera Dios, la ayuda desde Annual se antoja una quimera.

Llegan los primeros retazos de luz cuando más allá de la colina se empiezan a ver pequeños grupos de Beni Urriaguel merodeando. Empieza entonces a correr el rumor entre los soldados que el caíd ha aconsejado la retirada inmediata de la colina ante el peligro de ser atacados y que el comandante Villar se ha opuesto.

Y en ese momento Diego Flomesta se santigua ante la inminencia de la batalla.

No tenían miedo a nada, la muerte era su compañera. Su vida no vale nada, morían por su bandera.

DIARIO DE GUERRA

6:00. Llegan las dos compañías de ingenieros y se empieza a fortificar el perímetro de la colina con alambrada, sacos terreros y piquetas por el parapeto norte y este, mientras por el oeste, a pesar de ser el lado por donde se suponía iban a penetrar los rifeños, apenas se colocan unos pocos sacos terreros y doble fila de alambrada. En este parapeto también se coloca la artillería. En cuanto a la zona sur, al tener una inclinación tan pronunciada y con matorrales de una altura de 1 metro, el comandante Villar no cree necesario pone allí ninguna fortificación al pensar que ya es una fortificación natural. Aun así se eleva el firme de tierra.

8:00. Llegan las unidades de la retaguardia.

9:00. Desde Annual el comandante general Fernández Silvestre comunica con el comandante Villar por heliógrafo y este informa del avistamiento del enemigo cerca de la colina, al tiempo que solicita instrucciones y sugiere la retirada del grueso de la tropa, dejando un destacamento de hombres. El Comandante General le responde que actúe como él crea conveniente.

10:00. Se termina de fortificar la colina, Villar facilita suministros a los aliados de Temsamán y luego llama a capítulo a los oficiales para designar qué tropas se van a quedar defendiendo la posición: unos 250 hombres, entre ellos el teniente Flomesta, de los cuales 200 son nativos. Se hacen los preparativos para la marcha y para el abastecimiento municiones, víveres (agua, la de las cantimploras) y material sanitario.

11:00. El grueso de las tropas que vuelve a Annual sale de forma poco organizada.

11:30 los últimos elementos abandonan la colina y minutos más tarde la columna escucha desde la colina ráfagas de ametralladoras. Los cabileños están atacando.

El mando estaba sitiado, no había escapatoria. Habían bombardeado y allí encontraron su gloria. Que se entere su familia, que lo sepa el pueblo entero, había dado su vida, había muerto sin miedo.

El ataque es crudo y la respuesta, mediocre. Los aliados de Temsamán, situados fuera del parapeto, empiezan a disparar con nefasta puntería, teniendo que reclamar ayuda al capitán Huelva, quien decide darles cien cartuchos a los aliados, pero pronto estos se ven arrollados ante el avance incontenible de los rifeños que cargan contra ellos, mientras el heliógrafo no para de enviar mensajes:

Nos atacan por todos lados…imposible sostener la posición.

Ante la superioridad enemiga los de Temsamán traicionan y comienzan a disparar contra los españoles que, atrincherados en los parapetos, afrontan su destino con valor y pocos medios. La artillería dispara a espoleta a cero y la munición comienza a escasear. Cunde entonces el desánimo entre indígenas y Regulares y el capitán Huelva exige ánimo y heroicidad, momento en el que un grupo de la Policía Indígena le dispara a bocajarro en la cabeza.

Algunos de los policías salen del parapeto y batallan contra los españoles y los pocos fieles que no han chaqueteado. El alférez Luis Fernández Martínez cae muerto al intentar dar noticia de la muerte de Huelva y el capitán de Regulares Salafranca, herido en el brazo, toma el mando. Los españoles, algunos pocos policías y un grupo de Regulares siguen disparando contra los moros cuando Salafranca recibe un balazo en el vientre. Aún con las tripas fuera mantiene el mando para ordenar una carga a bayoneta, hasta que un nuevo balazo, esta vez en el pecho, termina                                                                                                                                           con el capitán reclamando papel y lápiz para escribir unas letras a su madre, auxiliado por el sargento Vidal, también abatido.

Y en el blocao situado bajo el Gurugú necesitaban una ayuda urgente y voluntarios acudían sabiendo muy bien que aquello era el blocao de la muerte.

Los españoles pelean y mueren. El teniente Reyes yace en la alambrada en el frente sur y el teniente Camino también ha caído. Ya no quedan oficiales, solo el teniente Diego Flomesta Moya, quien desde su posición sigue alentando a sus artilleros mientras reparte la poca munición que queda.

¡Vivan los Regulares! ¡Viva España!  ¡Sois valientes, muchachos, a ellos!

Mana abundante sangre por la cara del murciano, que apenas se mantiene en pie, pero la rendición no es palabra que entre en su vocabulario y sigue disparando con su arma mientras le arde la boca de tanto ordenar fuego contra un enemigo que comienza a entrar en la posición. El artillero Galán Fuertes intenta curar a su teniente, pero este se niega.

Aquí no se cura a nadie.

16:00 Los cañones han enmudecido. Se ha acabado la munición, solamente quedan tres proyectiles. El enemigo aborda la posición y el combate es cuerpo a cuerpo. El moro Haida sabe lo que le va a ocurrir si los rifeños le cogen vivo, así que se suicida justo antes de que a Flomesta le acierte un disparo en la cabeza. Gravemente herido, todavía le restan fuerzas para ordenar que se inutilicen la artillería y para dar ejemplo él mismo se encarga de una. Arrecia de nuevo el fuego inmisericorde, obligando al teniente y al sargento Verano a refugiarse en el frente sur. La situación es tan extrema que el segundo acaba en el barranco, mientras el Diego queda enredado en la alambrada.

Y allí, engarzado en los alambres y con la vida escapándose por las heridas, comenzaría la última aventura del teniente Flomesta.

UNA CARTA

Y no le importan medallas, honores ni na´, solo quería servir a su patria. Y sin pensar en su vida ni en qué pasará, mayor honor es morir por España.

Se da por cierto que Flomesta fue hecho prisionero por las fuerzas rifeñas con la intención de que les enseñara el manejo de las piezas de artillería capturadas, y que este prefirió morirse de hambre antes que traicionar a su patria.

El teniente de artillería (Flomesta) que estaba en la posición que se comieron ha muerto en el cautiverio hace pocos días. El pobre ha debido de pasar ratos horribles; fue el único oficial que (los moros) cogieron vivo y como era de artillería intentaron curarle las dos heridas que tenía y utilizarle después para instruirles en el manejo de las piezas; él,  que vio el horroroso provenir que se le presentaba, se negó a tomar alimentos y ha muerto de hambre. Un verdadero héroe al que nadie conoce y del que nadie hablará. Carta del teniente Ernesto Nougues Barrera,12 de julio de 1921.Y

RECONOCIMIENTOS

  • Por Real Orden  de 28 de junio de 1923 se otorgó a Diego Flomesta Moya, natural de Bullas, la Cruz Laureada de San Fernando por su comportamiento el 1 de junio de 1921 en la defensa de la posición del monte Abarrán

Después de agotadas las municiones de las piezas que mandaba, sosteniendo la defensa del frente atacado con preferencia por el enmigo que llegó a las alambradas, y a pesar de estar herido, y sin consentir en ser curado, organizó a los demás frentes , por haber sido muertos o heridos de gravedad todos los demás oficiales que guarnecían dicha posición ,armando a los artilleros que quedaban útiles, e imponiéndose a los indígenas  que se resistían a cooperar, inutilizó por sí una pieza y ordenó se inutilizaran las demás cuando el enemigo se disponía a asaltar la posición, permaneciendo en su puesto de inminente peligro que su honor militar señalaba, haciendo personalmente fuego de fusil hasta que, invadida la repetida posición por el enemigo, fue de nuevo herido muriendo gloriosamente.

  • Se le concedió una pensión anual de1500 pesetas que se transmitió a su padre por orden de 12 de agosto de 1924.
  • En 1924 en Cuartel de Artillería de la ciudad de Murcia colocó una placa en su memoria: “Al heroico teniente Flomesta”.
  • En su honor existe la Unidad de Servicio de la base Teniente Flomesta, sita en Melilla.

Ricardo Aller Hernández

BIBLIOGRAFÍA

Canción legionaria El Blocao de la muerte.

wikipedia.org/wiki/Diego_Flomesta_Moya

wikipedia.org/wiki/Combate_de_Abarr%C3%A1n

elretohistorico.com/abarran-annual-diego-flomesta-artillero/

ejercito.defensa.gob.es/noticias/2017/02/580

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