Corriendo el siglo III a. C., Eratóstenes de Cirene, bibliotecario que fue de la Biblioteca de Alejandría, calculó la circunferencia de la Tierra, y en el siglo II a. C., Hipparco de Nicea inventó el primer astrolabio con el que poder medir la latitud, y llegó a proponer unas medidas con las que se pudiese calcular la longitud que, caso de haber tenido posibilidades de desarrollar, hubiesen tenido éxito, y es que mientras se podía calcular la latitud atendiendo la posición del sol y de las estrellas, carecía de tecnología suficiente que permitiera hallar la longitud.
Luego, Ptolomeo señaló un meridiano constante que serviría para el levantamiento de mapas.
Entre tanto, la falta de esos conocimientos ocasionaba no pocos conflictos que, en no pocas ocasiones, se traducían en naufragios.
Es el caso que, si en el siglo XV no había problema en lo tocante al cálculo de la latitud, el cálculo de la longitud era para la navegación, en no pocas ocasiones, la diferencia entre la vida y la muerte.
Para solucionar el problema, en 1535, Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo mayor con Carlos I y con Felipe II, presentaba un instrumento para medir la longitud por las distancias de la Luna y los planetas, siendo que en su “carta abierta por los meridianos desde la Equinoccial a los Polos” fue capaz de apreciar el fenómeno de la deformación que sufría la figura de la Tierra al ser trasladada al plano.
Pasados los años, presentaría su «Libro de las longitudines y manera que hasta agora se ha tenido en el arte de navegar, con sus demostraciones y ejemplos dirigido al muy alto y poderoso señor Don Phelippe II de este nombre Rey de España».
La obra, que lógicamente sería desarrollada por la Casa de Contratación, fue mantenida como secreto de Estado, siendo que salió a la luz pública… en 1921.
Evidentemente, el desarrollo que de la navegación conoció España en su época de Gloria, debía tener una base científica de primerísimo orden, siendo que los sabios salmantinos facilitaron los datos astronómicos que hicieron posible la navegación transatlántica.
El desarrollo científico era de tal nivel que en 1498, apenas seis años después del descubrimiento, los astrónomos salmantinos, como Núñez de la Yerba, sabían que Colón se equivocaba cuando afirmaba que había llegado a la India.
Curiosamente, ese hecho significó un grado más de la leyenda negra contra España, que no dudó en encumbrar la hazaña de Colón, rebajando a los científicos de Salamanca, a los que calificó de oscurantista e ignorantes.
Oscurantistas e ignorantes que fueron esenciales en el desarrollo de todas las ciencias, jurídicas, económicas, astronómicas, cartográficas…, que posibilitaron el conocimiento y la exploración del Mundo, y es que Salamanca estuvo directamente relacionada con la expansión de España, dedicada a la generación de los conocimientos astronómicos y cartográficos necesarios para la consecución de esos objetivos.
Así, por ejemplo, el principal cosmógrafo salmantino en los años del descubrimiento, Diego de Torres, fue titular de la Cátedra de Astrología entre 1481 y 1496, en 1494 fue el encargado de asesorar para la realización del Tratado de Tordesillas, en el que se delimitaron los ámbitos de actuación de las coronas de Portugal y de Castilla.
El elenco de científicos era de envergadura. Así, Alonso de Santa Cruz desarrolló trabajos sobre náutica, cartografía y astronomía, que eran esenciales en el proceso de descubrimiento y conquista del mundo en el que España estaba inmersa, y el carácter de secreto de los mismos debía ser mantenido, máxime cuando quedaba manifiesto que una nación con una náutica desarrollada, con navíos suficientes y con puertos estratégicos tenía la capacidad de controlar y organizar el territorio.
Alonso de Santa Cruz se dedicó a la construcción de instrumentos cosmográficos y astrológicos que facilitasen el conocimiento del rumbo y el levantamiento de mapas, trabajos que fueron revisados en 1533 por el Consejo de Indias, que reunió una comisión de expertos, dando pie a que dos años más tarde fuese nombrado «Cosmógrafo de hacer cartas y fabricar instrumentos para la navegación»
Y en 1536 inventaba un aparato para calcular la longitud por las desviaciones magnéticas al tiempo que presentaba una carta de marear con indicación de las desviaciones de la aguja, y su “carta abierta por los meridianos desde la Equinocial a los Polos” fue considerada como principio teórico para la construcción de cartas esféricas, sistema cartográfico que fue perfeccionándose. Santa Cruz fue capaz de apreciar el fenómeno de la deformación que sufría la figura de la Tierra al ser trasladada al plano, pero no pudo llegar a una conclusión definitiva sobre la proporción.
Así, los avances científicos de España permitieron la navegación por el Pacífico, y siendo secretos de Estado, hicieron que los demás fuesen a remolque de España. Así, hasta el siglo XIX, cada país utilizó su propio meridiano, siendo que España utilizaba en esta fecha el meridiano de Cádiz.
Mientras tanto, en Inglaterra sufrían catástrofes marítimas, como el que tuvo lugar el año 1707 en las Sorlingas, donde el pirata Cloudesley Shovell perdió cuatro navíos de guerra y sufrió 2.000 bajas.
Y es que, en el siglo XVIII, calcular la longitud en medio del océano era un problema sin solución para los ingleses.
El problema de la latitud estaba resuelto por España en el siglo XVI… y en 1772, el pirata James Cook “descubrió” Nueva Caledonia y las Islas Sandwich, y según la leyenda británica, “gracias al cronómetro marino, fija así por primera vez las coordenadas precisas de todas estas partes del mundo”.
Cesáreo Jarabo
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BIBLIOGRAFÍA
Diego Ramos, Gonzalo. El cálculo del meridiano: la guerra secreta que cambió la historia de la humanidad. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-08-15/punto-fijo-meridiano-umberto-eco_1427958/
El Cálculo de la longitud geográfica. El secreto de Felipe II que duró 2 siglos.
¿Quién descubrió la longitud y la latitud? https://es.411answers.com/a/quien-descubrio-la-longitud-y-la-latitud.html ROARO, JORGE . La Escuela de Salamanca y la interpretación histórica del Humanismo renacentista español.