Pizarro había iniciado su conquista del Perú en 1524 con una fuerza de 112 hombres, cuatro caballos con un solo navío. Los socios en su aventura, Diego de Almagro y Hernando de Luque habían quedado en Panamá con el encargo de contratar a más hombres y proveerse de víveres y enseres para salir en ayuda de Francisco Pizarro en su aventura hacia el sur.
Después de dos años y medio de viaje hacia ese sur, el extremeño, junto con sus hombres, habían soportado tremendas calamidades y sufrimientos, para en mayo de 1527 llegar a la isla del Gallo, en la bahía de Tumaco, en la costa del Pacífico de la actual Colombia. En ese recóndito lugar se produjo el hecho que, aparte de histórico, ha llegado a ser revestido con un halo de misterio. Pizarro se encontró con que los hombres que habían llegado hasta la isla comenzaron a mostrar gran descontento, tanto por las calamidades que habían tenido que superar como por el nulo fruto que habían logrado. Pizarro intentó convencer al escaso centenar de hombres que le rodeaban, mas sin resultado. La mayoría había tomado la decisión de regresar sobre sus pasos. En tal circunstancia se produce la acción extrema de Pizarro: Trazó una raya en el suelo y conminó a sus hombres a decidir; bien seguir con la expedición bien abandonar su misión descubridora y conquistadora. Se dice que solamente fueron trece los hombres que decidieron cruzar la línea, los Trece de la Fama o los Trece Caballeros de la isla del Gallo.
Nos permitimos trasladar a este artículo el relato, cumpliendo la orden recibida del gobernador de los Rios, que nos ha trasmitido el historiador José Antonio del Busto;
“El trujillano no se dejó ganar por la pasión y, desenvainando su espada, avanzó con ella desnuda hasta sus hombres. Se detuvo frente a ellos, los miró a todos y evitándose una arenga larga se limitó a decir, al tiempo que, según posteriores testimonios, trazaba con el arma una raya sobre la arena:
— «Por este lado se va a Panamá, a ser pobres, por este otro al Perú, a ser ricos; escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere».
Un silencio de muerte rubricó las palabras del héroe, pero pasados los primeros instantes de la duda, se sintió crujir la arena húmeda bajo los borceguíes y las alpargatas de los valientes, que, en número de trece, pasaron la raya. Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, «no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada». Sus nombres han quedado en la Historia”.
Todavía tardaron cinco meses para que llegasen los refuerzos enviados desde Panamá, al mando de Bartolomé Ruiz. Pizarro ya había abandonado la isla del Gallo y se hallaba en la de la Gorgona con los trece, exhaustos, hambrientos y acosados por los indios. Nada más llegar esos refuerzos Pizarro ordenó zarpar, dejando a tres de los de la Fama, enfermos bajo el cuidado de los indios naborías que habían llegado con el navío de Ruiz. Al regresar Pizarro de la expedición, los recogió para trasladarlos a Panamá. ´
Estos son los hechos, según relatos comprobados, sin embargo, cronistas e historiadores los han trasladado a la historia llenándolos de incertidumbres e incertezas, tanto en cuanto al número como a la identidad de los participantes.
Para empezar, Pedro García de Jarén, que fue uno de los que se quedó, emitió un informe a las autoridades españolas en Panamá, según el cual habían sido catorce lo que habían traspasado la línea para quedarse con Pizarro. Eso sucedía el 3 de agosto de 1528, para cinco días más tarde, en otro informe, esta vez suscrito por diez de ellos, se reflejaba los nombres; : Cristóbal de Peralta, Pedro de Candía, Francisco de Cuéllar, Domingo de Solaluz, Nicolás de Ribera, Antonio de Carrión, Martín de Paz, Pedro García de Jarén, Alonso Briceño y Alonso Molina «y algunos otros», y dos semanas más tarde Pedro de Gandía hablaba de trece, mientras el escribano oficial, Francisco de Xerez, sin dar detalles, señalaba que habían sido dieciséis, según una relación publicada en Sevilla seis años más tarde.
Fueron esos diez mencionados anteriormente, más Bartolomé Ruiz, Pedro Alcón y Juan de la Torre, a quienes Pizarro incluyó en las Capitulaciones que firmó la reina Isabel de Portugal en Toledo, en 1529, concediéndoles el titulo de hidalgo «por lo mucho que han servido en el dicho viaje y descubrimiento». Estos son, pues, los reconocidos por el propio Pizarro. Y en cierta manera, lo confirmó Pascual de Andagoya, residente en Panamá por aquellas fechas, al mencionar que fueron diez los que se quedaron con Pizarro. Sin embargo, el primo del conquistador, que le acompañó durante ocho años, habló de doce, mientras que el inca Garcilaso de la Vega, criado con los hijos de Pizarro, afirmaba que quienes quedaron en la isla fueron trece, incluido Bartolomé Ruiz. El Padre Naharro también hablaba de trece, siendo el primero en relatar el pormenor del trazado de la línea por Pizarro.
El mencionado José Antonio del Busto, se ratifica en que fueron los trece que reflejan las Capitulaciones firmada por Isabel de Portugal, añadiendo que, quienes ya eran hidalgos se le concedió el titulo de Caballeros de la Espuela Dorada. Y añade el nombre de Gonzalo Martín de Trujillo, que, fallecido en la isla de la Gorgona, después del episodio de la del Gallo, no es recogido en las Capitulaciones. Del Busto había investigado el catálogo de pasajeros a Indias del siglo XVI y había identificado al tal Gonzalo Martín, siendo el escritor Garcilaso de la Vega quien lo identifica con el Diego de Trujillo, conquistador y cronista, autor de Relación del descubrimiento del reino del Perú, que relata la aventura del extremeño desde 1530 hasta la entrada en Cuzco a finales de 1533, como testigo que fue de tgales acontecimientos.
Desde las dudas y discrepancias de los cronistas e historiadores, lo cierto es que Pizarro y unos escasos valientes descubrieron y conquistaron el Virreinato del Perú, para la soberanía de la Corona española. El misterio de su número no desmerece en modo alguna la grandeza de su gesta.
Francisco Gilet
A.de Zárate, Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú,
B. Lavallé, Francisco Pizarro. Biografía de una conquista.