El pasado mes de abril se celebró en Córdoba el II Congreso Internacional sobre la Historia de los mozárabes, en donde cualificados expertos repasaron el difícil transcurrir de la vida de estos cristianos españoles, sometidos al Islam en su propia tierra, y que desmiente el mito de la idílica convivencia en la Península Ibérica de las tres religiones monoteístas.
Bajo dominación musulmana, en cuatro siglos, la Iglesia en el norte de África pasó de tener 600 diócesis en el año 640 a desaparecer por completo en el 1076. Sin embargo, en Egipto, Siria o Irak aún sigue habiendo cristianos. ¿Por qué? Probablemente les ayudó el ser minorías urbanas y con lengua litúrgica escrita, ¿Y en España? ¿Qué ocurrió con los cristianos mozárabes que vivieron bajo el dominio islámico? En el Congreso, lo que se vino a explicar fue la resistencia, decadencia y martirio de la cristiandad mozárabe hispana bajo el yugo islámico.
La Hispania visigoda es rápidamente conquistada por los musulmanes en el año 711. Durante el siglo VIII y las primeras décadas del IX, la población cristiana era una amplísima mayoría, en torno al 90% de la población de Al Ándalus. En un primer momento, esta población cristiana pudo mantener su autonomía, regulada por unos pactos producidos en el momento de la conquista.
Aquellos pactos dieron pronto paso al sistema de la dimma. Los cristianos y judíos podían practicar el culto con grandes limitaciones, y a cambio de ello se veían sometidos a un conjunto de normas discriminatorias y humillantes en su vida personal, social y cotidiana, como precio a pagar por vivir en un país sometido al poder musulmán. Tan solo convirtiéndose al Islam, el cristiano dejaba de padecer esa situación de inferioridad legal sistemática.
La situación para la Iglesia era muy precaria. La dimma de los cristianos les impedía evangelizar y contrarrestar el intenso proselitismo musulmán que se daba desde finales del siglo VIII. Nos encontramos ante una Iglesia inerme, que va viendo como muchos cristianos son captados por el Islam, unas veces por conveniencia, otras por convicción, o bien por la inmersión cultural.
Resistencia cristiana al poder y persecución
A finales del siglo VIII, la instauración del Emirato Omeya dio comienzo a un programa más sistemático de islamización de los territorios. Hacia el año 825, como consecuencia de la política de los omeyas para establecer un proyecto de Estado islámico cultural y lingüísticamente árabe, la presencia de los cristianos será cada vez más complicada e incómoda.
Se conoce poco sobre los mozárabes, debido a que en las crónicas musulmanas prácticamente no se menciona a los cristianos, tan solo cuando se produce alguna rebelión importante.
Los mártires cordobeses
Hacia el año 850 estalla el fenómeno de los mártires cordobeses, de los que se conocen 50 historias de cristianos (10 eran mujeres, incluidas 5 monjas), encabezados por San Eulogio, que van a presentar una resistencia cultural y religiosa al régimen de los omeyas.
San Eulogio fue un clérigo líder del movimiento martirial y amigo de Paulo Álvaro de Córdoba, otro de los protagonistas, quien fue quizá el personaje más brillante de la España cristiana, con un extraordinario brillo intelectual y también moral.
La figura de San Eulogio no solo se engrandeció como impulsor de los mártires mozárabes a partir del año 850, sino también como defensor de su memoria, que quedó conservada en el texto del Memorial de los Santos.
“¡Cuánto glorificaríamos al Señor si, incitados por el ejemplo de nuestros mártires, les imitásemos esforzadamente, no sufriendo más el yugo de esta nación impía!”, alegaba el santo mártir.
Las autoridades detuvieron a Eulogio y a otros cristianos que alentaban al martirio. En la cárcel, Eulogio encontró a dos jóvenes, Flora y María, que se convertirían en las primeras mujeres mártires. A ellas les seguirían otros cristianos, como el presbítero toledano Gumersindo o Aurelio y Félix con sus esposas Natalia y Liliosa.
La rebelión armada de Omar Ibn Hafsun
Omar ibn-Hafsun, perteneciente a una familia muladí – musulmanes conversos desde el cristianismo, o de familia de origen cristiano – fue el líder de la mayor rebelión armada que se conoce contra los emires omeyas. Estuvo en condiciones de hacer tambalearse al régimen.
La rebelión, iniciada en el 878, fue secundada en gran parte por los cristianos mozárabes y se extendió por amplios territorios. En el 899, tras 21 años de rebelión, Ibn-Hafsun se convierte al cristianismo, bautizándose con el nombre de Samuel. Su movimiento tomó un sesgo cristiano cada vez más acusado. Sin embargo, esta rebelión fue destruida por completo en el año 928.
En ese contexto, destacó también el grado de refinamiento y búsqueda espiritual de mujeres como Argentea, santa, segun la RAH, posiblemente nieta de Ibn-Hafsun. Sabemos de otras que no llegaron al martirio, pero que estaban muy próximas a ellas y las apoyaban. Eran capaces de presentarse ante la máxima autoridad, declarando su fe y que estaban dispuestas a morir por Cristo, reprochando que se hubiese sometido a tormento a otros cristianos.
Decadencia y declive del mozarabismo
Cómo consecuencia de la represión sufrida por la Iglesia y por estos mártires, se inicia un periodo de decadencia y declive del mozarabismo. Se acentuó en el siglo X, en el que se convierten en un grupo colaboracionista. Para mediados del siglo XI, probablemente no hubiese más de un 20% de cristianos en al-Andalus.
Paulo Álvaro de Córdoba refería desconsolado que sus correligionarios ya no eran capaces de escribir una epístola en latín. Mientras, muchos se afanaban en ponderar la belleza del árabe y componían versos en ese idioma. Lengua árabe, orientalización de las costumbres e Islam formaron un tridente frente al que nada podía oponer la tradición hispana.
Tras la desaparición del califato de Córdoba en el año 1031, la situación de la cristiandad mozárabe era prácticamente irreversible. Con la llegada de los almorávides primero, en el 1086, y de los almohades después, desde el 1145, comenzó un periodo que ya no era de presión, sino de marginación y aniquilación.
Comenzaron a ser frecuentes las deportaciones al norte de África, la persecución y destrucción de iglesias y las matanzas. Los cristianos mozárabes respondieron con una emigración masiva de todos los que podían hacia el norte, a los reinos cristianos.
Así es
como termina la herencia de la cristiandad española, de forma que hacia
1150 se les pierde el rastro. Puede decirse que, a partir de esta época,
no hay ya comunidades cristianas en al-Ándalus. Podía haber pequeños grupos,
aislados y en situación precaria, pero la estructura eclesiástica había
sido eliminada por completo.
Las tres culturas, un mito debilitado
España tendría que esperar aún más de 300 años para que la Iglesia se encontrase en situación de desplegar su predicación nuevamente en cada rincón de la Península Ibérica. Finalizada la Reconquista – término aceptado y asentado que se debate por una cuestión meramente ideológica, no historiográfica – queda claro que el de las tres culturas es hoy un mito muy debilitado, ya que no hubo un afán de tolerancia, sino una dura imposición de uno de los grupos sobre los otros siempre que le fue posible.
Jesús Carballo