(Del libro “Un día, una historia”, de Jaime Retena, promovido por la Fundación Villacisneros)
España declara la guerra a Marruecos, tras recibir el beneplácito de los gobiernos francés e inglés, a causa de los continuos ataques de grupos marroquíes a Ceuta y Melilla (1859).
Un fervor patriótico recorrió el país y miles de voluntarios se alistaron, especialmente en el País Vasco y en Cataluña.
La batalla por la toma de Tetuán fue muy sangrienta, y fue allí donde los voluntarios catalanes demostraron un heroico arrojo. La batalla final al mando de los generales O’Donnell y Prim fue la toma de Tánger, ciudad en que se encontraba el grueso del Ejército Real de Marruecos.
La guerra finalizó con la firma del Tratado de Wad-Ras porque España afianzaba su soberanía sobre los territorios de Ceuta y Melilla a perpetuidad y se reconocía la soberanía española sobre las islas Chafarinas.
Los cañones capturados a los marroquíes en la batalla de Wad-Ras fueron fundidos y con el metal obtenido se construyeron los leones que hoy presiden el Congreso de los Diputados.