ESPÍRITU LEGIONARIO

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Inicios del Tercio de Extranjeros

Atardece en el cementerio de San Isidro y la luz vespertina dibuja en el suelo las sombras de las cruces que se extienden hasta donde alcanza la vista. Con ojos vidriosos, el nieto observa cómo los sepultureros cierran el nicho donde acaban de enterrar a su abuela, dejándolos solos en el mundo a su abuelo y a él, aunque quizás ese sentimiento de vacío es más acusado en el joven que en el hombre que, apoltronado en una silla de ruedas justo a su lado, mantiene la mirada fija en un punto indefinido, acosado por el olvido.

Cada vez que escucha la palabra alzhéimer al nieto se le encoge el alma. Saber que ya no queda nada de aquel legionario que luchó por España allá donde lo necesitaran, de aquel hombre bueno y valiente que jugaba con él cuando era pequeño, que lo apoyaba en su difícil adolescencia y que le aconsejaba al comienzo de su vida adulta le destroza, y cada día es peor. Desde hace meses su abuelo apenas habla, solo mira a la nada, al vacío, como si allí se condensaran los recuerdos perdidos de toda una vida.

De pronto se escucha a lo lejos una canción. Está demasiado lejos para entender lo que están cantando, pero al joven le suena la musiquilla. La ha oído en algún lugar, o a alguien.

Los sepultureros han terminado y es momento de irse, así que el nieto toma a su abuelo y ambos se dirigen a la salida en silencio. A medida que se acercan a la puerta resuena más fuerte la canción. Vuelve entonces el muchacho la vista y ve que en un extremo del cementerio a un grupo de hombres vestidos con gorro o teresiana, guerrera de color caqui verdoso, pantalón del mismo color, polainas y zapatos de color avellana.

El nieto los reconoce de inmediato: legionarios, como su abuelo. Todos hombres mayores acompañando el féretro de un compañero caído. Y lo que cantan es la canción con la que su abuelo le dormía de pequeño: La muerte no es el final.

Cuando la pena nos alcanza
por un compañero perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

         Entonces ocurre lo inexplicable. La canción, o quizás la forma de cantarla por parte de aquellos militares, llena de fervor y fe, hace que de pronto los ojos fatigados del anciano se animen con un relámpago de orgullo y firmeza, como si aquel sonido familiar le hubiera removido algo en su interior, conectándose de nuevo a una realidad que parecía haber abandonado hace ya mucho tiempo. Luego sonríe y, movido por una fuerza desconocida, pone un pie en el suelo y luego otro, levantándose torpemente de la silla de ruedas. Ajeno al asombro de su nieto, el viejo se yergue todo lo que puede y comienza a cantar. Es apenas un susurro, pero suficiente para demostrar que ni siquiera una enfermedad tan devastadora puede vencer al espíritu legionario.

En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Y en ese momento, el joven comprende al fin lo que quería decir su abuelo cuando le hablaba de la mística legionaria.

EL ESPÍRITU LEGIONARIO

Con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una Unidad militar armada, cuyos efectivos, haberes y reglamento porque ha de regirse serán fijados por el Ministro de Guerra (Real Decreto de 28 de enero de 1920).

La Legión Española fue creada en 1920 por el teniente coronel José Millán-Astray como unidad de combate en la Guerra del Rif, para suplir la falta de efectivos bien preparados.

En su libro La Legión, Millán-Astray explica el origen de la idea de crear la Legión

[…](mi) larga estancia en África, sirviendo en Policía Indígena, en Regulares y en el Regimiento de Infantería del Serrallo, unido a alguna afición y entusiasmo por el problema africano, dieron lugar a que germinase la idea de organizar una Legión Extranjera, en vista del excelente resultado que a los franceses les había dado la suya…

Aunque fue en enero cuando se publicó el Real Decreto en el que se formalizaba la creación del Tercio de Extranjeros, siendo ministro de la guerra José Villalba Riquelme, se considera como fecha de fundación oficial la del alistamiento del primer legionario, un hombre de treinta años llamado Marcelo Villeval Gaitán, el 20 de septiembre de 1920, quien llegó a ser brigada, muriendo durante el desembarco de Alhucemas en 1925.

Nobles, plebeyos, vagos, cocineros, poetas, químicos, periodistas, ingenieros, todos tienen cabida en La Legión (Publicidad de la época)

En sus inicios, el Tercio de Extranjeros constaba de una plana mayor de mando y administrativa, y cuatro banderas. Cada bandera constaba de una compañía de Plana Mayor, dos compañías de fusileros y otra de ametralladoras. Su primera base fue la Posición A en Ceuta, situado sobre un monte desde el que se controla todo el estrecho de Gibraltar, y que el ejército español había comenzado a ocupar en 1860. La primera expedición de legionarios ocupó el cuartel a finales de 1920, manteniéndose en el mismo hasta 2008.

La primera Jura de Bandera se realiza en una explanada junto al río Tarajal el 21 de octubre de 1920, usándose para el acto la Enseña Nacional del Regimiento “Ceuta” Nº 60.

Corresponde a Millán-Astray la autoría del peculiar estilo y mística legionaria. Lo que caracteriza a la Legión es la inclinación natural al combate y una disminución de la relevancia de la muerte, tal y como se refleja en el Credo legionario, dictado por el teniente coronel en persona, que constituye la base espiritual de La Legión, su médula y nervio.

Escrito en momento de exaltación del entusiasmo y de la fe, no tiene el más leve pulimento literario. Surgió espontáneo, como si dictásemos unas instrucciones cualesquiera; sentíamos la Legión, pensamos en el espíritu militar y en el de sacrificio. Queríamos que rindiesen culto al Honor militar y al Valor militar y que, sugestionados con estos sentimientos, vencieran el instinto y no temiesen la muerte (Millán-Astray).

1.. ESPIRITU LEGIONARIO. Es único y sin igual, es de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.

2. ESPIRITU DE COMPAÑERISMO. Con el sagrado juramento de no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos.

3.ESPIRITU DE AMISTAD. De juramento entre cada dos hombres.

4. SPIRITU DE UNIÓN Y SOCORRO. A la voz de “A mí la Legión”, sea donde sea, acudirán todos, y con razón o sin ella defenderán al legionario que pide auxilio.

5. ESPIRITU DE MARCHA. Jamás un Legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado.

6.ESPIRITU DE SUFRIMIENTO Y DUREZA. No se quejará: de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, sed ni sueño; hará todos los trabajos que le manden.

7.ESPIRITU DE ACUDIR AL FUEGO.  La Legión, desde el hombre solo hasta la Legión entera acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre,  aunque no tenga orden para ello.

8. ESPIRITU DE DISCIPLINA. Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir.

9.ESPIRITU DE COMBATE. La Legión pedirá siempre, siempre combatir, sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años.

10.ESPIRITU DE LA MUERTE. El morir en el combate es el mayor honor. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.

11.LA BANDERA DE LA LEGIÓN. La Bandera de La Legión será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus legionarios.

12.TODOS LOS HOMBRES LEGIONARIOS SON BRAVOS. Todos los hombres legionarios son bravos; cada nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar que pueblo es el más valiente.

Los primeros legionarios al principio usaban uniformes de otras unidades pues carecían de uniforme propio. Para diferenciarlos se les cosió al cuello una cinta con los colores nacionales. Pronto llegan los primeros uniformes de color verde, ideados por Adolfo Vara de Rey Herrán, con correajes de lona tipo inglés, botas, fusil y machete. Francisco Franco implantó el uso del chambergo y Millán-Astray el uso de guantes blancos con manoplas para los oficiales y el tradicional gorro con borla, el chapiri.

A lo largo de su historia la Legión ha tenido diversas denominaciones:

**1920-1925. Tercio de Extranjeros (1920–1925).

**1925. Tercio de Marruecos (1925).

**1925-1937. El Tercio (1925–1937).

La Legión, junto con los Regulares, fue la unidad con más bajas en combate en la guerra de África. Lucharon 14.000 legionarios españoles y extranjeros que combatieron en 893 hechos de armas, muchos de ellos heroicos. Murieron 115 jefes y oficiales, 1.885 clases y legionarios. 2.000 muertos en total. Fueron heridos 326 jefes y oficiales y 6.096 clases y legionarios, lo que da un total de 8.096 bajas entre septiembre de 1920 y julio de 1936.

**1937 hasta la actualidad. La Legión

A lo largo de su historia, la Legión ha participado en la guerra de Marruecos, la revolución de 1934 en Asturias, en la Guerra Civil (1936–1939) y en la guerra de Ifni, en 1957–1958. También ha colaborado en actividades internacionales, como en la guerra de Yugoslavia en los 90, en la de Irak o recientemente en la de Afganistán en el siglo XXI.

Actualmente consta de los tercios «Gran Capitán», 1.º de la Legión, y «Duque de Alba», 2.º de la Legión, y de la Brigada «Rey Alfonso XIII» II de la Legión, una Brigada Orgánica Polivalente  compuesta a su vez por los tercios «Don Juan de Austria», 3.º de la Legión, y «Alejandro Farnesio», 4.º de la Legión, más otras unidades de maniobra y de apoyo logístico. La Brigada forma parte de la División «Castillejos», Fuerzas Ligeras hasta 2015, mientras que los Tercios «Duque de Alba» y «Gran Capitán» pertenecen a las comandancias generales de Ceuta y de Melilla respectivamente.

Ricardo Aller Hernández

BIBLIOGRAFÍA

*https://ejercito.defensa.gob.es/unidades/Malaga/gcr_ii_legion/Inicio/Espiritu_legionario/credo_legionario.html

*www.lalegion.es/historia.htm

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