Cartagena, 12 de julio de 1873.
4 de la mañana. Se activa la señal para la sublevación cantonalista: desde el castillo de Galeras se dispara un cañonazo avisando que el regimiento de África, que iba a relevar a la guarnición de voluntarios, se ha retirado.
El jefe de la guarnición de voluntarios del fuerte, el cartero Sáez, en su afán de enarbolar una bandera roja y al no contar con ella, manda izar la turca, creyendo que no se vería la media luna, pero el comandante de Marina lo divisa, comunicándolo al ministro de Marina por telegrama: El castillo de Galeras ha enarbolado bandera turca. Es entonces cuando un voluntario, velando por el prestigio de la causa, se abre una vena con la punta de su navaja y tiñe con su sangre la media luna, sustituyendo así la bandera de Turquía.
SIGLO XVIII, ORÍGENES DEL FEDERALISMO
Los orígenes del concepto “federalismo” se remontan a la década de 1830, aunque existen antecedentes desde la última década del siglo XVIII por parte de liberales exiliados: José Marchena propuso en 1792 una república integrada por España y Portugal; en 1819 se elaboró un proyecto de Constitución en el que se decía que las provincias son naturalmente federadas y que los intereses comunes a una provincia son de la competencia provincial, en 1826 José Canga Argüelles publicó de forma anónima en Londres las Cartas de un americano sobre las ventajas de los gobiernos republicanos federativos y en 1832 Ramón Xaudaró publicó en Limoges Bases d’une constitution politique ou principes fondamentaux d’un système républicain.
1830
En la década de 1830, el liberalismo radical demócrata-republicano encendió la mecha del federalismo como forma de organización política. Así, en el periódico republicano El Huracán (1840-1841) ponía como modelo de la «democracia pura» a Estados Unidos.
Ante todo destronar
de Borbón la raza infiel,
federarnos en tropel,
con el digno lusitano
y ser pueblo soberano
sin Cristina ni Isabel.
La concepción de España federal fue definida como nación pluriestatal que haría libres por igual a los ciudadanos y a los territorios, un extraño híbrido, entre federalismo y jacobinismo (Juan Francisco Fuentes). Ejemplo de ello se encuentra en un documento de la junta insurrecta de Barcelona en 1842, en el que tras reafirmar la unión y puro españolismo de todos los catalanes libres y denunciar la tiranía y la perfidia del poder que ha conducido a la Nación al estado más deplorable, se declaraba la independencia de Cataluña, con respecto a la Corte, hasta que se restablezca un gobierno justo.
PRIMERA REPÚBLICA
La expulsión de Isabel II (“La Gloriosa”, 1868) dio paso a un gobierno provisional que se debatió, desde el principio, entre establecer un régimen republicano o el nombramiento de un nuevo rey. Al final se optó por lo segundo y se eligió a Amadeo de Saboya, con el que se inició una convulsa y accidentada monarquía parlamentaria que duró solo tres años, desde 1870 a 1873.
Grande fue la honra que merecí a la nación española eligiéndome para ocupar su trono; honra tanto más por mi apreciada, cuanto que se me ofreció rodeada de las dificultades y peligros que lleva consigo la empresa de gobernar un país tan hondamente perturbado.
Alentado, sin embargo, por la resolución propia de mi raza, que antes busca que esquiva el peligro, decidido a inspirarme únicamente en el bien del país, y a colocarme por cima de todos los partidos, resuelto a cumplir religiosamente el juramento por mí prometido a las Cortes Constituyentes, y pronto a hacer todo linaje de sacrificios por dar a este valeroso pueblo la paz que necesita, la libertad que merece y la grandeza a que su gloriosa historia y la virtud y constancia de sus hijos le dan derecho, creí que la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter, y que hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se ocultaban a mi vista, en las simpatías de todos los españoles amantes de su patria, deseosos ya de poner término a las sangrientas y estériles luchas que hace tanto tiempo desgarran sus entrañas.
Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos ha que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fuesen extranjeros los enemigos de su dicha, entonces, al frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatiros; pero todos los qué con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males dé la nación son españoles, todos, invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien; y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cual es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males.
Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla. Nadie achacará á flaqueza de ánimo mi resolución. No había peligro que me moviera a desceñirme la corona si creyera que la llevaba en mis sienes para bien de los españoles, ni causó mella en mi ánimo el que corrió la vida de mi augusta esposa, que en este solemne momento manifiesta, como yo el vivo deseo de que en su día se indulte a los autores de aquel atentado. Pero tengo hoy la firmísima convicción de que serían estériles mis esfuerzos e irrealizables mis propósitos.
Estas son, señores diputados, las razones que me mueven a devolver a la nación; y en su nombre á vosotros, la corona que me ofrecía el voto nacional, haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores.
Estad seguros de que al despedirme de la corona no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarla todo el bien qué mi leal corazón para ella apetecía.
Discurso de abdicación de Amadeo I. Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873.
Amadeo I abdicó ante la ingobernabilidad manifiesta del país y, el 11 de febrero de 1873, los diputados del Congreso votaron a favor de proclamar la Primera República española.
Componen la Nación española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto-Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
(Proyecto de Constitución Federal de 1873, artículo 1)
Aquel federalismo partió de los antiguos reinos medievales para definir los Estados que formarían la República federal española, siendo su gran teórico fue el político republicano catalán Francesc Pi i Margall, autor de Las Nacionalidades (1877).
La nación solo alcanzaría la plenitud de su existencia si el Estado unitario y centralista ― impuestos, quintas, fuerzas del orden, covachuelas, monarquía ― era convenientemente desguazado (Juan Francisco Fuentes).
Esta idea confederal de España aparecía en las Bases para la Constitución Federal de la Nación española y también para la del Estado de Cataluña (1868), de Valentí Almirall, así como en el proyecto de Constitución Federal de 1873.
La República Federal, proclamada por las Cortes el 8 de junio de 1873, fracasó a consecuencia de las luchas políticas internas, la tercera guerra carlista y la rebelión cantonal: las Cortes quedaron suspendidas el 20 de septiembre de 1873 y un golpe de Estado el 3 de enero de 1874 dio paso a una república unitaria dictatorial.
A los republicanos actuales no les gusta hablar de aquella etapa, y eso que podrían haber hecho lo que hicieron con la Segunda República, es decir, reinventársela. Sin embargo, no lo hicieron porque no dejó ningún buen recuerdo. Es curioso porque ocurrió lo mismo que ahora, cuando José Echegaray les pidió a los federalistas que explicaran qué era eso del federalismo en el Congreso de 1873, pero no le contestaron (Alejandro Nieto, expresidente del CSIC y autor de ‘La Primera República española’ (Comares Historia, 2021).
CANTONALISMO
La revuelta cantonal defendía una especie de federación de pequeñas naciones o cantones de un tamaño similar a una región o comarca, a lo sumo, e incluso o de una ciudad o un pueblo. El ejemplo más significativo fue la rebelión que tuvo lugar en Cartagena el 12 de julio de 1873.
En el año y medio que duró el primer experimento republicano, a la pugna mantenida entre los partidarios de un sistema unitario y los que abogaban por un Estado federal, se sumó también la postura del ala radical de los federalistas, los llamados «intransigentes», que eran los que querían implantar su modelo de abajo arriba.
Aunque Cartagena no fue la única en declarar esta especie de independencia, sí fue la que más tiempo resistió al asedio de las tropas gubernamentales encargadas de mantener el orden y la ley. El diputado murciano Antonio Gálvez Arce, conocido popularmente como ‘Antoñete’, y el general Juan Contreras proclamaron el cantón de Cartagena como un Estado separado de la Primera República, haciéndose con el control de las fragatas navales y ordenando la conquista de todas las zonas de alrededor, lo que dio lugar al cantón de Alicante días después.
La idea cantonalista se fue extendiendo por España: Valencia, Málaga, Alcoy, Algeciras, Almansa, Andujar, Bailen, Cádiz, Castellón, Granada, Jumilla, Motril, Salamanca y hasta Camuñas, en Toledo. En total, 32 territorios casi independientes, a lo que se sumó la petición de Galicia de unirse a Inglaterra.
Los estados [cantones] son libres, independientes y soberanos dentro de la libertad, de la independencia y de la soberanía de la Confederación (Roque Barcia).
Todos los cantones tuvieron una vida muy corta, salvo el de Cartagena, que duró seis meses.
Aunque nosotros nos referiremos, en general, al Cantón de Cartagena, en puridad habría que denominarle «Cantón Murciano», ya que desde un punto de vista programático, este era el nombre que se le había asignado, incluyendo a Cartagena dentro del mismo (José Barón Fernández).
DIARIO DE UNA REVUELTA: CARTAGENA, 12 DE JULIO DE 1873.
Cartagena, 5 de la madrugada del 12 de julio de 1873. Un grupo de voluntarios al mando de Cárceles invade el ayuntamiento, instalando en los bajos la «Junta Revolucionaria de Salvación Pública», mientras otros grupos ocupan las puertas de la muralla de la ciudad. El alcalde interino Leandro Samper los conmina a que desalojaran el edificio y, al no conseguirlo, convoca una reunión para debatir la reclamación de la Junta presentada por escrito para «que se lleve a efecto la formación del Cantón murciano».
A las 11 de la mañana, el alcalde cursa un telegrama al presidente del Gobierno, en el que les expone las peticiones de la Junta. La respuesta llega pocas horas después a través del gobernador civil de Murcia, Antonio Altadill:
Diga Vd. a la Junta en nombre mío y del Gobierno, que la Comisión de las Cortes tiene acordado el Cantón murciano; en breve será un hecho este acuerdo.- Yo salgo en tren exprés para esa.- Resista hasta donde pueda dimisión Ayuntamiento.- Evite apelar armas y derramamiento sangre.
Altadill llega a Cartagena acompañado del diputado federal murciano Antonio Gálvez Arce y se reúne con la Junta a media tarde. Después de valorar que los insurrectos tienen en su poder las fortalezas de Galeras, Atalaya y Moros y los principales puntos de la ciudad, aconseja al Ayuntamiento que dimita, cosa que hace en presencia del gobernador de la provincia, por su consejo y bajo su presidencia.
Poco después, la Junta iza la bandera roja en el ayuntamiento y proclama el Cantón Murciano, nombrando a continuación a Antonete Gálvez comandante general de las fuerzas del Ejército, Milicia y Armada. En el Manifiesto que hace público esa misma tarde del 12 de julio, la «Junta de Salud Pública», constituida por la voluntad de la mayoría del pueblo republicano de esta localidad, justifica la proclamación del Cantón como un acto de defensa de la República Federal.
Proclamada como forma de gobierno para España la República Federal, el pueblo republicano, en su inmensa mayoría reclamaba, como imperiosamente exigían las circunstancias, que se organizase la Federación, estableciendo inmediatamente la división regional de los cantones y dando a estos y al municipio la autonomía suspirada hace tanto tiempo. […] Pero el pueblo, ansiosísimo de estas reformas, sediento de esta redención tan deseada, veía prolongarse indefinidamente sus momentos de agonía, veía amenazada la República de un golpe de muerte y no veía, ni en el gobierno ni en la Cámara Constituyente una predisposición para la inmediata ejecución de estas reformas y cree que sin ellas… se perdería indudablemente para muchísimos años la libertad en esta tierra de España.
[…] Era llegada la hora de salvar, de constituir definitivamente la República Federal y que no hacer esto sería tanto como cometer una indignidad que no podemos suponer en ningún pecho republicano donde se albergue y lata un corazón de hombre. […] [El pueblo] se ha puesto en armas porque ha creído ver en inminente riesgo la santa causa de la República Federal […]. Aquí no hay verdugos ni víctimas, opresores ni oprimidos, sino hermanos prontos a sacrificarse por la libertad y la felicidad de sus conciudadanos. ¡Viva la República Federal! ¡Viva la soberanía del pueblo! Cartagena, 12 de julio de 1873.25
A continuación, «Antonete» Gálvez y el general Juan Contreras, presidente del Comité de Guerra se apoderan de los barcos de guerra de la base naval sin causar víctimas. Gálvez, diputado a Cortes por la provincia de Murcia, goza de una enorme popularidad, como lo demuestra esta copla que se cantaba en Cartagena:
Antonete está en la sierra
Y no se quiere entregar.
No me entrego, no me entrego,
No me tengo que entregar
Mientras España no tenga
República federal.
Seis meses después, y tras diversas vicisitudes, el 10 de enero de 1874 el castillo de la Atalaya arriará la bandera roja cantonal e izará la bandera española. Las tropas cantonales comandadas por «Antonete» Gálvez no podrán impedir que las fuerzas del general López Domínguez se apoderaren del castillo hacia las 11 de la noche, poniendo fin a la revuelta cantonal.
FIN DE LA I REPÚBLICA
La Primera República federal finalizó con el golpe de Estado del general Pavía el 3 de enero de 1874. Después se mantuvo una especie de «república unitaria» mediante una dictadura encabezada por Francisco Serrano, en la que tuvo que tuvo que seguir haciendo frente al secesionismo y a la guerra carlista hasta fin de año. El final de la Primera República puso fin, de una vez por todas, a once meses de inestabilidad en los que se sucedieron varios gobiernos y cuatro presidentes, todo un récord en la historia contemporánea.
SEGUNDA REPÚBLICA
En la Constitución Española de 1931 se estableció un modelo territorial a medio camino entre el federalismo y el centralismo, un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones, pero no se acordó que el régimen de autonomía fuera para todos al exigirse un respaldo de la población muy amplio (dos tercios del censo electoral); solo Cataluña, País Vasco y Galicia emprendieron el proceso para obtener estatutos de autonomía, aunque todo se interrumpió por la guerra civil.
Tras la muerte de Francisco Franco en 1975, se inició una transición democrática durante la cual se acabó adoptando con algunas variantes el modelo territorial híbrido de la Segunda República Española.
La Constitución reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones (artículo 2 CE, 1978).
El término «nacionalidad» no se había usado en la historia del constitucionalismo español, con un significado que no fue especificado en ninguno de los artículos siguientes.
Según reconoció el socialista Gregorio Peces Barba años después de aprobada la Constitución la distinción entre «nacionalidades» y «regiones» estaba inspirada en la idea de España como «nación de naciones» del socialista exiliado Anselmo Carretero (De la Granja, José Luis; Beramendi, Justo; Anguera, Pere (2001). La España de los nacionalismos y las autonomías. Madrid: Síntesis).
Según la Constitución, podríamos hablar de comunidades autónomas de «vía lenta» (artículo 143) y de «vía rápida» (151), que son Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía. Las diversas circunstancias llevaron a una política de generalización de las autonomías, que se podría definir como un federalismo de tipo simétrico.
En la primera década de los 2000, el socialista catalán Pascual Maragall, propuso a través del Estatuto de autonomía de Cataluña de 2006 el encaje de Cataluña en España dentro de un modelo federal, inspirado en un «federalismo asimétrico», en lo que fue un paso más dentro de un futuro incierto que parece abrirse en el plano político de la España del siglo XXI.
Ricardo Aller Hernández
FUENTES:
* es.wikipedia.org/wiki/Cant%C3%B3n_de_Cartagena
* es.wikipedia.org/wiki/Federalismo_en_Espa%C3%B1a
*www.abc.es/historia/historia-fracasos-violencia-incuestionable-federalizacion-busca-sanchez-20240802044609-nt.html
*abc.es/historia/abci-caos-historico-federalismo-defiende-sanchez-bombas-amenazaron-unidad-espana-202111051700_noticia.html