GUERRA DE CUBA, UNA CARTA Y UN HÉROE

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Cuando llegue la luna llena

iré a Santiago de Cuba,

en un coche de agua negra.

Cantarán los techos de palmera

cuando la palma quiere ser cigüefla,

y cuando quiere ser medusa el plátano,

Iré a Santiago

con la rubia cabeza de Fonseca.

y con la rosa de Romeo y Julieta.

¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!

¡Oh cintura caliente y gota de madera!

¡Arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco!

Siempre he dicho que yo iría a Santiago

en un coche de agua negra.

 (Federico García Lorca)

EL GRITO DE BAIRE

El 29 de enero de 1895, José Martí se reunió con el comandante Enrique Collazo y el coronel José María Rodríguez Rodríguez en Nueva York, donde se acordó el alzamiento del pueblo cubano para la segunda quincena de febrero, recomendando el carácter progresivo de la acción, de oriente a occidente.

Fue el 24 de febrero cuando Martí lideró un levantamiento simultáneo organizado en unas 35 localidades cubanas, entre ellas Baire, aldea situada a unos 75 km de Santiago de Cuba, lo que supuso el inicio de la Guerra Necesaria.

Las autoridades lograron descabezar la insurrección en las cuatro provincias occidentales, y el 21 de marzo Antonio Cánovas del Castillo nombró a Arsenio Martínez Campos capitán general de Cuba.

En mayo de ese año se produjo la Primera Campaña Oriental en la provincia de Oriente, dirigida por Antonio Maceo, con el objetivo de organizar el ejército en Oriente, dar cobertura al paso de los mayores generales Máximo Gómez y José Martí hacia Camagüey y debilitar la capacidad militar del ejército español. En octubre, Gómez y Maceo, en la campaña iniciada en Mangos Baraguá el 22 de octubre de 1895, se marcaron el objetivo de extender la guerra al resto del país.

Se iniciaba así un periodo de guerra, inicio del camino que llevaría a España al llamado «Desastre del 98».

CÁNDIDO DE SANTA EULALIA, GUARDIA CIVIL

Cándido Santa Eulalia era miembro del cuerpo de la Guardia Civil, que se había creado en Cuba a mediados del siglo XIX por parte del capitán general José Gutiérrez de la Concha con la intención de reorganizar la presencia española en la isla.

(El objetivo es garantizar) la tranquilidad y seguridad pública.

La primera compañía contó inicialmente con 124 agentes. En 1853, el capitán general Juan de la Pezuela aumentó su número hasta 258, incrementándose durante la primera guerra de independencia (1868-1878) y, sobre todo, en los albores de la segunda (1895-1898), alcanzándose los 5.280 hombres en 1890.

OCTUBRE DE 1895

En su estrategia por extender la guerra a toda la isla, 300 insurgentes cubanos llegaron al pueblo de Dolores, en la provincia de Cienfuegos. Allí había apostado un pequeño destacamento de once guardias civiles, entre ellos Cándido de Santa Eulalia.

Sabiéndose superiores, el jefe del destacamento insurrecto, José María Rojas Falero, escribió una carta destinada a la persona que estuviera al mando conminándolo a la rendición.

Señor comandante del puesto de la guardia civil de Dolores.

Muy señor mío: Por orden superior y que bajo ningún pretexto puedo dejar de cumplir, tengo que tomar el fuerte que usted ocupa, mañana a las nueve sin falta.

Yo, para no cometer un acto infame y darles una muerte terrible a ustedes, que serán víctimas de su Gobierno, les advierto por si quieren entregarse sin entrar en combate y librarse de perecer. Usted, si se entrega y quiere pasarse a nuestras filas, obtendrá el grado de sargento primero. En buena paz y unión le ofrezco la mayor consideración y hermandad. Y si se oponen, el fuerte será destruido por cuatro bombas de dinamita y 300 hombres que, a las nueve aproximadamente, los tendrán ya sitiados a ustedes.

Espero enseguida su contestación. Quedo de usted con consideración

El capitán, José María Falero.

En aquellos duros momentos Santa Eulalia era quien estaba al mando, correspondiéndole a él la respuesta a la amenaza insurrecta. Se tiene conocimiento del contenido de esta misiva gracias a su publicación en noviembre del año 1895 en “La correspondencia de España”, bajo el sugestivo título de Un héroe (enlace: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/viewer?oid=0000409218&page=2).

               Señor don José María Rojas Falero.

Muy Señor mío:

Una vez leída su atenta carta, debo manifestarle que yo soy muy español y, sobre todo, que pertenezco a la Guardia Civil. Habiéndome honrado mis dignos jefes con el mando de este destacamento, prefiero mil veces la muerte que traicionar a mi patria y olvidar el juramento de fidelidad que presté a la gloriosa bandera española, en cuya defensa derramaré hasta mi última gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de España y de mi rey.

El ascenso que me proponen para nada lo necesito, pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de la Guardia Civil. Mi mayor gloria sería morir con él. Mis jefes también saben premiar a los que defienden su honra, así que, reunido con mis dignos compañeros, rechazamos con energía todas sus predicaciones y amenazas. Estrechados como buenos hermanos y como defensores de este pedazo de terreno, gritamos muy alto para que ustedes lo oigan: “¡Viva España! ¡Viva nuestro Rey ! ¡Viva la Guardia Civil!”.

Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo para que se lleven su merecido.

Puesto Dolores, 27 de octubre de 1895.

El guardia civil de segunda Cándido Santa Eulalia.

El capitán cubano debió quedar muy sorprendido del arrojo del español, así lo atestigua una segunda carta dirigida por el insurrecto a Santa Eulalia.

Amigo mío:

Me gusta tratar siempre con los hombres valientes y caballeros. Yo tengo una orden superior para que hoy, sin falta, tome el fuerte y cumpla con lo mandado contra ustedes. Sin embargo, al ver hasta dónde llega su educación y valentía, dejo de cumplir con mi deber. Además, haré desistir a mis jefes de cometer este acto infame, porque ustedes, nobles españoles, no harán otra cosa que cumplir como héroes de su patria. Yo trataré de dar mis excusas y buscar los medios que estén a mi alcance para cuanto pueda por el bien de ustedes. Ruego que me dispense, pero desde hoy, como defensores de una idea, seremos enemigos, pero en lo tocante a nuestra personalidad, puede usted contar con un buen amigo y servidor,

Capitán José María Rojas Falero.

UN FINAL DESCONOCIDO

En noviembre de 1895 “La correspondencia de España” se hizo eco del gesto heroico de Santa Eulalia y el resto de guardias civiles, pero ni aquel diario ni el resto de la prensa publicaron cómo acabó la aventura de aquellos héroes.

Con los datos disponibles publicados en 2018 por los « Anales de la Real Academia de Cultura Valenciana », el número de guardias civiles muertos en la Guerra de Cuba fue de 555. De ellos, 86 lo hicieron en combate o como consecuencia de las heridas.


Ricardo Aller Hernández

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