Guerras chichimecas

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Toma de Tenochtitlan en 1521

Tras la toma de Tenochtitlan en 1521, la conquista de la Nueva España tuvo un doble carácter militar y político en tierras mesoamericanas. La etapa militar fue muy corta en el centro de México, y para 1525 se había dado fin a la misma, imperando un periodo de paz que apenas conoció disturbios. 

Pero en la marcha hacia el norte no sucedería lo mismo. El territorio, un gran valle por donde transita el Camino Real de Tierra Adentro, estaba poblado por unos indios desnudos; grupos tribales nómadas de diversas lenguas que no practicaban la agricultura que vivían errantes en un mundo inhóspito e inculto, pero a la vez cargado de potencial.

Guerras Chichimecas

Los primeros contactos con estos pueblos significaron los primeros conflictos, que se sucederían a lo largo del siglo XVI. El más dilatado de ellos fue el conocido como  Guerras Chichimecas, que dieron comienzo en 1547 y se prolongaron hasta 1600, constituyendo una guerra irregular sin frente definido que se caracterizó  por tratarse de una serie de conflictos móviles y flexibles de resistencia y ataque por sorpresa.

Francisco Vázquez de Coronado

El enfrentamiento se produjo como consecuencia del avance descubridor encaminado hacia el norte, que topó con un mal recibimiento por parte de los naturales ya en 1540 cuando fueron un escollo insalvable para la expedición de Francisco Vázquez de Coronado, haciendo de la zona un lugar inseguro donde prodigaban los asaltos en los que los chichimecas contaban con la ventaja del terreno, lo que les permitía llevar a cabo emboscadas desde las que acometían las caravanas, mataban a quienes las conducían y robaban todo tipo de bienes, mulas, bueyes, caballos, alimentación y ropa.

El primer ataque registrado fue llevado a cabo por indios zacatecos contra indios tarascos que transportaban mercancías a Zacatecas. Todos fueron muertos y despojados de todos los bienes que transportaban; acción que repitieron pocos días después contra unas requas de Cristóbal de Oñate y de Diego de Ybarra.

En el virreinato eran conscientes de las dificultades que caracterizaban la zona, pero los cronistas de la época no se mostraban capaces de identificar a los pueblos que la habitaban, llegando a rondar la fábula, extremo que dejan manifiesto cuando señalan que el adjetivo chichimeca “es compuesto de chichi, que quiere dezir perro, y mecate, cuerda. Chichimeca: perro que trae la soga, aunque esto es adivinar porque los yndios nunca tubieron perros con que cazasen”.

Chichimecas

Así, quién era el pueblo chichimeca es algo difícil de concretar, y es posible que el mismo, al cabo, no haya existido nunca, siendo que el adjetivo chichimeca era aplicado a una amalgama de pueblos en ocasiones inconexos, que no tenían lengua unificada y que permanecían enfrentados unos con otros. Aunque ocasionalmente alcanzaban alianzas para combatir a un tercero, tras lo cual no conservaban la paz entre los inicialmente aliados.

La denominación “chichimeca” no era sino un adjetivo despectivo utilizado por los pueblos nahuas, que no mostraban el menor interés por relacionarse con ellos.

Se trataba así de numerosas tribus nómadas y seminómadas, que practicaban una incipiente agricultura, si bien predominaba el nomadismo, y sus costumbres estaban más vinculadas al desierto; rendían culto al sol y practicaban el chamanismo.

Entre ellas destacaban los pames, los zacatecos, los guamares y los guachichiles o cabezas coloradas, que ocupaban el territorio existente entre el Noreste del actual estado de Querétaro, hasta norte del estado de Guanajuato; que aunque frecuentemente enfrentadas entre sí coincidían en que ninguna de ellas admitía la presencia de forasteros, contra los que necesariamente acabarían librando  una guerra irregular en la que se llevaban a cabo ataques en ocasiones centrados en el pillaje.

Expertos arqueros, se servían de arcos de madera y tendones de animales de un tamaño equivalente a las dos terceras partes de la altura del arquero, y sus objetivos preferidos eran las ventas y casas situadas en los alrededores del Camino Real de Tierra Adentro, amén de las caravanas, viajeros y misioneros que transitaban por el mismo.

En el caso de los ataques llevados a cabo en el camino, generalmente llevados a cabo al apuntar el día o al atardecer, buscaban lugares de difícil acceso a los caballos, lo que significó un escollo no menor en el desarrollo de la guerra.

Guerra del Mixton

Tras la Guerra del Mixton, el virrey Mendoza planteó una línea de fortificaciones que no llegó a instalarse por falta esencialmente de soldados, pero en 1561 contaba ya con un número suficiente de españoles que podían nutrir las guarniciones, y es que el bautismo de un buen número de naturales, los había convertido a la vez que en cristianos, en españoles. Con ellos se acometería la tarea de fundar nuevos asentamientos fortificados, que se mostraban necesarios para la protección de las primeras estancias ganaderas, contra las que dirigían sus ataques los indios nómadas, que practicarían un constante y creciente hostigamiento ante el creciente flujo de nuevos habitantes que, provenientes del sur, llevaban a cabo asentamientos permanentes en los que eran integrados indios seminómadas de la zona, atraídos por el florecimiento de la agricultura, la ganadería, la minería, y concretamente por la especial ganadería que representaba el cultivo de la cochinilla, parásito del nopal con el que se fabricaba un tinte especialmente cotizado, tanto en la zona como en España, y en Europa.

Parroquia de San Miguel

Paralelamente, los frailes franciscanos fundaron un monasterio en la villa de San Miguel, donde se asentaron tarascos y otomíes, vanguardia de la avanzada española hacia la conquista del norte, que creaban rancherías en las tierras llanas.

En 1546 fueron descubiertas las minas de plata de Zacatecas; la progresión de los caminos se realizaba paralelamente para facilitar la comunicación de la zona y los suministros, al tiempo que continuaba la guerra en territorio frontero, donde las tribus nómadas continuaban hostigando. Esta situación obligó la creación de presidios, donde los soldados de cuera tenían una misión más de policía que militar.

Las campañas que pueden ser consideradas militares estaban compuestas principalmente por naturales, y fueron adelantando hacia el norte con la creación de ciudades como Zacatecas, Durango o Saltillo y luego Copala, Panuco o Santa Bárbara y muchas otras.

Gran Chichimeca

Esta actividad propició los ataques de los naturales, que actuaban entre dos zonas hispanizadas: al sur la ciudad de México y su amplio alfoz, que se extendía por los diversos señoríos locales, y al norte  la Nueva Vizcaya y el Nuevo León. En medio, la Gran Chichimeca, que ocupaba los  800 kilómetros que separaban los dos núcleos de dominación hispánica.

El desarrollo de las zonas mineras comportó el desarrollo del Camino de Tierra Adentro y sus ramales, que se extendieron inexorablemente por territorio chichimeca. Y el tránsito de carruajes centró el interés de los indios, que los asaltaban para robar lo que transportaban, en especial la ropa y la comida. Ese fue el principio de la guerra chichimeca, un avispero de violencia que duró casi medio siglo.

Los ataques eran feroces; las víctimas eran destripadas y les era arrancada la cabellera.  Y la respuesta, en no pocas ocasiones, fue el obsequio de animales, alimento y ropa, pero pronto se hizo necesaria la creación de fuertes donde tuviese resguardo la población y los viajeros. Se trata de los que fueron conocidos como “presidios”.

Virrey Martín Enríquez de Almanza

Fue el nuevo virrey, Martín Enríquez, quien se decidió a acabar con el problema mediante la guerra. Construyó fuertes a lo largo del camino que sería nutrido por un ejército en el que había mayoritariamente indios, principalmente tlaxcaltecas, mexicas, tarascos y otomíes, pero también mestizos y blancos, y todos se llamaban españoles.

Luis de Velasco

Pero la principal labor de pacificación fue llevada a cabo por misioneros, que llevarían a cabo su labor, en esta ocasión, no solos, sino acompañados de importantes grupos de indígenas españolizados.  La propuesta fue bien acogida por el virrey Villamanrique  y por su sucesor, Luis de Velasco, para quienes el mantenimiento económico de los presidios era una auténtica pesadilla.

Al tiempo, y de cara a asentar la población, también los nuevos habitantes eran incentivados con la entrega de tierra para la cría de ganado al tiempo que los “presidios” acogían a soldados de cuera, tropas móviles encargadas de la seguridad del camino y de las estancias que vieron reforzada su presencia desde 1546 cuando la zona fue descubierta como importantísima fuente argentífera.

A partir de este momento, con el descubrimiento de vetas de plata en Zacatecas, la frontera norte entró en una nueva fase en la que se produjo un incremento poblacional y de explotaciones ganaderas, agrícolas y mineras por los actuales estados de Zacatecas, Durango, Guanajuato, Querétaro, Aguascalientes y San Luis Potosí.

Y con esta nueva situación, se incrementó la presión de los pueblos chichimecas de tal manera que puso en grave riesgo la comunicación entre México y Zacatecas, provocando gran número de muertes entre los viajeros.

El aumento poblacional y la ocupación del espacio por donde se movían los grupos chichimecas llevó al inevitable enfrentamiento entre ellos dándose comienzo a una serie de rebeliones y asaltos que concluyeron, a partir de 1561, en una guerra generalizada entre muchos de estos grupos indígenas y los españoles y sus aliados.

Los vamares y vachichiles se mostraron afables en principio y admitieron la presencia de doctrineros franciscanos y augustinos, pero finalmente mataron a fray Bernardo Cozin y se unieron a la guerra.

En esta situación, el año 1561 se produjo la confederación chichimeca, dando inicio una guerra abierta mientras el virreinato buscaba la pacificación de la región con el fin de conseguir una eficiente explotación de los recursos agropecuarios y mineros. La Gran Chichimeca para este entonces se convirtió en el lugar predilecto para las estancias ganaderas, especialmente en el actual estado de Guanajuato, para sembrar cereales, sobre todo en El Bajío y para la explotación de minas argentíferas en Zacatecas, Durango y Guanajuato.

Los ataques chichimecas se dirigían con preferencia a la captura de rebaños de ganado, y los soldados de cuera debían aplicarse en la protección tanto de los establecimientos humanos y mineros como de las rutas vitales de la economía trashumante que comenzaba a desarrollarse en Zacatecas, de donde además se lanzaban campañas punitivas contra los chichimecas.

Pero las autoridades virreinales, siempre apoyadas en la prioritaria participación de los naturales, buscaron otros métodos que inexorablemente se encaminaban a convertir en sedentarios a quienes eran nómadas, para lo que se procedió a la creación de pueblos en toda la región. La misión de los pueblos sería varia; por una parte ciertamente serían rutas de paso y de defensa, pero también podrían generar su propios recursos para el sostenimiento de los viajeros, y paralelamente a ello se conseguiría una presencia que haría disminuir la amenaza de los nómadas, a los que se pretendía atraer con el progreso de la agricultura y de la ganadería.

Pero la iniciativa no era nueva. Ese era el objetivo marcado desde el primer momento del avance, mediado el siglo XVI, pero ahora el objetivo se iba cumpliendo con mayor intensidad, siendo que acudió a la zona un importante número de purépechas o tarascos que procedentes de Michoacan, poblaron Pénjamo, Acámbaro, Celaya y Querétaro, en la materialización de un esfuerzo que se centraba en poblar y poner en uso agropecuario los territorios comprendidos entre el Valle de México y el norte minero, dando lugar a la fundación de San Miguel el Grande en 1555; Celaya en 1562 y San Felipe  en 1571, donde quedarían asentados “presidios”, cubriendo con la medida dos objetivos de primer orden cuales eran garantizar la seguridad del  Camino Real de Tierra Adentro, y servir de puntos de sedentarización  y pacificación de los indios de guerra.

Y se habían obtenido éxitos relativos, hasta el extremo que Guillermo de Santa María, cronista de la época dice:

En esta guerra de los chichimecas ay distinction que unos viven pacificos y quietos segun sus costumbres sin hazer daño a españoles ni impedir el trato de los caminos. otros son salteadores es duda si an de pasar todos por ygual a fuego y a sangre, porque los mesmos soldados hazen dello scrupulo y dicen ser cargo de conciencia captivar a los chichimecas pacificos y ni la intencion de Su. Ex. del señor virey fue tal, ni la de los señores de la audiencia real, ni de los maestros y theologos que dieron su parescer en la guerra contra los chichimecas, sino tan solamente contra los salteadores que ni a los moros no se les podria hazer guerra sino perseguiesé a los christianos.

En 1568, con la llegada del virrey Enríquez, se completó lo que puede entenderse como una autentica red de defensa en torno al Camino Real de Tierra Adentro, desde Querétaro hasta Zacatecas. La línea de presidios cubría ya los lugares estratégicos de toda la Gran Chichimeca, especialmente en los lugares menos habitados.

Y es que, aunque había sectores de la población de los naturales que se avenían al trato, en 1574 guerreros chichimecas llegaron a matar a más de doscientas personas en dos meses, mientras los mineros de Zacatecas manifestaban su temor a las acometidas de los guachichiles y chichimecas.

Quedaba manifiesto que los métodos utilizados con los pueblos sedentarios no eran totalmente válidos en el caso de los nómadas. Llamaba la atención el breve espacio temporal que separó el desembarco de las tropas de Cortés de las alianzas con los tlaxcaltecas y con los otros pueblos sedentarios, y la realidad vivida en el caso de la Gran Chichimeca, donde los enfrentamientos se prolongaron durante medio siglo, a pesar de haber intentado por todos los medios el logro de relaciones amistosas.

La intención de las autoridades tanto virreinales como de la Real Audiencia, como de las autoridades eclesiásticas que aconsejaban la acción del virreinato era salvaguardar la paz, para lo cual se procuró que los indios pacíficos continuasen ajenos a las acciones de guerra, debiendo centrarse las acciones contra los salteadores de los caminos y pueblos.

La paciencia sería el método que al final tendría mayor éxito. La acción virreinal se concretaría muy especialmente en cambiar alimento, animales, utensilios de todo tipo y ropa, por paz, y con mucho esfuerzo y paciencia, sufriendo ataques sorpresivos donde el daño era contrarrestado con nuevas entregas de bienes, finalmente se consiguió el objetivo deseado.

En el desarrollo de ese método destacó en 1582 la acción del padre Juan Alonso Velázquez, un clérigo que propuso como estrategia de conquista que “estas nuevas plantas tan incultas e infructuosas sean traídas a la espiritual evangélica cultura en la unión de los fieles, para que dejando de dar tan amargo y desabrido fruto le den bueno aunque sea trasplantado con algún destierro o cautiverio u otros castigos”.

Curiosamente ese sería el método aplicado que mayor éxito alcanzó para el control del territorio y para el asentamiento de las tribus nómadas que permanentemente hostigaban a granjeros y caminantes.

Álvaro Manrique de Zúñiga

El final de esta situación de desgaste llegaría de la mano del Virrey Álvaro Manrique de Zúñiga, Marqués de Villamanrique, quién  en 1589 decidió pactar una «paz comprada» que acabó teniendo éxito, No fue otra que la eliminación de los presidios militares, que fueron convertidos en centros de abastecimiento que acabarían convirtiéndose en núcleos urbanos que agruparon a las tribus, donde fue posible aplicar las estipulaciones reales en lo tocante a la libertad de los indios, dictando disposiciones que mejoraban sus condiciones de trabajo, conforme señalaban las Leyes de Indias.

Para fines del siglo XVI puede decirse que los pueblos englobados en el término “chichimeca” se habían convertido en sedentarios en los llamados pueblos de congregación, con lo que se puso fin al conflicto.

Cesáreo Jarabo

BIBLIOGRAFÍA:

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