La cocina mediterránea y la reina Isabel la católica

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Mucho se ha hablado de la vida y las numerosas virtudes cristianas de la Reina Isabel la Católica, cuyo proceso de canonización parece que va por buen camino. Y entre los numerosos actos que se están realizando en todo el mundo, en su memoria, ante la proximidad de la efeméride de su fallecimiento —el reciente 28 de noviembre se han cumplido 521 años— destaca el “Congreso Isabel la Católica, hoy”, celebrado recientemente en la capital colombiana, Bogotá.

Precisamente en este evento internacional, en el que se dieron cita destacados especialistas en la figura de nuestra Reina, se abordó un aspecto poco usual en su semblanza. Es bien conocida la defensa de la Reina de los indios y sus derechos, germen de la futura legislación en favor de la población nativa, pero el doctor en Medicina y Nutrición y premio Gregorio Marañón, Javier Aranceta, abordó una de las grandes aportaciones de Isabel la Católica: la alimentación.

Y no es que Isabel la Católica anduviera entre fogones —como hiciera nuestra Santa Teresa de Jesús, primera Doctora de la Iglesia—, pero el mestizaje que alentó desde el primer momento del Descubrimiento fue también la base de la alimentación entre dos mundos mucho más rica de la que había hasta entonces y que, luego, sería el germen de la dieta mediterránea, hoy tan apreciada como fuente de salud.

Hoy en día se la llama la dieta del futuro o “mind”, pero sus principios ya estaban inventados desde hacía tiempo y en España.

Y es que hay que recordar cómo era la alimentación en Europa antes del encuentro entre dos mundos. En concreto, en Europa, la alimentación era muy precaria y escasa, basada sobre todo en los derivados de los cereales (en particular el trigo). A esa subalimentación había que añadir las frecuentes epidemias, malas cosechas y hambrunas. En definitiva, el escenario era poco alentador y ello se reflejaba en la esperanza de vida.

Por lo que se refiere a la América precolombina, la situación no era mucho mejor. La alimentación se basaba fundamentalmente en el frijol y el maíz, complementado ocasionalmente con la yuca o también con la quinoa, que ahora se ha puesto tan de moda, además de los cientos de variedades de patatas, sobre todo, en la zona andina.

La simbiosis entre ambas dietas nutricionales contribuyó al enriquecimiento de la alimentación de que pudieron disfrutar los españoles de ambos hemisferios (sin olvidar los territorios del Pacífico), a partir de 1492, y que daría origen a esa cocina mediterránea que, sin duda, constituye una de las gastronomías más brillantes que puede haber en el mundo.

Un aspecto importante a tener en cuenta, según el experto nutricionista Javier Aranceta , es que esa dieta, fruto de la simbiosis auspiciada por Isabel la Católica, es su alto valor nutricional, por sus bio componentes, esenciales para una buena salud. Así, destacan el licopeno presente en los tomates y muy beneficioso para la próstata, o la capsaicina de los pimientos, que contribuye a ralentizar el envejecimiento.

También se refirió el doctor al Estudio PREDIMED —PREvención con Dieta MEDiterránea—, uno de los más importantes del mundo científico, que trata de los beneficios que aporta preventivamente esa dieta. Precisamente ese estudio elogia la simbiosis entre la alimentación indiana y europea como la más saludable y que mejor previene la enfermedad.

Asimismo, Javier Aranceta resaltó la simbiosis de la dieta mediterránea con la DASH, enfocada esta última a prevenir y reducir la presión arterial alta. De esa combinación nació la conocida como dieta Mind, que contribuye de forma decisiva a reducir la posibilidad de padecer demencia. Estudios británicos y estadounidenses coinciden en señalar a la Mind como la dieta del futuro contra el envejecimiento.

Pero el legado de Isabel la Católica no se limita sólo a la alimentación, sino que entra de lleno en el terreno de la Medicina, en donde también se produjo, como consecuencia del mestizaje impulsado por la Reina, el sincretismo entre la disciplina médica española y la india, mezclándose saberes, técnicas quirúrgicas, remedios naturales…

Hubo numerosas personalidades médicas que cruzaron el Atlántico hacia el Nuevo Mundo, según explicó Antonio Bascones Martínez, doctor en Medicina y Estomatología, Presidente de la Real Academia de Doctores de España y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina, en el Congreso de Bogotá, como Cristóbal de Ojeda, López de Villalobos —éste no participó directamente, pero sistematizó conocimientos médicos traídos por los conquistadores—; Diego de la Fuente, uno de los que primeros que explotó los componentes medicinales de la coca; Pedro Arias, crucial en el desarrollo de estrategias médicas en América, o Juan de Córdoba, entre otros.

Algunas de estas aportaciones a la Medicina, como la de la hoja de coca, resultaron fundamentales en la historia médica, y se pueden atribuir directamente al legado de Isabel la Católica. Puede decirse que marcó el inicio de una medicina globalizada. La farmacología europea se basó fundamentalmente en las plantas medicinales que vinieron del Nuevo Mundo, dando lugar a un sistema médico único que perdura en muchos lugares aún hoy.

Sin duda, el legado en este ámbito de Isabel la Católica puede ser un argumento más para impulsar su proceso de canonización.

 Jesús Caraballo

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