El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso está situado en la vertiente norte y a los pies de la sierra de Guadarrama, a pocos kilómetros de Segovia. La vertiente septentrional de la sierra de Guadarrama fue durante la Edad Media lugar de caza reservado para los reyes de Castilla, quienes la frecuentaban dada su riqueza cinegética y su proximidad a la ciudad de Segovia. Según crónicas de la época, el primer refugio real de monteros (conocido como Casa del Bosque) fue mandado construir por el rey Enrique III en el pueblo de Valsaín, el rey Enrique IV construyó un albergue y una pequeña ermita dedicada al arzobispo San Ildefonso.
En 1477 los Reyes Católicos donaron la ermita y el albergue con extensiones de tierra a la congregación de los monjes jerónimos del Monasterio del Parral en Segovia. Estos monjes hicieron pequeñas reformas y se trasladaban en los meses de verano cuando el aire fresco de la Sierra era más agradable que en Segovia. Esta granja, lugar de meditación y recreo de los monjes del Parral, fue el origen del pueblo y de ella tomó el nombre.
EL PALACIO
La historia del palacio se remonta a Felipe V, que quiso construir en este enclave un palacio para disfrutar de los días de retiro tras su abdicación. En 1719 mandó construir una capilla en sus alrededores, «sin demoler cosa alguna de lo antiguo» y en su día, el palacio fue residencia y durante siglos retiro de verano habitual de los reyes españoles. Criado en Francia y claramente influenciado por la corte de su abuelo, Luis XIV, el soberano no reparó en gastos y encargó su propio Versalles.
Destacan entre sus monumentos el Palacio Real, que refleja el lujo en el que vivía la monarquía española del siglo XVIII, y los jardines con sus fuentes, que ocupan 146 hectáreas de bosques, zonas ajardinadas y estanques. El proyecto recayó en Teodoro de Ardemans y el diseño de los jardines en René Carlier, discípulo del arquitecto del Rey Sol, que consiguió trasladar la opulencia de las construcciones francesas a La Granja. El resultado: un espectacular palacio barroco con frescos en sus techos, molduras, maderas policromadas y con delicadas lámparas realizadas en la Real Fábrica de Cristales de La Granja y, sobre todo, unos jardines como no se habían visto antes en España, donde se alzan diferentes árboles de especies de enormes coníferas exóticas como secuoyas o abetos de más de 300 años que le eran regalados al rey.
El palacio, en la parte frontal del complejo, consta de dos patios abiertos, añadidos entre 1727 y 1737, se añaden dos patios abiertos, el de los Coches, a la izquierda, y el de la Herradura, a la derecha, actualmente la principal entrada al palacio. Anexada al palacio, se halla la antigua capilla del monarca, la Real Colegiata de la Santísima Trinidad, que a su vez contiene un espacio conocido como Capilla de las Reliquias y Cenotafio Real. El panteón real de San Ildefonso fue la primera manifestación en España del arte funerario romano del siglo XVII, en combinación con el arte francés.
Cuando el 9 de julio de 1746 muere el rey Felipe V fue enterrado en la Colegiata en una cripta situada detrás del altar mayor, e Isabel de Farnesio, durante el reinado de su hijastro Fernando VI, se retiró a San Ildefonso y encargó una ampliación del palacio. Al morir la reina el 11 de julio de 1776 recibió sepultura, como su esposo, en la Colegiata y no en la cripta real de El Escorial por su propia decisión.
Durante el reinado de Carlos III el Real Sitio adquirió su ordenación definitiva. Durante los siglos XVIII y XIX, el Palacio de San Ildefonso fue la residencia de verano de los Borbones y en él se celebraron hechos relevantes de la historia de España: la boda de Carlos IV con María Luisa de Parma; la firma del Tratado de San Ildefonso entre España y Francia, el ministro Calomarde consigue durante la agonía de Fernando VII que se derogue la pragmática sanción decretada por Carlos IV a petición de las Cortes de 1789; los sargentos sublevados de la guarnición, obligan a María Cristina de Nápoles a proclamar la Constitución de 1812. Fue asimismo lugar de recepción de embajadas, nacimiento y bautizo de infantes, entre ellos el de la infanta Isabel (La Chata) y el de D. Juan, padre de Juan Carlos I.
El palacio sufrió un devastador incendio el 2 de enero de 1918 que afectó a la techumbre de todo el palacio y a la Casa de Canónigos, destinada a alojar al Abad y a los Canónigos de la Real Colegiata, quedando destruidos los frescos que decoraban los techos de la planta alta, algunas lámparas de cristal y bronce, muebles y las riquísimas telas que adornaban las paredes de los salones de esta planta.
LAS FUENTES MONUMENTALES
Entre sus bosques y zonas ajardinadas, se construyeron 26 fuentes monumentales con más de 300 surtidores, alimentadas por un sofisticado sistema de tuberías de 13 kilómetros de hierro fundido que garantizaba su perfecto funcionamiento y un gran estanque bautizado como “El Mar”, con capacidad para 216.000 m³ de agua. Se instalaron esculturas de mármol inspiradas en la mitología clásica, y se creó un laberinto de estilo francés que está abierto de nuevo al público desde los años 90 del siglo pasado. Las fuentes están inspiradas en la mitología clásica, incluyendo deidades, alegorías y escenas mitológicas. Se construyeron en plomo para prevenir la corrosión, aunque pintadas a imitación de bronce para ennoblecerlas, al igual que en Versalles.
Fuente de las Ocho Calles (un conjunto de ocho fuentes parecidas situadas alrededor de la Gran Plaza Circular dedicada a La Victoria, Hércules, Minerva, Marte, Neptuno, Ceres, Saturno y Cibeles), Fuente de la fama (de donde sale un chorro de más de 42 metros de altura), Fuente de la selva (por la que discurre el agua en forma de cascada), Fuente de Andrómeda (cuyo chorro principal sale de la boca del dragón moribundo y alcanza una altura de treinta y siete metros), Fuente de Leto más conocida como de Las Ranas (es una de las fuentes que ofrecen un espectáculo de agua más impresionante, tiene más de 60 surtidores de agua), Fuente de La Carrera de Caballos (es un conjunto de varias fuentes diferentes que funcionan a la vez. Neptuno, El Mascarón y Apolo), Fuente de La Cascada Nueva (que consiste en una gran escalera de mármol por la que cae el agua desde la parte superior), Fuente de Los Baños de Diana (fue la última fuente en construirse y la que más agua consume y se cuenta que el rey dijo al verla terminada: «Tres minutos me has divertido pero tres millones me has costado»), Fuente de El Canastillo (sus más de 70 surtidores y sus cuatro juegos de agua diferentes la convierten en una de las más esperadas por los espectadores), Fuente del Abanico y los céfiros (llamada así por la forma que adquiere al salir el agua por el surtidor principal), Fuente de los Vientos (con dieciséis cabezas a su alrededor que representan a los vientos), Fuentes de las Tazas Altas y Bajas y las Fuentes de los Dragones Altos y Bajos (en dos fuentes con cuatro grandes dragones), o la Fuente de los Dragones de Media Luna, y La Ría o Cascada Vieja.
Hoy en día, trescientos años más tarde, las fuentes siguen funcionando de abril a mediados de octubre, en un horario previamente establecido. A diferencia del pasado, solo lo hacen todas ellas de forma simultánea tres días al año: el 30 de mayo, el 25 de julio y el 25 de agosto, coincidiendo con las festividades de San Fernando, Santiago y San Luis, respectivamente, ya que el gran consumo hídrico resulta insostenible y limita la apertura de las fuentes. Todas las fuentes consumen una media de 9000 metros cúbicos por hora si funcionan a la vez, la misma cantidad de agua que se consume en la ciudad de Segovia.
LA FÁBRICA
La Real Fábrica de Cristales se establece en 1727 y gracias al espionaje industrial se incorporaron un buen número de especialistas europeos conocedores de las técnicas del vidrio más novedosas. Debido a la guerra de la Independencia española se apagaron los hornos en 1808. Fernando VII reanudó los trabajos en 1815, hasta la regencia de María Cristina, cuando en 1833 se arriendan los espacios a particulares. Al finalizar el último arriendo, en 1970, se constituye diez años después la Fundación Centro Nacional del Vidrio, con el fin de reformar el antiguo edificio de la Real Fábrica y dotarle de un museo, una escuela y un centro de producción, con miras a conservar y dar a conocer las tradicionales técnicas del vidrio.
El Museo Tecnológico del Vidrio se ubica en la antigua Real Fábrica de Cristales, el único edificio fabril que se conserva en la actualidad en el Real Sitio, diseñado en 1770 por el aparejador del Real Sitio, Joseph Díaz Gamones, y construido extramuros del recinto de La Granja, con planta basilical orientada al Mediodía y dos grandes y novedosas cúpulas de ladrillo sobre los hornos de fusión, en lugar de las antiguas armaduras de madera, que provocaron por esta causa la fábrica sufrió dos incendios, uno en 1753 y el otro en 1770.
Esta nueva fábrica, proyectada en 1770 por el aparejador del Real Sitio José Díaz Gamones y ampliada por el arquitecto Juan de Villanueva, es hoy la sede de la Fundación Centro Nacional del Vidrio y del Museo Tecnológico del Vidrio. alberga la Fundación Centro Nacional de Vidrio (Museo del Vidrio y Escuela-Taller de Vidrio) y el instituto el Parador Nacional fundado en 2007.
Se trata de uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura industrial del siglo XVIII a nivel europeo. Declarado Bien de Interés Cultural, alberga en su interior distintas exposiciones temáticas sobre la tecnología del vidrio, con maquinaria, herramientas y demostración de la técnica del soplado en vivo, además de exposiciones temáticas sobre vidrieras del conocido taller Maumejean, Cristal de La Granja, vidrio centro europeo, vidrio de diseño y vidrio artístico contemporáneo.
Contaba con dos grandes hornos con sus cúpulas para la salida de humos, así como salas de raspar y cortar, norias giratorias para los molinos, tornos, etc. En 1771 se empezó a fabricar vidrio hueco, bajo la dirección del sueco Eder y del francés Sivert. Al alemán Brun se debe la invención del dorado al fuego. En el siglo XIX fue explotada irregularmente por empresas privadas que se preocuparon muy poco de la conservación de las instalaciones que fueron definitivamente cerradas en 1970.
En la Real Fábrica de Cristales se muestran las técnicas de fabricación de vidrio de hace dos siglos e incluso es posible presenciar los trabajos de producción de vidrio como se hacía en su época dorada.
Jaume Mascaró Munar