
El gobierno de Abd al-Ramhan II siguió con las revueltas protagonizadas por los mozárabes, beréberes y muladíes. Durante su reinado la vida religiosa cristiana seguía con cierta normalidad, hasta que en 850 comienza con fuerza el movimiento de rebeldía mozárabe. Los motivos de la rebeldía fueron dos: el creciente islamismo de al-Andalus que seguía el modelo abassí, y el origen de un sentimiento de la “pérdida de España” por la comunidad hispano-visigoda.
La firmeza en la política de Abd al-Rahman II derivó, al final de su gobierno, en una tensa situación en la que el levantamiento mozárabe tuvo una importancia especial. Este tipo de insurgencia fue una seria preocupación para el sucesor de Abd al-Rahman II, su hijo Muhammad I.
En general, el gobierno de Muhammad I constituyó una continuación del de su padre, no introdujo cambios significativos. Los problemas se le agravaron y las respuestas fueron similares a las que dio su padre, con más dureza por la nueva complejidad de los mismos.
Especial atención le llevó el orden interno, sobre todo por la rebeldía cristiana encabezada por la comunidad mozárabe de Córdoba. Se inició un sentimiento de hispanismo enfrentado al régimen omeya, que en algunos momentos fue apoyado por el reino de Asturias, que era el principal núcleo de resistencia cristiana del norte.

Pero no quedó en esto el mayor de los problemas del reinado de Muhammad I. En el momento de su ascenso al trono en 852, se produce el alzamiento toledano. Los rebeldes provocaron la evacuación de Calatrava e infligieron derrotas militares al ejército omeya en la Bética. Los rebeldes, amparados por el resultado de sus acciones y apoyados por la oposición mozárabe al emirato, solicitaron la ayuda al rey de Asturias, Ordoño I. El rey asturiano, no dudó en prestar la ayuda solicitada y envió al conde Gatón del Bierzo, para apoyar a los toledanos y se enfrentaron a las tropas de Muhammad I en la batalla de Guadacelete, cerca de Orgaz, en 854. El resultado fue terrible para tropas toledanas aliadas con las asturianas y, aunque la victoria de Muhammad debió ser aplastante, no sirvió para acabar con la insumisión de Toledo.
San Eulogio de Córdoba
La sumisión de Toledo ocurrió pocos años después, provocada por dos causas. La primera fue endurecimiento de la política gubernamental hacia los cristianos. Y la segunda, fue el desgaste que el movimiento rebelde sufrió, no tuvieron los apoyos que ellos habrían deseado. Las predicaciones de san Eulogio no fueron suficientes para levantar el ánimo, y su compañero Álvaro, que acabó siendo su biógrafo, que escribió en 854, Indiculus luminosos para aumentar el espíritu de la resistencia, tampoco fue suficiente.
Los discursos y los escritos de Eulogio iniciaron el fenómeno de los “martirios voluntarios”, la intención era hacer ver al emirato que los cristianos preferían morir a ser sometidos y obligados a apostatar de su fe. En 850 se produce el martirio de once cristianos, decapitados por blasfemar contra Alá, sabiendo que esto les llevaría a la muerte. El carisma de Eulogio hizo que gran cantidad de cristianos ortodoxos le siguieran hasta el punto de que las ejecuciones ascendieron a un número elevado. Según Claudio Sánchez Albornoz, éstas superaron los procesos inquisitoriales llevados a cabo contra judíos y luteranos en la época de Felipe II.

Abd al-Rahman II mandó convocar un concilio cristiano en Córdoba en 852, con la intención de que el concilio condenase los martirios voluntarios, como así se hizo. San Eulogio fue ejecutado en 859, siendo primado electo de España, y con su muerte el movimiento insurgente mozárabe desapareció.

José Carlos Sacristán