Mallorquines mercaderes y corsarios durante la Guerra de Sucesión (y II)

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Durante la Guerra de Sucesión, Mallorca se inclinaba hacia el bando del Archiduque Carlos de Austria, y para mucha gente practicar el corso significó una vía muy rápida para salir de la crisis, aunque arriesgada. La intensidad de esta actividad permanecerá constante durante el siglo XVIII. El tráfico comercial continúa manteniéndose durante la contienda en los puertos mediterráneos, pero las relaciones comerciales entre Francia y España que tan positivas eran para la economía, peligraban por la inestabilidad política del momento. El aprovisionamiento de trigo de Mallorca y Barcelona fue esencial para el alimento de las tropas. A su vez, entre 1707-1708, ante el enemigo borbónico que Barcelona y Mallorca tenían en común, provocó que el tráfico se intensificase pasando de una media anual de 48 embarcaciones a 110. De entre las capturas conducidas a Mallorca destacan ente 1657 y 1715, un total de 160 presas de las que 86 eran valoradas en 337 mil libras mallorquinas.

Dentro de la navegación tenemos la denominada práctica de cabotaje. En este caso, el papel del corso mallorquín en la línea comercial entre puertos españoles y franceses cuando predomina la guerra, la consecuencia es que “la anterior guerra-corso se convierte ahora en guerra o corso”. Normalmente eran mercaderes y nobles, y el patrón o capitán estaba al mando del barco. Así mismo, tenemos constancia de una serie de individuos y familias dedicadas al comercio marítimo y al corso:

― La familia Ballester: Destacan los corsarios capitanes Santiago y Juan Ballester, muertos en 1685 y 1712 respectivamente. Un miembro destacado de esta casa fue Lorenzo Ballester y Campos, hijo del capitán Juan Ballester y Soler. Lorenzo Ballester fue un activo mercader y llegó a ser cónsul de Génova. Juan Ballester Soler fue armador y corsario.

― La familia Rosselló: Familia de patrones documentada entre los siglos XVII y XVIII que residieron en la parroquia de Santa Cruz en Palma, dedicados a los negocios de la mar y a comandar embarcaciones de transporte y corso. El patrón Gabriel Rosselló trabajó en colaboración del patrón Joan Capó. Durante la Guerra de Sucesión, cooperó con acciones de transporte y de corso en la causa del archiduque Carlos de Austria. En 1707 llevó un cargamento de cerdos de Mallorca a Denia para contribuir al soporte alimenticio de las tropas austracistas.

― La familia Ferrer: Familia de patrones y capitanes de mar documentada en Mallorca entre los siglos XVI y XIX. Residieron en la parroquia de Santa Cruz dedicados al comercio marítimo y al armamento de embarcaciones corsarias. El capitán Gabriel Ferrer comandó varias embarcaciones de transporte y corso. En 1707, comandó la fragata corsaria «San Antonio de Padua».

― La familia Villalonga mallorquina terrateniente era muy conocida básicamente por los negocios llevados a cabo por Don Juan Miguel Sureda y Santacília y su hijo don Juan Sureda y Villalonga, quien será nombrado marqués de Vivot a partir de 1717, y se habla de su intervención durante la Guerra de Sucesión.

Joan Sorà Oliver (Palma s.XVII-1711) se dedicó a financiar operaciones comerciales y corsarias. En 1707 fue a Liorno donde adquirió del mercader inglés John Arses, el pinque “Sant Pere Regalat”. El mismo año equipó con Miquel Fortesa, el bergantín corsario “Nostra Senyora de Gràcia i Sant Bonavenura que hizo corso bajo el mando de su hermano, el patrón Gabriel Sorà Oliver. El 1708, Joan Sorà Oliver partió a Génova y Cerdeña para realizar nuevas operaciones comerciales.

Bernat Bennassar Pascual, originario de Campanet. Fue marinero y comerciante. El interés sobre este personaje está en su relación con otros comerciantes mallorquines, lo cual le permitió beneficiarse y obtener gran fortuna durante la Guerra de Sucesión. En 1712 adquirió el barco “San José y San Buenaventura”.

― La familia Fonticelli tuvo una gran trascendencia en el comercio marítimo desde los siglos XVII al XIX.

― La familia Escoto: Destacan los hijos del matrimonio de Francisco Escoto y Joana Contestí, que fueron Juan Bautista (XVII-1720) y Bartolomé Escoto Conteste (XVII-1720). El heredero, Nicolás Escoto Conteste (Palma, s. XVII-1714), fue mercader viviendo en la calle de la Ferretería de Avall, en la parroquia de San Nicolás y en la parroquia de Santiago.

— Francesc Pomar i Pomar (Palma s. XVII-1738): Negociante y platero. Se dedicó― al comercio de tejidos y objetos de lujo. Además, llegó a importar hierro de Bizcaya y de Holanda. Como vemos, las relaciones entre los comerciantes mallorquines y los holandeses en el terreno mercantil fue constante durante el siglo XVIII, especialmente en la etapa bélica que tratamos. Este personaje fue trascendental, porque llegó a fijar una red comercial en conexión con Orán, Barcelona, Canarias, Valencia y otros puertos peninsulares.

            En cuanto a las presas de navíos mallorquines por parte de la piratería y corsarios extranjeros, tenemos que el 25 de Octubre de 1705, exactamente a las 10 de la mañana, entraban en la bahía de Palma tres naves en concreto de moros, y cerca del Cap de l’Enderrocat apresaron un llaút de pesca que pertenecía al patrón Gabriel Medinas. Dos años después, el 25 de Octubre, una galeota tripulada por piratas moros entra en la bahía y apresó otro llaút, a las 12 de la mañana. El 22 de Abril de 1708, se constata la noticia de la entrada a puerto de un bajel holandés con una nave francesa apresada que llevaba un cargamento de cebada y que además conducía un arzobispo apresado por orden de Felipe V. La escasez de trigo seguía y de hecho el 8 de Junio de ese mismo año un pregón prohibió que se extrajese trigo de la isla bajo multa de 500 libras. Debía ser una situación realmente desesperada.

            Por ese motivo, cobraban importancia los grupos y compañías aseguradoras, pues los mallorquines temían que sus cargamentos se perdieran. Entre los grupos aseguradores en la sociedad, destacan principalmente los xuetes (mallorquines de descendencia judíos conversos). Entre 1700 y 1718, recuperaron un dinamismo comercial bastante importante en cuanto al control de las exportaciones con los mercaderes. A principios del siglo XVIII, cada año estos xuetes exportaban mercaderías por valor de 33 mil libras. Este grupo social mallorquín estuvo especialmente orientado a regiones europeas como Génova, Liorna y Amsterdam.

Conclusiones

Parece cada vez más evidente la actividad de corsarios mallorquines documentada en el Archivo del Reino de Mallorca. Estos navegantes hicieron posible un dinámico tráfico de mercaderías relacionado con diferentes regiones y puertos del Mediterráneo. Jugaron un papel primordial en el comercio, y también en el abastecimiento de trigo durante la Guerra de Sucesión, por las numerosas capturas de barcos.

Del siglo XVII al XVIII los historiadores coinciden en que se dio unproceso de decadencia del comercio mallorquín por ciertas cuestiones, entre ellas que los mercaderes genoveses monopolizarán exportaciones de trigo de Liorna, por ejemplo. Las telas mallorquinas entraron en decadencia en comparación a otras telas más baratas y de moda, lo cual supone un golpe duro para la economía de nuestra isla. Sin embargo, el intercambio de trigo con Italia seguirá activo, a pesar de la decadencia de la pañería mallorquina. Los mercaderes mallorquines aprovecharon este conflicto bélico para sacar beneficio y seguir negociando.

                Precisamente el corso extranjero provocaba grandes pérdidas para muchos comerciantes mallorquines durante sus trayectos por el ámbito mercantil del circuito comercial italiano y marsellés en el Mediterráneo, pues ya hemos visto que se llevaban a cabo muchas capturas y muchos mercaderes mallorquines perdieron cargamentos.

                Lo cierto es que ser mercader era bastante rentable porque del comercio sacaban bastante beneficio. De hecho, con el comercio muchos mercaderes se hicieron realmente ricos, tanto que no querían dedicarse a otro tipo de cargo político o administrativo en las instituciones del Reino de Mallorca. Por eso mismo no hemos de olvidar que como todo, también tenía un lado umbrío cuando los comerciantes se adentraban al mar. Nos podemos imaginar la complicación de navegar con todos esos riesgos y enemigos por todos lados. Ello está muy bien reflejado en la documentaciónn de testimoniales del Consolat de Mar en el Archivo del Reino de Mallorca, donde realizamos nuestras investigaciones.

Finalmente, queremos terminar este artículo haciendo una apreciación personal. Aunque posiblemente la isla de Mallorca no tuvo el auge y esplendor comercial que tuvo entre los siglos XIII y XV, es innegable el papel tan importante de estos corsarios para la llegada de trigo y cebada a las islas. Debemos pensar que se trataba de una sociedad mallorquina náutica que ha ido moldeando ese carácter mallorquín hasta el día de hoy quedando reflejo en sus costumbres. A causa de las multitudes crisis de subsistencia, los mallorquines siempre se vieron amenazados continuamente por piratas de distintos lugares, por ello se vieron obligados a armarse de valor para adentrarse al mar y si ello implicaba firmar una patente de corso, estuvieron dispuestos a pagar cualquier precio.

Lydia Pérez

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