Concurso V Centenario: El libro mágico de la primera vuelta al mundo

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Narración creada por Marina, primaria

Enviada por Prof. Fátima Hernández

Colegio Buen Pastor

Mi nombre es Miguel y recuerdo que hace muchos años, cuando era pequeño, me pasó algo impresionante.

Yo tenía diez años y en el colegio estábamos dando la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano.

El colegio nos mandó leer un libro que tuviera que ver con la primera circunnavegación, entonces fui a la biblioteca y vi un libro gigante llamado “La primera vuelta al mundo”.

Lo cogí y me lo llevé a mi casa para leérmelo. Pensé que me costaría acabarlo ya que era muy largo y lo empecé a leer.

Cuando abrí el libro me llevé una sorpresa porque estaba en blanco, lo cerré y me acosté para dormir, pero el libro temblaba y emitía sonidos y de él salían destellos brillantes.

Yo estaba asustado y me di cuenta de que el libro empezaba a absorberme, yo estaba muerto de miedo, mi cuerpo se iba desvaneciendo y mis ojos se cerraron.

Abrí los ojos y aparecí en un lugar muy raro… ¡era un puerto!

Todo el mundo iba vestido de una manera muy extraña incluso yo vestía como ellos.

Cerca de mí había cinco barcos que tenían escritos sus nombres: Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago.

Muchas personas se subían a los barcos y un hombre me hizo subir a la Trinidad, yo tenía miedo porque seguramente estaría muy lejos de mi casa y no conocía a nadie.

Escuché a dos hombres hablar sobre lo que haríamos en el barco, ellos dijeron que el Rey Carlos I apoyó a Fernando de Magallanes quien reunió esos cinco barcos para dar la primera vuelta al mundo.

En ese momento yo estaba en estado de shock y pensé:

¡He viajado atrás en el tiempo!

¿Cómo fue posible?

No lo sabía, pero sí sabía que sería dura y difícil esa aventura pero, aún así, lo intentaría.

Partimos el 10 de agosto de 1519 desde el puerto de Sevilla. Nuestra flota descendió por el Guadalquivir hasta llegar a su desembocadura, en Sanlúcar de Barrameda en Cádiz.

La expedición zarpó definitivamente de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519. La primera parada fue en las Islas Canarias y la travesía continuó pasando por las islas de Cabo Verde en África.

Después de bordear la costa norte de África nuestra flota navegó hacia América.

Tras casi cuatro meses de navegación, nos acercamos a la costa de América y el 13 de diciembre llegamos a la bahía de Santa Lucia que actualmente es la ciudad brasileña de Rio de Janeiro.

Desde allí seguimos la costa hacia el sur, donde encontramos un canal que iba hacia el interior. Navegamos por ahí pensando que habíamos encontrado la entrada al mar del sur pero tras quince días, nos dimos cuenta de que era una ensenada tierra adentro con agua dulce, por lo que no era mar. Hoy se conoce como “el estuario del Rio de la Plata”.

Tras la decepción costeamos el litoral desconocido, llegando a lo que Magallanes llamó “la Patagonia”. Estábamos a tan solo unos días de la Antártida por lo que hacía mucho frío y buscamos refugio en una bahía a la que llamaron “puerto de San Julián” para pasar el invierno.

Las provisiones se agotaban y los días se hacían más cortos. Magallanes entonces pensó reducir nuestras raciones de comida. Varios capitanes y oficiales no estaban de acuerdo y acordaron exigir la vuelta a España.

El 3 de mayo de 1520 se perdió la nave Santiago que se hizo añicos contra las rocas de una desembocadura del rio Santa Cruz.

Continuó la expedición hasta el extremo meridional del continente y entre el 21 y el 27 de noviembre de 1520, pasamos el estrecho que une a los dos océanos.

Cruzarlo fue muy difícil.

Una vez terminadas estas minuciosas etapas conseguimos pasar el laberinto hacia el océano del otro lado del continente americano.

El 21 de noviembre de 1520 surcábamos por primera vez aquel mar del sur que, por lo serena y tranquila estaba su superficie, recibió el nombre de océano “Pacifico”. Sólo quedábamos tres naves ya que la tripulación de San Antonio se había sublevado antes de cruzar el estrecho y había regresado a España.

Tuvimos muy mala suerte porque durante tres meses por el océano Pacífico, entre el estrecho de Magallanes y hasta la llegada a las Islas Marianas, no descubrimos ningún punto de tierra firme, por lo que la hambruna y el escorbuto nos azotó, la verdad es que tuve suerte porque a mí no me afectó esa terrible enfermedad.

El agua se corrompió y nos comíamos incluso cuero reblandecido y serrín.

El 6 de marzo de 1521, cuando estábamos diezmados por el hambre, abordamos la Isla de Guam, perteneciente a las Islas Marianas, que llamamos “islas de los ladrones”.

El 16 de marzo llegamos a Sámar, por lo que fuimos los primeros europeos en avistar las Islas Filipinas a las que Magallanes llamó “islas de San Lázaro”.

Para Magallanes era muy importante mantener una paz estratégica con los indígenas y convertirlos al cristianismo y para ello utilizaba entre otras cosas el argumento de que serían más fuertes.

Para asegurar su alianza con un jefe indígena de la región, Magallanes se propuso derrotar a su enemigo Lapulapu, el jefe la isla de Mactán. Antes del ataque, Magallanes envió emisarios a Lapulapu para que cesara en su empeño de combatir y se sometiera al cristianismo y a la Corona española, oferta que Lapulapu rechazó.

En la madrugada del 27 de abril de 1521, Magallanes y cincuenta de sus hombres, uno de los cuales era yo, llegamos a la playa de Mactán para luchar contra Lapulapu y mil de sus hombres.

Magallanes estaba tan seguro de su victoria que pidió a los otros capitanes que no se involucraran en la lucha. Sin embargo, como la marea estaba baja, tuvimos que dejar los barcos lejos de la costa, por lo que no pudimos descargar los cañones ni las mejores armas. A esto se sumó que llegamos agotados por haber tenido que caminar casi un kilómetro por el agua.

Ya en la playa a medida que avanzaba la batalla, empezábamos a quedarnos sin municiones y los de Lapulapu avanzaban. Un indígena le clavó una lanza en la pierna a Magallanes quien falleció en combate.

Nosotros perdimos la batalla y Magallanes había caído antes de haber llegado a las Islas Molucas como era su objeto.

A su sucesor, duarte Barbosa, lo mataron a traición en Cebú. Acordamos que al quedar solamente 108 hombres para tres naves, se quemaría la nave Concepción y nombramos como jefe de la expedición a Juan López de Carvalho.

A finales de septiembre de 1521 acordamos destituir a Carvalho por mala conducta y nombramos a Gonzalo Gómez de Espinosa capitán de la Trinidad y a Juan Sebastián Elcano al frente de la Victoria.

Llegamos a las Islas Molucas a principios de noviembre y pedimos permiso al rey de allí para comerciar.

Cuando teníamos las naves cargadas de especias decidimos volver a España pero solo pudo partir la nave Victoria porque la Trinidad tenía una gran vía de agua. Yo me metí en la nave Victoria para regresar lo antes posible.

Mas tarde de salir de las Molucas no enteramos de que la nave Trinidad fue apresada por los portugueses.

Nosotros fuimos rumbo a occidente y bordeamos África con cuidado para que no nos atraparan los portugueses.

Finalmente llegamos a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522.

Habíamos conseguido dar la vuelta al mundo por primera vez. Nos recibieron en Sevilla hasta donde nos remolcaron y allí estaba toda la ciudad. La tripulación salimos en procesión hasta la Catedral para celebrar que habíamos regresado sanos y salvos de este gran viaje.

Nada más tocar el suelo mis ojos se cerraron y aparecí en mi casa justo en el momento en el que me había ido. Abrí el libro y esta vez, en vez de estar en blanco, tenía escritas todas las aventuras que pasamos.

FIN

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