Narración creada por Celia, primaria
Enviada por Prof. Fátima Hernández
Colegio Buen Pastor
Le llamaban Magallanes, pero en realidad su nombre era Fernando de Magallanes.
Ya de pequeño le encantaba jugar a que era el capitán de un barco y se divertía un montón en su pueblo cerca de Oporto. Pero conforme iba creciendo, su pueblo se le quedaba chico. Decide que quiere ir a Lisboa. Esa tarde le pregunta a su padre si puede ir a Lisboa, la capital donde estaba la acción, pero su padre no le hizo caso. Pasaron los meses y finalmente su padre se apiadó de él y decidió que lo mandaría a Lisboa, pero a trabajar.
Trabajar como criado no estaba en sus planes, pero la sola idea de vivir en la Corte le daba fuerzas para hacer cualquier trabajo. Allí se enteró de muchas historias sobre marineros que venían de tierras lejanas descubiertas hacía poco tiempo y tuvo curiosidad. Decidió que cuando fuera mayor sería marino. Pero no sabía que los cargos importantes se los daban a personas con más experiencia, así que cuando tuvo 17 años, se hizo sobresaliente en el barco que, aunque parecía algo bueno, en realidad era criado o paje.
Durante un tiempo Magallanes participó en todas las expediciones y conquistas que pudo, a favor del reino de Portugal.
Pasó por muchos cargos hasta llegar a capitán. Estuvo en la India varias veces y le gustó tanto, que se quedó a vivir allí durante cinco años. A Fernando de Magallanes empezaba a dársele bien los negocios y se dio cuenta de que con las especias podría ganar mucho dinero. Magallanes era afortunado de ser portugués porque no se tenía que preocupar sobre cómo llegar a las islas de las especias, al estar en la parte repartida por el papa Alejandro VI para Portugal. Lo que sí tenía que conseguir es que Don Manuel (rey de Portugal) le pagara la expedición a aquellas tierras y no le respaldaba así que Magallanes decidió irse a España.
Magallanes convenció a los Reyes de España de que las islas Molucas serían territorio español. La expedición se componía de cinco naves: Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago. De las cinco naves que comenzaron la expedición regresó sólo una.
Por supuesto los capitanes serían Magallanes y Elcano. Como a Magallanes, a Elcano también le gustaba jugar a los marinos desde pequeño, pero él vivía en Getaria (Guipúzcoa). Su ídolo era Cristóbal Colón quien poco tiempo antes había descubierto América. Su madre le decía que era Juan Sebastián Elcano y como se disfrazaba con su ropa, le decía que iba a ser Juan Sebastián Elcano el castigado. Aburrido de hacer siempre lo mismo, estaba deseando salir de Getaria y con los ahorros que consiguió con el contrabando se compró un barco enorme.
El problema ahora era conseguir suficientes marineros para empezar la expedición, para llenar tantos barcos necesitaban 234.
Antes de partir tenían que cargar los barcos con las provisiones necesarias para el viaje: comida, objetos para intercambiar con quienes se encontrasen en el viaje, etc… Por fin, el 10 de agosto de 1519, la expedición salía de Sevilla y el 20 de septiembre dejaron tierra firme desde Sanlúcar de Barrameda una vez que habían revisado todo bien.
Iniciaron la travesía por el océano Atlántico siempre hacia el oeste siguiendo la trayectoria del sol.
Magallanes a pesar de ser un buen marinero no era un buen capitán y sus hombres estaban muy disgustados con él. Sin embargo, aunque Elcano no era el capitán de ningún barco, ya desde el principio fue muy respetado por la tripulación por su trato amable y sus conocimientos.
Llegaron por fin a una bahía situada en el sur del continente americano a la que llamaron Río de Janeiro en honor de San Jenaro por descubrirla en su día. Aquello parecía el paraíso y después de intercambiarse regalos, siguieron su ruta y descubrieron el río de la Plata lo que les desilusionó mucho porque pensaban que era un estrecho que conectaba los océanos Índico y Atlántico.
Magallanes empezó a dudar sobre si los mapas que manejaban eran correctos y su tripulación empezó a desconfiar cada vez más de él, lo llamaban el “portugués loco”. Por esos días perdieron una de sus naves la Santiago por una tormenta, aunque sus tripulantes tuvieron suerte y se salvaron.
Por fin el 31 de marzo encontraron una nueva bahía que se llamaba San Julián. En ese momento que estaban ya cansados y empezaban a escasear los víveres y a hacer mucho frío, los capitanes decidieron revelarse contra Magallanes y pedirles que dieran la vuelta. Ordenó apresar a Juan de Cartagena y le quitaron la nave San Antonio y puso al mando a su primo Álvaro de Mezquita. Elcano participó en un motín en el que quitaron a Álvaro de Mezquita de capitán de la nave San Antonio, pero finalmente los seguidores de Magallanes deshicieron el motín y apresaron a los que se habían revelado. Aún así, como los necesitaba para terminar su misión, no les llegó a matar sólo a uno de ellos como lección.
Tras varios días de navegación, en noviembre de 1520, Magallanes empezó a sentir que ya estaban llegando al final del estrecho y decidió mandar una barca para ver si estaban cerca del Océano Pacífico en la que iba Elcano. Tras dos días de remar, consiguió encontrar el estrecho y fue a contárselo a Magallanes que se puso muy contento.
Cuando salieron del estrecho y se encontraron esa gran masa de agua, sólo quedaban ya tres naves, La Trinidad, La Concepción y La Victoria. Ya apenas les quedaba nada de comida ni agua. Para colmo contrajeron una enfermedad llamada escorbuto. Por fin el 17 de marzo avistaron tierra, estaban en Guam, una de las islas Marianas de la que tuvieron que salir pronto porque se enfrentaron a sus habitantes. Al menos cogieron provisiones.
Un error de cálculo de Magallanes hizo que descubrieran el archipiélago de Filipinas concretamente al cabo de Cebú. Hubo una guerra entre Cebú y otra isla llamada Mactán y fue allí donde murió Magallanes. Esto produjo una gran confusión entre los tripulantes que no sabían quién podía tomar el mando ahora. Carvallo fue el encargado de guiarlos, pero no hizo un buen papel y por amplia mayoría decidieron sustituirlo por Juan Sebastián Elcano que fue capitán desde las islas Molucas. La Victoria se había quedado anclado y cargaron el barco de que les quedaba de especias. Ahora tenían que decidir si volverse o seguir hacia adelante y Elcano decidió comprobar si verdaderamente la tierra era redonda.
Cuando por fin entraron en Sanlúcar de Barrameda, habían pasado casi tres años desde que habían salido del mismo sitio. Dos días después, el 8 de septiembre de 1521, entraban en Sevilla y todo el mundo fue a recibirlos con admiración.