Concurso V Centenario: Elcano, Legazpi y Urdaneta

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Narración creada y enviada por Alfonso Mújica

   Pues en el final de la Edad Media y principio de la era Moderna los puertos del País Vasco eran los puertos de Castilla. Y la Armada española era la armada de los puertos vascos y cántabros. En estos municipios se fabricaban navíos de guerra con cañones para el ataque de los buques enemigos. Así sucedía que se reunían las Juntas Generales de Guipúzcoa y decidían declarar la guerra a Inglaterra por sus ataques a los navíos comerciales guipuzcoanos. Y el rey de Castilla no hacía más que confirmar esta decisión desde Valladolid. Hacia los comienzos del siglo XVI ya Cristóbal Colon había descubierto el Nuevo Mundo. Se sospechaba entonces que la tierra era redonda por lo que contaban los navegantes. El Emperador Carlos V era el jefe de la mayor potencia mundial de aquella época: España. Decidió organizar una navegación por todo el mundo para descubrir en su caso la redondez de la tierra. Así se fletaron tres naves al mando de la nave Victoria. Su misión era traer especias al mundo Occidental y tratar de dar la vuelta al mundo.

   Así las tres naves salieron de los puertos de Cádiz y llegaron primero a las islas Canarias y más tarde a las costas de América. Entonces ya se había descubierto el Océano Pacifico al otro lado de América. Había sido Núñez de Balboa el que había llevado sus navíos a hombros de sus marineros para cruzar la América Central y había descubierto un nuevo mar al que bautizó de Pacifico. Así el capitán Magallanes decidió navegar hacia el sur para encontrar un paso hacia este nuevo océano.

 Después de muchos días de navegación encontró un estrecho en el Sur de América y a este le llamó el Estrecho de Magallanes. Por ahí cruzaron al Océano Pacifico. Pero allí con el frio y las tormentas perdieron alguno de los barcos. Tras muchos días atravesaron el Pacifico y llegaron a las islas del Sur. Magallanes estaba exultante de satisfacción porque en esas islas  ya habían estado los portugueses que venían de Occidente. Los españoles celebraron su éxito teniendo relaciones sexuales con las nativas y comprando especias a cambio de chucherías que tenían gran aceptación entre los indígenas. Pero un día un Jefe de una isla invitó a comer con ellos a Magallanes y sus oficiales. Les puso algo en la comida y luego vinieron sus soldados para rematar la faena y dio muerte al Capitán Magallanes y a los oficiales castellanos. Fue entonces cuando surgió la personalidad de Juan Sebastián Elcano. Con solo una nave y unos pocos marineros atravesaron los mares del Sur y las islas de Indonesia. De vez en cuando tenían que fondear en alguna isla para aprovisionarse de agua y de alimentos. Pero aquellas tierras estaban colonizados por los portugueses que eran enemigos de la Corona española. Por fin Elcano al mando de la nao Victoria dio la vuelta por el Sur de África y llegó al océano Atlántico. De allí subieron a Canarias y otra vez al Puerto de Sanlúcar de Barrameda. Llegaron exhaustos Y Elcano redactó una carta para el Emperador Carlos V. En ella le relataba el viaje indicando las especias que había traído y terminaba diciendo que “los que más se ha de temer es que hemos demostrado la redondez de la tierra puesto que partimos hacia Occidente y hemos vuelto por el Oriente.”.

   En una conferencia del marino mercante Sr. San Miguel oí que esos marinos de Elcano que venían desharrapados a España en realidad eran millonarios porque habían traído algún saco con especias que alcanzaban entonces más precio que el oro.

Elcano llegó a su pueblo Guetaria y allí descansó una temporada hasta que formó parte de otra expedición por el Pacifico. Allí sufrieron de una tormenta y Juan Sebastián murió y su cuerpo lo debieron de lanzar al mar.

En el siglo XX se hizo una conmemoración de la primera vuelta al mundo de Elcano. Le encargaron a mi abuelo Serapio Mujica que informarse sobre el apellido Elcano para poner ese nombre a una embarcación de cadetes de la Armada española. Mi abuelo descartó que el nombre fuese “el cano”, en castellano. Más bien era Elkano en euskera que quería decir algo así como propiedad de sembradíos. Así al barco de vela para grumetes se le llamó el Juan Sebastián Elkano.

Pero pasó el tiempo y vino a reinar en Castilla y en España el Emperador Felipe II, padre de Carlos V. Este a diferencia de su padre, que se ponía a la cabeza de sus tercios militares, dirigía su Imperio desde sus habitaciones en San Lorenzo de El Escorial, Monasterio que había sido levantado por el monarca. En Zumárraga, provincia de Guipúzcoa, había nacido Legazpi en el seno de una familia principal del pueblo. Cuando Legazpi fue mayor de edad decidió trasladarse a Méjico. Allí  ejerció el cargo de secretario. Este cargo no tenia funciones decisorias, pero intervenía en todos los pleitos y por eso adquiría el secretario una gran experiencia en todos los ámbitos de la vida. Pero posteriormente, pasados los años, fue nombrado Alcalde de la ciudad de Méjico. En ese cargo tuvo también mando de tropa y adquirió experiencia en este ámbito.

Hacia el año 1560 Legazpi se ofreció al Emperador para hacer alguna expedición y descubrir tierras de especias. Así fletó varios barcos y se embarcó con ellos desde Méjico por el Océano Pacifico. En la tripulación venía también Urdaneta. En el viaje Felipe II le había dado a Legazpi una carta para leerla en alta mar. En ella le decía entre otras cosas que quería en la expedición a Urdaneta porque tenía mucha experiencia. En efecto, Urdaneta había llegado anteriormente a Indonesia y en una isla de dominio portugués había estado ocho años. Había tenido tiempo de conocer los idiomas de los indígenas y además adquirir buenas experiencias. Sin embargo este marino, que más tarde abrazase el sacerdocio, no era partidario del rumbo que tomaba Legazpi. El pensaba que el Tratado de Tordesillas, que repartía el mundo conocido entre las dos grandes potencias, de España y Portugal, atribuía su dominio a la Lusitania. Pero Legazpi no le hizo caso como decía en la carta del Emperador. Cuando llegaron a una isla del archipiélago, que se llamaría en honor de Felipe II, Filipinas. Urdaneta tomó la decisión de en uno de los barcos volver a Méjico para lo cual tenía que luchar contra los vientos desfavorables. Pero Urdaneta decidió subir hacia el Norte y a la altura del Norte del Japón pudo coger vientos favorables y llegar a California y bajar luego a Méjico.  Así descubrió el tornaviaje y propició para que todos los años el galeón de Manila pasase con las sedas y las porcelanas chinas hacia tierras de Nueva España.

 Pero allí organizó sin descanso otra expedición con albañiles y carpinteros y otros profesionales para edificar viviendas y centros de la Iglesia y la cultura en las islas Filipinas. Y  pronto volvió al archipiélago y se unió a Legazpi.

   Pero ¿cómo se arreglo Legazpi para imponer su mandato sobre las filipinas? Pues a base de negociaciones con los jefes indígenas. Les prometía defenderles de los piratas malayos y de los comerciantes chinos. Hacia un hermanamiento de sangre con los jefes y así pasaban al mandato del Emperador. Legazpi prohibió a sus hombres las relaciones sexuales con las nativas y las operaciones de intercambio de especias eran vigiladas por un interventor de la Corona.

Así las islas filipinas pasaron al mando español. Legazpi preguntaba a los jefes por la muerte del capitán Magallanes. Pero no le supieron dar una razón de la misma. A veces se quejaban de que los navíos españoles habían disparado con los cañones al llegar a una determinaba isla. Legazpi les decía que eran salvas de saludo normales en España. Y ya con más de sesenta años murió el de Zumárraga y allí quedó su familia que fue la que recibió los honores y parabienes que correspondían al propio Legazpi.

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