Su nombre, antes de profesar, era Rafael Lazcano González. Nació en Sevilla el año 1532 y falleció en México el 28 de marzo de 1604.
Estudió medicina en las universidades de Alcalá y de Sevilla, universidad ésta última en la que se graduó el año 1552.
Destacó en la profesión y fue médico personal de Felipe II, partiendo en 1557 para la Nueva España acompañado de su mujer y de sus tres hijas, incorporándose a la Universidad de México, donde se doctoraría el 20 de julio de 1567. En 1568 fue designado inspector de las farmacias de la ciudad de México y poco después decano de la Universidad.
Habiendo fallecido su esposa y habiendo profesado sus hijas como monjas, ingresó en la Orden de San Agustín, donde profesó el 26 de agosto de 1569, destacando en el estudio de la Teología y siendo promovido a prior del convento de Oaxaca y en 1594 del de Taxco. También fue visitador de la Provincia de México.
Esta circunstancia no le impidió su ejercicio como médico y como divulgador. Así, en 1579 publicó el primer manual de Medicina de Nueva España bajo el título Tratado breve de medicina y de todas las enfermedades, que se vio reeditado en 1592.
En el mismo trata de Medicina, de Cirugía y de Anatomía. En el mismo, de carácter divulgativo, incluye recetas que atienden los remedios indígenas y las terapias clásicas de la medicina europea. Se trata del primer libro médico editado en América, y en el mismo recomienda el uso de naranjas y limones para el tratamiento del escorbuto.
Y siendo importante su labor en los campos que trató es este asunto, el del tratamiento del escorbuto, la principal de sus aportaciones, en una época que se había ganado merecida fama como causante de gran mortandad entre los marineros. Esa circunstancia hizo que la obra fuese reeditada incluso tras su muerte.
Noticias de la enfermedad, recibió Farfán de primera mano, pues llegó a conocer a Andrés de Urdaneta, también agustino, que falleció un año antes de que él mismo profesase.
Es el caso que, con esas informaciones acabó diseñando un medicamento antiescorbútico con una fórmula sencilla: media naranja, medio limón y un poco de alumbre quemado. Quedaba demostrado que eran erróneas las creencias que culpaban al confinamiento y las condiciones de la navegación del desarrollo de la enfermedad… Y todo sin tener referencia del ácido ascórbico, que fue descubierto… en 1932.
El tratamiento con naranjas y limones llegó a ser de uso común en el “Galeón de Manila” y en las flotas.
Nos encontramos así con un benefactor de la Humanidad, dado que el escorbuto representaba una terrible tortura responsable de la muerte de más marineros que todas las tempestades y todas las batallas.
Pero como en tantas otras circunstancias, el nombre de Agustín Farfán es sencillamente desconocido no sólo para el gran público, sino para la inmensa mayoría de la población, y todo, en parte, gracias a la perseverancia anglosajona por la tergiversación de los hechos, sobre todo con los relacionados con España… y por la pereza del pueblo español.
Hoy conocemos que la falta de vitamina C provoca el escorbuto. También sabemos que el mismo se combate tomando frutas y verduras frescas así como, en menor intensidad, leche, carnes y pescados.
Y en 1617, desconociendo la existencia del ácido ascórbico, la flota que con destino a Filipinas partía comandada por Francisco de Tejada y Mendoza, embarcó cuarenta y cuatro fresqueras de agrios de limón, cinco barriles de limones y una cantidad desconocida de jarabe de limón, y eso ocurría ciento treinta y seis años antes de que el británico que se lleva los honores del descubrimiento, James Lind publicara su trabajo y ciento setenta y ocho años antes de que Inglaterra incluyera cítricos en el rancho de sus marineros.
Estamos hablando que, al fin, Inglaterra incorporó la solución en 1753. Por esas fechas se estaban llevando a cabo expediciones españolas en las que no se dio ni un caso de escorbuto.
Casi dos siglos antes de que el escocés James Lind afirmara en 1753 que el remedio contra el escorbuto era comer frutas cítricas, Agustín Farfán había promovido su uso…Pero es que, además la armada inglesa no aplicó el uso de cítricos hasta 1795.
Sin embargo, es por todos “conocido” que la cura del escorbuto se debe James Lind, que con toda seguridad tuvo conocimiento de los trabajos de Farfán, que como queda señalado, habían sido publicados como medicina divulgativa.
Y en ese mismo orden británico, Stephen Bown, que reconoce que el uso de cítricos para la curación del escorbuto no era ninguna novedad, no cita para nada el origen del descubrimiento ni el uso dada por la Armada española a lo largo de los siglos, señalando sin embargo que había sido utilizado en 1593 por el pirata Richard Hawkins y en 1614 por el también pirata John Woodall.
La verdad es que durante los siglos XVI y XVII, las publicaciones de los cronistas, navegantes, geógrafos, médicos y naturalistas españoles, traducidas al latín, eran leídas con avidez por todas las personas cultas de Europa.
Cesáreo Jarabo
Gracias Cesareo. Muchas gracias por todo lo que haces por España.
Gracias a ti. Esos comentarios son gasolina para mi motor.