Alejando Malaspina Molilupi, nació el 5 de noviembre de 1754 en Mulazzo (Italia), en una familia de alcurnia.
Caballero de la Orden de Malta, brigadier de la Armada Española, navegante, científico y filósofo, estudió lenguas clásicas, retórica y humanidades.
Cursó estudios en Palermo y en Roma, y a los 17 años realizó una tesis de física que, en 1774, le facilitaría el ingreso en la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, sin por ello dejar de profundizar otros aspectos del conocimiento como la geografía, la economía y la historia.
En su carrera militar, en 1775 está presente en la defensa de Melilla; en 1780 participó en el asedio a Gibraltar, cuando fue apresado por los ingleses, de quienes se zafó sublevando a la marinería y recuperando el control.
En 1782 luchó contra la armada inglesa en el cabo Espartel, donde su comportamiento le reportó el ascenso capitán de fragata, y a partir de aquí enfocaría su porvenir a las expediciones.
En 1783 viajó a Manila en la fragata Asunción, y en 1786 partió al mando de la fragata Astrea rumbo a las islas Filipinas circunnavegando el globo. Hasta esa fecha, sólo doce navegantes habían podido realizar, sanos y salvos, la vuelta al mundo.
El 10 de septiembre 1788 presentó su plan para realizar una expedición con amplísimos objetivos científicos que abarcaban todos los ámbitos sociales, políticos, geográficos, culturales, económicos… El proyecto estaba autorizado en octubre y para el mismo fueron construidas dos corbetas idénticas, la Descubierta y la Atrevida, cuyas dotaciones, de 102 voluntarios cada una, estaban compuestas por astrónomos, cartógrafos, botánicos, hidrógrafos, naturalistas, médicos, cirujanos, capellanes, dibujantes, oficiales de mar, artilleros, marineros, grumetes y criados. Bibliotecas, laboratorios equipados con instrumentos astronómicos y náuticos, geodésicos, meteorológicos, físicos, químicos y biológicos eran elementos principales de la impedimenta. Las corbetas partieron de Cádiz el 30 de julio de 1789, comandadas respectivamente por Alejandro Malaspina y por José Bustamante, en una misión de magnitudes enciclopédicas.
Su derrotero abarcaría desde el Cabo de Hornos hasta Vancouver, con escalas en el Río de la Plata, las islas Malvinas, El Callao, Guayaquil, Acapulco, etc.
La expedición recorrió la costa atlántica y la costa del Pacífico hasta llegar a Alaska, en cuya bahía de Yakutat, demostrando la inexistencia del mítico paso del noroeste.
Desde Acapulco llegaron a Nueva Zelanda, a Australia, regresando a El Callao en julio de 1793, de donde se envió parte de la expedición, con su correspondiente intrumental, a cruzar el continente hasta el Atlántico, para ser recogidos nuevamente en Montevideo. En ese periplo se ubicaban astronómicamente los sitios, se levantaron cartas geográficas, se realizaron observaciones geológicas, botánicas, zoológicas, etnográficas y lingüísticas.
Se organizaron las operaciones geodésicas y trigonométricas, las observaciones astronómicas y los trabajos cartográficos. Los naturalistas y botánicos examinaban los suelos y formaban sus herbarios y colecciones de especies vivas. Examinaron la calidad de los minerales, la salubridad de las aguas, el magnetismo terrestre y las condiciones barométricas. Se recogieron objetos de todas clases. Se dibujaron hombres, animales y plantas y las ciudades visitadas.
Se elaboraron cartas hidrográficas, experimentos físicos y químicos, estudios de la fauna y flora, geología y geografía, descripciones etnográficas, antropología e inventarios económicos y estadísticos de todos los territorios visitados. En conjunto una ingente obra sin parangón que obvió ningún capítulo, ni la industria, la minería, el comercio o la agricultura.
Pero, además, Malaspina presentó unos resultados en los que plasmaba la realidad de todo el Imperio de forma armónica, señalando la importancia de cada asunto en cada lugar.
Malaspina representó la guinda en la labor llevada por España durante tres siglos.
Tras cinco años de expedición, el 21 de septiembre de 1794 regresó al puerto de Cádiz habiendo completado una misión que, si no dio la vuelta al mundo porque no era su objetivo, aportó noticias de primerísimo orden de América, de Asia y de Oceanía. Habían realizado un viaje sin precedentes.
Malaspina fue recibido por Carlos IV, ante quién el Secretario de Estado Antonio Valdés anunció que los resultados del viaje serían hechos públicos. Algo que nunca llegaría a suceder.
La comisión que preparaba la publicación del viaje fue disuelta y los documentos fueron confiscados.
En marzo de 1795 fue nombrado brigadier; su influencia política crecía… y el 23 de noviembre fue encarcelado, acusado de conspiración por parte de Manuel Godoy.
En abril de 1796 era expulsado de la armada y condenado a diez años y un día de prisión en el castillo de San Antón de La Coruña, de donde fue excarcelado y desterrado a Italia en 1803.
Hoy día dichos materiales se encuentran repartidos en archivos de medio mundo, desde Manila y Sydney hasta Londres, México, Lima o Moscú, y entre ellos el fondo más completo es el que dio lugar a la creación del Depósito Hidrográfico, el actual Museo Naval de Madrid.
Falleció el 9 de abril de 1810.
Cesáreo Jarabo
Excelente articulo, apreciado Cesáreo!
Otro ejemplo claro del impulso y poder (intelectual) español, frenado en seco por el poder (politico) y su necedad mas ruin que cualquier enemigo: nunca se publicaron los resultados de semejante hazaña cientifica!?!?!? Gracias por recordar a este italiano que eligió España!
Pues si, otro más.