Andrés de Olmos nació en un lugar indeterminado de la Comarca de Oña (Burgos), alrededor de 1485, y falleció en Tampico (México), el ocho de octubre de 1571.
Fue misionero franciscano etnógrafo, y gramático de varias lenguas indígenas.
Se supone que estudió Cánones y Leyes, hoy Derecho Eclesiástico y Derecho Civil, y también se estima que esos estudios pudo llevarlos a cabo en la Universidad de Valladolid o en la de Salamanca, pero no existen datos fidedignos que lo corroboren.
Contando veinte años ingresó en la Orden Franciscana en el Convento de Valladolid, donde destacó por su dedicación y fue escogido por Fray Juan de Zumárraga para realizar pesquisas en Vizcaya sobre determinadas actividades de brujería, y posteriormente, cuando en 1528 Zumárraga fue nombrado Obispo de México, le acompañó en su destino.
Encontrándose ya en tierras americanas, se inició como explorador en tierras desconocidas como pionero destinado a evangelizar, teniendo siempre como base la ciudad de México, y recorriendo los conventos a los que era llamado.
Esta función le había sido encomendada como especialista que era en temas de brujería, al objeto de pulir los métodos de evangelización, pero junto a esa misión, estaba llevando a cabo un control sobre la aplicación de las encomiendas, lo que en 1533 le llevó a efectuar una protesta al Rey por la mala praxis que había observado en las mismas, y al tiempo se estaba formando en lo que acabaría encumbrándolo: la etnografía y los lenguajes autóctonos.
Profundizó el estudio de las lenguas indígenas entendiendo que era el mejor método para llevar a cabo su misión principal: la evangelización, por lo que acabó aprendiendo los idiomas más extendidos en su ámbito de actuación: el náhuatl, el totonaca, el tepehua y el huasteca. Y lo hizo en profundidad, siendo que acabó escribiendo la primera gramática del náhuatl, la lengua mayoritaria en el siglo XVI de la Nueva España, que como las demás, era ágrafa.
Y no fue sólo el náhuatl, porque llegó a conocer a la perfección otras lenguas indígenas, lo que le permitió realizar un vocabulario y obras teatrales en las mismas, destacando sus aportaciones a la gramática de la lengua totonaca, de la huasteca y de la chichimeca, tribus que evangelizó.
A los cinco años de su llegada, la actividad cultural llevada a cabo por el padre Andrés Olmos llegó a ser un ejemplo que no pasaría desapercibido a su superior jerárquico, Martín de Valencia, como tampoco pasó al presidente de la Audiencia de México, Sebastián Ramírez de Fuenleal, quienes le encargaron un trabajo etnográfico sobre los habitantes de las ciudades de Tenochtitlan, Tezcoco y Tlaxcala, para que “de ello hubiese alguna memoria”, para que “lo malo y fuera de tino se pudiese mejor refutar” y para que “si algo bueno se hallase se pudiese notar, como se notan y tienen en memoria muchas cosas de otros gentiles”.
Y ese mismo año 1533 participó en la fundación del colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, donde se impartían los conocimientos que se conservaban en los códices precolombinos, donde estaban relatados los conocimientos sobre medicina autóctona y sus diversas artes, completados con las matemáticas, el latín, la Historia europea, las Sagradas Escrituras o la gramática. Las mismas materias impartidas en las Universidades peninsulares.
La actividad cultural no le impedía llevar a cabo la misión que tenía encomendada, sino que se la facilitaba. Traducía textos latinos, escribía sermones y manuales de doctrina cristiana en las cuatro lenguas indígenas que dominaba, y llegó a representar, ante el obispo Zumárraga y el virrey Mendoza una pieza de teatro , el “Auto del juicio final”… en náhuatl. No sería la única; con ellas realizaba catequesis.
Pero no había llegado al cenit de su labor. A partir de estos momentos dejaría su trabajo con los indios sedentarios para lanzarse a la evangelización de los nómadas, siendo que para 1544 fundó Tamaholipa con los chichimecas, y por encargo de sus superiores estudió la cultura y la lengua de los nativos de la región central de México, donde recogería las noticias sobre la cultura de los pueblos nahuas.
En ese mismo periodo, y hasta 1554 se dedicó a la evangelización de los indios en Hueytlalpan, para quienes fundó un hospital y elaboró su Arte de la lengua totonaca, gramática y vocabulario que dominaba a la perfección, y procesó por idólatra y polígamo a un cacique del lugar.
Contando sesenta y tres años, y tomando como base la Gramática de Nebrija, en náhuatl, elaboró en 1553 su Arte de la lengua mexicana, donde señala las “maneras de hablar comunes”, las “maneras de hablar que tenían los viejos en sus pláticas antiguas” y “la plática que hace el padre al hijo amonestándole que sea bueno”; también redactó un Vocabulario de la lengua mexicana.
Ardua labor que dejaba a las claras las enormes capacidades intelectuales de Andrés de Olmos, que fue capaz de codificar un sistema lingüístico radicalmente diferente del latín que contiene unas estructuras radicalmente distintas, con sufijos y mecanismos lingüísticos que llegan a ser muy sutiles.
Ardua labor… que se anticipó ella en tres años a la primera gramática de la lengua francesa, de Louis Maigret, aparecida en 1550. Con un añadido a la cuestión de la fecha de publicación… se trata de una segunda producción, ya que la primera no le satisfizo.
Los trabajos lingüísticos posteriores han modificado poco o nada a lo aportado por fray Andrés de Olmos.
En 1553, completaría un nuevo estudio sobre las hechicerías en lengua náhuatl. En 1554 fundó convento en Tampico, pueblo que él mismo había fundado hacia 1534. Ahí moriría el ocho de octubre de 1571.
Cesáreo Jarabo
Excelente y merecido recuerdo a este prohombre que, por cierto, vale decir que es amplia y agradecidamente recordado en México a traves de avenidas, calles, barrios, escuelas, colegios, asilos que perpetúan su nombre. Es bueno que en España, al menos con esta reseña tambien se lo recuerde. Gracias Cesareo
Sabias que sus cenizas yacen en la iglesia de Tampico Alto ?