ÁNGEL SANZ BRIZ

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Ángel Sanz Briz

Testimonio de Helen Dévai y Anna Vándor, supervivientes salvados por la embajada de España en Hungría.

Vivíamos en la casa protegida de la Legación Española del parque Szent István número 35. En la entrada depositaron una estrella amarilla grande y había guardias, al principio un policía, un Cruz Flechada. Los judíos que no tenía carta de protección tenían que abandonar la casa, los cristianos podían decidir irse o quedarse.

Al principio podíamos salir de la casa entre las 15 -17 horas, pero a estas horas ya no había comida en las tiendas. Más tarde prohibieron que dejáramos la casa, así muchos, literalmente, murieron de hambre. En la casa aparecían muchas veces policías y Cruces Flechadas acompañados por alemanes y pedían la documentación.

Yo, Anna Vándor, vivía en un piso de dos habitaciones y medio, junto a 52 otras personas. Mis dos hijos y yo dormíamos en el suelo sobre colchones. En la bañera depositaron unas tablas y dos personas dormían allí. Luego cortaron el agua lo cual provocó condiciones higiénicas catastróficas. Todos sufríamos de los piojos y pulgas pero por pudor no hablábamos de ello.

Desde nuestras ventanas éramos testigos de dolorosas escenas que se repetían diariamente; veíamos marchando a gente mal vestida, con mochilas. Eran judíos, niños, viejos, enfermos, recogidos de otras casas protegidas que enfrentaban la muerte segura. Aquella desesperación, los llantos y gritos no se pueden olvidar.

Nuestra salvación se debe a György Bárdos, jurista, que era nuestro portero. Se vistió de Cruces Flechadas y hacia las cuatro de la madrugada fue a la Legación de España.  

Con nuestro testimonio queremos dar una imagen de como vivíamos y cuánto sufríamos en la casa protegida en Budapest durante la ocupación alemana.

EL PERSONAJE

Ayudar a los demás no tiene precio,

y no tiene límites,

solo los obstáculos de las dificultades,

pero tiene muchas gratificaciones

personales y religiosas,

el recuerdo de las personas que ayudaste

y el premio que Dios te guardará,

para cuando llegue el final.

(Andrés Eloy Villarroel Rojas)

Ángel Sanz Briz nació en Zaragoza el 28 de Septiembre de 1910. Hijo de Felipe Sanz, un rico comerciante, y de Pilar Briz, fue el último de cuatro hermanos y una hermana.

Estudió en el colegio Escuelas Pías de los padres Escolapios de Zaragoza y se licenció en Derecho por la Universidad Central de Madrid, ingresando en la Escuela Diplomática en 1933. Al comenzar la Guerra Civil española se alistó voluntariamente en las filas de las tropas nacionales como conductor de camiones del Cuerpo del Ejército Marroquí. Una vez finalizada la contienda obtuvo su primer destino diplomático como Encargado de Negocios en El Cairo (Egipto), siendo destinado posteriormente a Hungría, en plena II Guerra Mundial.

LA INVASIÓN DE HUNGRÍA

En marzo de 1944, las tropas rusas avanzaban por el este de Europa, mientras al otro lado del canal de La Mancha se ultimaban los preparativos para un desembarco de los aliados en Normandía. En cuanto al Eje, Adolf Hitler ordenó la ocupación militar, correspondiendo a Adolf Eichmann la responsabilidad de supervisar las deportaciones de judíos a los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau.

Sanz Briz fue testigo de cómo los judíos eran exterminados y decidió, a pesar del riesgo que suponía, ayudar a todo el que pudiera. Lo primero que hizo fue informar a Madrid.

No obstante, en la nota verbal de referencia no se hace mención al hecho de que entre las 500.000 personas deportadas había un gran número de mujeres, ancianos y niños perfectamente ineptos para el trabajo y sobre cuya suerte corren en este país los rumores más pesimistas.

Sanz Briz no fue el único que informó de lo sucedido: un año antes lo hizo el secretario de la Embajada española en Berlín, Federico Olivar, mientras Miguel Ángel de Muguiro, encargado de Negocios en la legación española de Budapest, hacía lo propio. Este último, en connivencia con Olivar, rescató un viejo decreto promulgado por la Dictadura de Primo de Rivera en 1924 que daba la posibilidad de conceder la nacionalidad española a los descendientes de los sefardíes expulsados de España por los Reyes Católicos, consiguiendo así visados españoles para 500 niños que fueron enviados a Tánger. Lo que no sabían los alemanes era que la Ley había sido derogada por la II República en 1931.

No pasaría mucho tiempo para que los nazis recelaran de Muguiro. Se presentó una protesta formal a Madrid y no quedó más remedio que cesar al madrileño, dejando la titularidad de la embajada a su secretario, Sanz Briz.

Junto a Giorgio Perlasca, un italiano que había luchado en la Guerra Civil, Sanz perfecciona la idea de Muguiro: había que hacer lo mismo, pero sin levantar sospechas, lo cual exigía una nueva y mejor planificación. El primer paso fue simular la nacionalización de Perlasca, quien cambiaría su nombre por el de Jorge, siendo contratado por la Embajada.

Mientras desarrollaba su plan, nuestro personaje comenzó a colaborar con el embajador sueco Raoul Wallenberg, con el Nuncio Apostólico Angelo Rota, el cónsul suizo Carl Lutz y muchos otros diplomáticos que atendían una red clandestina de salvamento. Lutz había creado unos salvoconductos llamados schutzbriefe, unos visados de protección que, entre los judíos, tomó el nombre de “certificados de vida”. Éste fue el modelo que inspiró al zaragozano.

          UN PLAN PARA SALVAR VIDAS

Tras su nombramiento como embajador, Sanz Briz envió a Adolf Eichmann una carta rindiéndole la oportuna cortesía, a la que adjuntaba una sustanciosa donación económica para garantizar el respeto a los sefardíes por parte de las SS. Gracias a una excelente gestión negociadora, la embajada española obtuvo 200 salvoconductos, aunque gracias a su arrojo e inteligencia, el zaragozano logró conceder visados a 5.200 judíos.

Certifico que Mor Mannheim, nacido en 1907, residente en Budapest, calle de Katona Jozsef, 41, ha solicitado, a través de sus parientes en España, la adquisición de la nacionalidad española. La legación de España ha sido autorizada a extenderle un visado de entrada en España antes de que se concluyan los trámites que dicha solicitud debe seguir.(Ejemplo de salvoconducto).

¿Pero cómo se puede salvar a 5.000 personas con tan solo 200 salvoconductos, cada uno de ellos válido para un solo titular? El propio Sanz Briz explicó años más tarde que los 200 documentos que le habían sido concedidos los convirtió en visados familiares; por tanto, válidos para 200 familias. Además, la numeración de los documentos cedidos por los nazis se descompuso en muchísimas series, cada una diferenciada con las letras del alfabeto; así, además de que cada documento era para 4 o 5 personas, cada número estaba compuesto de series: 134-A, 134-B, 134-C, 134-D… De esta manera, las 200 familias se multiplicaron indefinidamente. Sólo había que tener suma precaución en no expedir un documento que llevase el número superior al 200.

Conseguí que el Gobierno húngaro autorizase la protección por parte de España de 200 judíos sefardíes (…) Después la labor fue relativamente fácil, las 200 unidades que me habían sido concedidas las convertí en 200 familias; y las 200 familias se multiplicaron indefinidamente, con el simple procedimiento de no expedir salvoconducto o pasaporte alguno a favor de los judíos que llevase un número superior al 200. (Ángel Sanz Briz, Los judíos en España)

Documento salvoconducto

Mientras las autoridades húngaras tramitaban los salvoconductos, Sanz Briz empleó su propio dinero para alquilar inmuebles donde poder cobijar a los nuevos españoles, alimentarlos y proporcionales atención médica, y para garantizar su seguridad hizo poner en las puertas y fachas de estos edificios un cartel: Anejo a la Legación de España. Edificio extraterritorial. Allí, permanecerían hasta que Sanz Briz consiguiera un medio de transporte hacia Suiza, España o cualquier otro país donde estuvieran a salvo.

A finales de 1944, la caída de Budapest era inminente. Como la España franquista no mantenía relaciones diplomáticas con la URSS, Sanz Briz recibió la orden de abandonar la capital y trasladarse a Suiza, aunque antes el embajador dejó toda la infraestructura que había organizado en manos de sus colaboradores, entre los que hay que destacar a Giorgio “Jorge” Perlasca, quien, declarando ser cónsul español en Budapest, continuó su labor utilizando documentos de identidad españoles falsificados por él mismo. De esta manera, se consiguió mantener a salvo a los judíos hasta el 16 de enero de 1945, fecha en que el ejército soviético entró en Budapest.

AÑOS POSTERIORES

A lo largo de su carrera, mi padre siempre nos decía: lo que tuve el privilegio de hacer en Budapest es lo más importante que he hecho en mi vida (Adela Sanz-Briz), durante el homenaje concedido al diplomático por el Ministerio de Exteriores el 27 de octubre de 2008).

Entre 1946 y 1960 Sanz Briz estuvo al frente de varias embajadas, legaciones y consulados, entre ellas, la de Lima, Berna, Vaticano y Bayona. En 1960 fue nombrado embajador en Guatemala, donde recibió la Gran Cruz de la Orden del Quetzal. Dos años después fue destinado a Estados Unidos, donde continuó su carrera diplomática en San Francisco y Washington, desempeñando el cargo de cónsul general en Nueva York. En 1964, fue embajador en Perú, país que le otorgó la Gran Cruz de la Orden del Sol. Años más tarde, en la embajada de Holanda le concedieron la Gran Cruz de la Orden de Orange-Nassau. También pasó unos años en Bélgica, y en 1973 se estableció en China, siendo el primer embajador español en Pekín dentro del régimen de Mao Tse-Thung.

Su último destino fue el Vaticano, en 1976, como embajador de España ante la Santa Sede, donde le concedieron la Gran Cruz de la Orden de San Gregorio Magno.

Ángel Sanz Briz falleció el 11 de junio de 1980. Los sefarditas, utilizando su nombre de pila, le pusieron el sobrenombre de “Ángel de Budapest”:

“¡El si llamava angel y bivio como un angel! ¡Que alma bendicha! (Él se llamaba Ángel y vivió como un ángel ¡Qué alma más bendita!).

RECONOCIMIENTOS Y DISTINCIONES

En 1991, los herederos de Ángel Sanz Briz recibieron el título de “Justo entre las Naciones” de manos del Museo del Holocausto Yad Vashem, de Israel, y reconoció su benefactora y desinteresada acción, inscribiendo su nombre en el memorial del Holocausto junto a otros héroes, como Wallenberg y Schindler.

En 1994, Hungría le concedió, a título póstumo, la Cruz de la Orden del Mérito de la República Húngara, y en 1995 el gobierno húngaro, con motivo del 50.º aniversario del Holocausto, colocó una placa en la calle Dohány, justo detrás de la Gran Sinagoga y en una de las casas en protegidas, en donde refugió a judíos, 35 Szent Istvan Park(1994), frente al parque de San Esteban.

También podemos encontrar una avenida que lleva su nombre y en ella un monolito en su honor (16 octubre 2015).


Asimismo, hay un mural en la calle Dob 4, en el tradicional barrio judío, realizado por Okuda San Miguel.

Ángel Sanz Briz fue el primer diplomático español que apareció en un sello de correos. También fue distinguido con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, Comendador y Caballero de la Orden de Isabel la Católica y la Gran Cruz de Carlos III. Por su parte, el Ayuntamiento de Madrid colocó en 1996 una placa en su memoria en el portal de su casa de la calle Velázquez.

En esta casa vivió el embajador de España Ángel Sanz Briz, que salvó del Holocausto a miles de seres humanos en Budapest en el año 1944.

Entre otras distinciones recibidas fueron la Gran Cruz de Bélgica, la Gran Cruz de la Orden Pro Mérito Melitensi de Malta, fue nombrado Comendador de la Corona de Italia y Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia. Sobre él se hicieron la película El ángel de Budapest (2011), dirigida por Luis Oliveros, y el documental La encrucijada de Ángel San Briz (2015), dirigido por José Alejandro González.

Ricardo Aller

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2 thoughts on “ÁNGEL SANZ BRIZ”

  1. Impresionante la vida de este «Angel del Bien». Ejemplos como éste y los de los muy aguerridos misioneros nos hacen reconocer que aunque en el mundo parecen ganar el odio y el mal, sobre todo por lo que habitualmente se nos cuenta en los medios de información, el bien no desaparece de la faz de la Tierra y hay muchas razones para no perder la Esperanza. Gracias por escribirlo.

  2. Que maravillosa persona debió ser Angel Sanz Briz. Dios pone en el mundo personas como él para hacer masivamente el Bien. Gracias por el artículo.

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