Bernardo Boyl, presumiblemente, nació hacia 1440 en Zaidín (hoy provincia de Huesca), perteneciente al obispado de Lérida.
En 1461 lo encontramos como Secretario del arzobispo de Zaragoza Juan de Aragón.
Parece que su infancia estuvo cercana al rey Fernando el Católico, así como debió cursar estudios en alguna universidad, pero todo son conjeturas surgidas del hecho que en 1473 era secretario de Pedro de Zapata, arcipreste de Daroca. Y que era persona cercana del Rey Católico son muestra las funciones que ejerció como consejero y secretario del rey.
En 1478 fue comisario regio en la armada de Bernat de Vilamarí, corsario al servicio de la corona, enviada contra la sublevación de Leonardo II de Alagón, marqués de Oristano, en Cerdeña.
Y tres años más tarde, en 1481, lo encontramos como ermitaño de Montserrat. Estando en Montserrat, el 16 de junio de 1481 se ordenó subdiácono en Barcelona, y de diácono seis días después. En diciembre del mismo año sería consagrado presbítero en la iglesia de Santa María del Pino, de Barcelona.
Y el 15 de Mayo de 1482 tenemos constancia que era superior inmediato de los ermitaños de Monserrat:
Fr. Bernardo Boyl Presbitero heremitae superiori heremitarum B. Mariæ Montis – serrati salutem in Deo qui est vera salus
Los datos que podemos encontrar de éste personaje son, en ocasiones, contradictorios, lo que hace pensar que en la misma época existieron dos personas con el mismo nombre. Los dos, al parecer tío y sobrino, fueron monjes benedictinos de Montserrat, y el sobrino moriría mártir predicando la doctrina en Andalucía, mientras el tío, protagonista de ésta semblanza, moriría en el monasterio de San Miguel de Cuxá (Rosellón) hacia 1507, aunque hay quién sitúa su muerte en 1520.
Lo que sí es cierto es que el personaje tratado fue ermitaño, diplomático, asceta y primer vicario apostólico de América.
Encontrándose en el desarrollo de sus funciones como superior de Montserrat fue requerido por el Rey Fernando para desarrollar misiones diplomáticas en Francia en 1486-1487 y en 1492, la última para pedir la restitución de las comarcas del Rosellón y la Cerdaña.
En este tiempo nos encontramos que, en marzo de 1493 erigió el primer convento de los mínimos en Sant Cebrià de Horta, muy cerca de Barcelona, hoy dentro de su municipio, y en la ermita de Nuestra Señora de la Victoria, de Málaga, pero este hecho es contradictorio con el resto de las actuaciones, por lo que se especula que se trate del otro Bernardo de Boyl.
Lo que sí es cierto es que los Reyes Católicos, a la vuelta del primer viaje de Colón, que recaló en Barcelona, donde estaban los Reyes, dieron nuevas instrucciones al Almirante ordenándole que «trabajase por atraer a los moradores de aquellas islas a la fe católica y que para dar impulso eficaz a la evangelización enviaba con él al Docto Fray Bernardo Boyl, ermitaño de Monserrat, que habría de efectuar la instrucción religiosa a los nativos » (29-V-1493).Con tal motivo obtuvieron del Papa Alejandro VI el nombramiento de fray Bernado Boyl como primer Vicario Apostólico de las Indias Occidentales.
Es en este momento, 1493, cuando es designado por los Reyes responsable del primer grupo eclesiástico que ejercerá sus funciones en América. Le acompañarían, según Narcís Felíu de la Peña, 12 monjes de Montserrat, número que corrobora el P. Marcilla y Francisco López de Gómara.
Cuando llegó a la Española, encontró destruido el Fuerte Navidad, ante cuyo hecho fundó la Isabela el diez de diciembre de 1493, donde el seis de enero siguiente celebraría la primera misa.
Pero no alargaría su estancia más de un año, ya que, en diciembre, enfermo de cuerpo, y de alma por los enfrentamientos tenidos con Colón, regresó a la Península.
Las duras y amargas quejas que acumuló contra la actuación de Colón lo llevaron a denunciar los hechos ante los Reyes Católicos, ante quienes expuso que Colón era despótico con todos y que esclavizaba a los naturales.
Al parecer Colón había ahorcado al aragonés Gaspar Ferriz por un hecho nimio, lo que llevó a Boyl a poner entredicho al Almirante, que como respuesta dejó sin comer a él a y a sus colaboradores. El asunto no llegó a más gracias a la intervención del gobernador de la fortaleza de Santo Tomás, el ampurdanés Pedro Margarit, que finalmente también acabaría enfrentado a Colón. Los testimonios de ambos serían decisivos a la hora de ser reclamado Colón por los Reyes, quienes enviaron a Ovando para proceder a la ordenación administrativa de la isla, y a aplicar una institución en la que en la península se laboraba para su supresión: la encomienda.
La actuación de Colón hasta el momento era evidentemente nefasta, pero finalmente los Reyes permitieron que el Almirante continuase con sus descubrimientos, si bien sin las prerrogativas con las que había contado hasta el momento, y con la promesa de suavizar sus métodos.
Y los dos denunciantes fueron apartados de América. Pedro Margarit se instaló en Zaragoza, gozando de las prebendas que le fueron otorgadas por la Corona, y Bernardo Boyl fue nombrado abad de la abadía de San Miguel de Cuixá, en el Rosellón, desde donde llegaría a realizar servicios a la Corona cerca del rey de Francia, que se encontraba en guerra con España.
Una de las cuestiones más espinosas que trató fue el tránsito por Francia del Archiduque Felipe el Hermoso, quién contra las indicaciones del rey Fernando se obstinó hacer ese recorrido para llegar a los Países Bajos.
Así, en 1497 es nombrado nuncio del Papa ante los Reyes Católicos; en el verano de 1498 ejerce de embajador del cardenal Cisneros en Roma.
Pero Boyl, que era requerido por su evidentes cualidades, realizaba estos encargos forzado por las circunstancias y a su pesar. Su voluntad era el retiro, algo que finalmente consiguió después de sus servicios al Cardenal Cisneros, en el monasterio de San Miguel de Cuxá (Rosellón) donde fue abad hasta su muerte, ocurrida el 13 de febrero de 1520.
De su obra escrita nos han llegado la Espitulae ad Arnaldum Cossum y la Traducción al castellano de De religione seu de ordinatione animae, del abad Isaac de Nínive.
Cesáreo Jarabo