Se aproximan ya, tras otro año, las más famosas campanadas de todo el calendario en España. Sí, ya se cuentan las horas para el paso de 2021 a 2022. Cierto que si bien, con la actual España de las Autonomías, éstas intentan dar protagonismo a sus plazas y relojes, las más icónicas y tradicionales campanadas siguen siendo las de la Puerta del Sol de Madrid. Son repicadas por el viejo Reloj de Gobernación instalado en 1.866. Contemos algo del mecenas que nos donó dicho artilugio:Don José Rodríguez Losada.
Don José nació en 1.797 en Iruela (León), hijo de Miguel Rodríguez y María Conejero. Aunque por el apellido materno debería haberse llamado Rodríguez Conejero, sin embargo, por las peripecias del destino, acabó adoptando el nombre de los pueblos principales de su comarca: Quintanilla de Losada y Robledo de Losada. De familia ganadera, en su primera juventud pastoreaba las reses de sus padres. Esta tarea fue la que propició la desventura de huir de los de su estirpe, pues tuvo una accidentada pérdida de parte del ganado. El miedo al castigo paterno hizo que escapara del hogar familiar.
El joven Rodríguez huye, en un primer momento, hacia Puebla de Sanabria, para más tarde marchar, con un grupo de arrieros, hasta Extremadura. Debió ser en esta tierra donde se enroló en el Ejército, pues un tiempo después llega a Madrid como Oficial del mismo. Es la época del Trienio Liberal (1820-1823) del nefando reinado de Fernando VII.
Con la entrada en España del duque de Angulema, al mando de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, nuestro protagonista, por su condición de liberal, huye al exilio.
Tras una breve estancia en Francia, finalmente se instala en Londres (que no London), destino de la mayoría de los exiliados de esta época. Losada, gracias al apoyo del Comité de Ayuda a los Emigrantes, consigue el trabajo de mozo de limpieza de un importante relojero londinense. Merced a sus habilidades e ingenio, consigue llegar al puesto de Oficial Relojero. José se había ganado la confianza de su jefe, y cuando éste cae enfermo, aquél se hace cargo del negocio. Fue así, como nuestro personaje, logró el hito de la finalización del montaje del famoso “Big Ben” del Parlamento de Londres.
Tras el fallecimiento de su patrón, Rodríguez Losada estableció su propio negocio relojero en el 105 de Regent Street.
Casó, entonces, con Ana Hamilton Sinclair, de la que no se sabe exactamente la relación que había mantenido con el Maestro Relojero bienhechor de José. Éste adquirió gran prestigio profesional en la capital británica, desarrollando sus propios relojes y recibiendo multitud de encargos profesionales. Son dignos de destacar los relojes “saboneta” de bolsillo, línea de negocio debida a su personal diseño. Fue, también, famosa la “Tertulia de Habla Española” que fundó en la trastienda del 105 de Regent Street, y a la que acudieron personajes tan dispares como Ramón Cabrera, General Carlista, y José Zorrilla, autor de “Don Juan Tenorio”.
Su reputación, mientras tanto, había llegado hasta su Patria España. Empezó a recibir encargos, siendo el primero el Reloj Farola de Jerez de la Frontera en 1853. Así mismo, obtuvo el pedido de dos docenas de cronómetros para la Marina Española, y el del reloj de péndulo para el Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando (Cádiz). Llegó a tener una excelente relación con nuestros marinos, y como ejemplo hay que destacar la que tuvo con el General Armero.
Regresó a España, por primera vez, en 1856, más de treinta años después de su exilio, si bien con honores y distinciones: Orden de Carlos III, Relojero Honorario de la Marina y Relojero de Cámara de Isabel II. Aunque realizó varias visitas al solar patrio, y barajó la posibilidad de instalarse aquí, esta idea no cuajó. Seguía y siguió volviendo a su segunda patria, Londres.
En sus viajes a Madrid se hospedaba en el antiguo Hotel de París, sito en la Puerta del Sol, contemplando el reloj existente en el, ya entonces, Ministerio de la Gobernación, anteriormente Real Casa de Correos.
Losada, de manera generosa, se ofreció a instalar un nuevo reloj, que después de tres años de faenas fue inaugurado, finalmente, en 1866. Este ha sido y es, quizás, el trabajo más conocido cuya autoría es íntegramente atribuible a nuestro histórico e insigne relojero. Como curiosidad adicional, cabe mencionar que la “saboneta” con la que se obsequió al Almirante Méndez Núñez, tras la Guerra del Pacífico, llevaba la firma de Rodríguez Losada. Destacable fue, así mismo, el antiguo reloj de la Catedral de la Encarnación de Málaga, sustituido en 1973.
Don José murió en Londres, la que fue su residencia la mayor parte de su vida, en 1870. Dejó una importante fortuna, merced al testamento que dos años antes había firmado en Cádiz, en favor de sus hermanas y sobrinos. Sus restos descansan el cementerio de Kensal Green. Tenga Paz.
Francisco Iglesias