EL SARGENTO EDUARDO RUIZ ALGUACIL, HEROE ANÓNIMO DE LA GUERRA DE FILIPINAS (y II)

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Según consta en su partida de nacimiento, Eduardo Ruiz Alguacil vino al mundo en la localidad cordobesa de La Rambla que tiene el honor de haber sido el lugar en el que durante la segunda semana de Febrero de 1521 tuvo lugar el hecho histórico más importante del reinado de Carlos I al reunirse en ella las ciudades anticomuneras de Andalucía para ratificar a éste como rey de España. También otro motivo de orgullo de dicha localidad es que no es un pueblo, sino una ciudad.

La referida partida de nacimiento dice que es hijo legítimo de Mateo Ruiz López, industrial, y de Emilia Alguacil y Alcalde, y que nació en la calle Empedrada número treinta y dos a las nueve de la noche del día trece de septiembre de 1875. Sus abuelos paternos fueron Mateo Ruiz Montes y María Josefa López y Luque, difuntos; los maternos Antonio Alguacil Espejo, industrial, y Doña Francisca (no constan apellidos).

El nombre con el que es registrado en el juzgado es el de Eduardo Felipe, aunque sea conocido como Eduardo, y así conste en su Licencia del Ejército

Su niñez y adolescencia trascurriría como las de un muchacho normal de un pueblo. Suponemos que se educaría, posiblemente, con los padres trinitarios en el convento con escuela que éstos tenían en la referida localidad, ya que a este colegio asistían la mayoría de los niños de familias de cierto status acomodado de este pueblo.

También es posible pensar que, al ser su padre industrial, trabajase en algún negocio que éste tuviese. En su Licencia, al consignar su profesión, se especifica “su estado”, es decir, no realiza ninguna labor determinada. Nosotros hemos conocido a miembros allegados suyos dedicados al comercio, por lo que, al ser tradición familiar esta actividad, acaso él también la desempañase.

Su alistamiento en el Ejército español.

Su hija Amalia, manifestaba que, dada la posición de cierto desahogo económico de la familia podría haber sido un soldado de cuota[, pero que, por su espíritu aventurero decidió incorporarse a filas.

A partir de este momento seguiremos paso a paso todo lo que con un lenguaje castrense, escueto y conciso, sabemos de él y de su vida militar, así en Melilla, como en las Islas Filipinas.

Su ingreso en la Caja de Reclutas tuvo lugar el día 8 de diciembre de 1894, es decir, cuando había cumplido recientemente los diecinueve años. Fue alistado en el reemplazo de dicho año y clasificado como soldado “quinto”. Al día siguiente fue sorteado en la Zona de Reclutamiento de Osuna nº 10, correspondiéndole el nº 793.

En principio su suerte no le fue desfavorable ya que le tocó servir en la Península, y el seis de marzo del mencionado año se presentó a revista en Osuna, para su destino a cuerpo activo.

Incorporación al Regimiento de Melilla

Encontramos una falta de coincidencia entre lo referido anteriormente, o sea que fue destinado a servir en la Península, con lo que seguidamente se expresa en la Licencia, pues en ésta, casi a renglón seguido, se explica que fue dado de baja en Caja para pasar al Regimiento de Infantería de África, nº 4 y destinado a la 3ª Compañía del 2º Batallón, siendo dado de alta en el mismo el día 7 de marzo del año 1895. Su llegada a la ciudad de Melilla ocurre el día 13 del mismo mes, y en ella permaneció ya afecto al indicado Regimiento en situación de guarnición e instrucción.

La fidelidad a la Patria la efectuó mediante jura de bandera que se celebró en la revista de abril del mismo año (la Licencia no indica en qué día).

Debió ser un soldado de probada capacidad y conocimientos poco normales, comparado con la mayoría de los reclutas de aquel entonces, cuando el analfabetismo estaba tan extendido en nuestra Patria, pues en el mes de diciembre del mismo año, es decir, a los nueve meses, poco más o menos, fue ascendido a cabo por elección. (Entendemos que esta designación la estimarían oportuna los mandos superiores en función de la valía y dotes de mando que tuviesen los más capacitados para ello).

Desde su llegada a Melilla permanece en su Regimiento hasta el día doce de diciembre de 1896 en el que, también por elección, fue ascendido a sargento, con efectividad del mes de enero de 1897.

Alistamiento al Batallón de Cazadores Expedicionarios nº 10.

La causa de su promoción a sargento fue motivada porque el día trece de diciembre del año anteriormente mencionado se incorporó en Cádiz al Batallón de Cazadores Expedicionarios para Filipinas nº 10.

Encontramos una disparidad de fechas en lo anotado en la Licencia ya que en ella se dice que causa baja en el Regimiento de Infantería de África a finales del indicado mes, y el citado con anterioridad es diciembre, mientras que casi a continuación se manifiesta en la misma que el día trece de diciembre se incorporó en Cádiz al Batallón de Cazadores Expedicionarios nº 10 y permaneció en la referida ciudad hasta el día dieciocho que fue cuando embarcó para Filipinas en el vapor Magallanes, terminando el año 1896 en dicha situación.

Las tropas destinadas a los servicios de las colonias normalmente se componían de soldados que, tras cumplir su servicio activo en filas, se reenganchaban para hacer fortuna en el Ejército, como medio de subsistencia, dada la situación precaria de muchas familias para cuyos hijos una forma de escapar de los trabajos en el campo era permanecer en el Ejército. Otro modo de reclutamiento de soldados para las tropas ultramarinas era el sorteo especial entre las distintas unidades de los ejércitos de la Península.

En el caso de Eduardo no se puede concebir la primera premisa, ya que es creencia familiar que, al terminar su periodo activo bajo las armas, el coronel de su Regimiento le propuso continuar la vida militar por el buen porvenir que en ella le esperaba, pero que él no aceptó, ya que deseaba volver a hacer la vida normal de un ciudadano civil.

Debemos, pues, considerar el segundo supuesto, es decir, que fuese destinado al Batallón de Cazadores por designación de la suerte, o que él libremente, dado su deseo de aventuras, se presentase voluntario para ello.

Como hemos dicho anteriormente su ascenso al grado de sargento se produce con fecha 12 de diciembre de 1896, en la que causa baja en el Regimiento de Infantería de África número 4. Al día siguiente, o sea, el día trece del mismo pasa a formar parte del Batallón de Cazadores Expedicionarios para Filipinas nº 10 y permanece en la ciudad de Cádiz hasta el día 18 del referido mes.

El servicio militar era obligatorio para todos los españoles, según la Constitución de 1876. La duración del mismo era de tres años. Una vez transcurridos éstos, los soldados pasaban a una situación de reserva activa que duraba aproximadamente unos ocho años[. Ya hemos visto al inicio de este trabajo que Eduardo estuvo afecto al Ejército español durante doce años.

España envió a Filipinas para sofocar la sublevación, iniciada ya abiertamente, quince batallones de Cazadores Expedicionarios. Puesto que Eduardo formaba parte de uno de ellos, emprende su marcha hacia el Archipiélago filipino a bordo del vapor Magallanes, el dieciocho de diciembre de 1896 y llega a Manila el veinticinco de enero de 1897, por lo que la duración de la travesía fue de treinta y ocho días.

De esta manera queda incorporado a la Comandancia General de Manila y Morong que estaba bajo las órdenes del General de División Don Enrique Zappino y que agrupaba, entre otras unidades, al Batallón de Cazadores Expedicionarios nº 10.

El total de militares españoles que se encontraban en Filipinas en 1898, para sofocar la insurrección era de 43.656, entre mandos y soldados.

Operaciones bélicas en las que tomó parte.

Una vez en Manila permanece en ella hasta el día cuatro de febrero del año ya citado en el que marcha a efectuar maniobras de campaña por la región de Malabón con la columna volante comandada por el teniente coronel D. Aniceto Jiménez.

Esta tropa, el día diecisiete del mencionado mes, entra en combate con los insurrectos en la batalla de Matalajid. La valiente actuación de Eduardo en este enfrentamiento le hizo merecedor de la Cruz sencilla de plata del mérito militar con distintivo rojo. Sería la primera que conseguiría de las condecoraciones que llegó a obtener.

Poco descanso dieron los superiores militares a la unidad de la que formaba parte, ya que el día veinticinco del mismo mes marcha hacia Manila en la que se había rebelado el barrio de Tondo[. La columna entra en combate con los sublevados a los que vence, ocasionándoles gran cantidad de muertos y apoderándose de una considerable dotación de armas de toda clase, y municiones.

La actividad de esta unidad es incesante, pues el día dos de marzo marcha otra vez de operaciones, comandada por el teniente coronel antes citado, a la región de Mariquina. El día tres se encuentra junto al río Nanea donde halla al enemigo fuertemente atrincherado, lo que le permitió presentar una feroz resistencia, tanto que el combate tuvo que llegar a la lucha cuerpo a cuerpo con asalto a la bayoneta para tomar las posiciones de los insurrectos.

Eduardo nuevamente vuelve a dar muestras de su heroicidad exhibiendo un aguerrido comportamiento que le hace merecedor de otra Cruz sencilla de plata del mérito militar con distintivo rojo.

Vuelve a Manila el día seis, ciudad en la que permanece hasta el día veintiséis de marzo en el que, de nuevo, su Compañía sale de expedición para efectuar descubiertas por el distrito de Morong. Regresa a Manila, y el día treinta y uno del mismo mes marcha hacia Colován y Moraliches donde, el dos de abril, su unidad encuentra al enemigo fuertemente atrincherado en el lugar denominado Balray Paré. Sitio en el que se repiten las mismas actuaciones de los combates anteriores, es decir, un enemigo poderosamente parapetado al que tienen que expulsar de sus posiciones, tras duro combate que finaliza con asalto a la bayoneta y desalojo de los insurrectos que dejan un cuantioso botín de armas y municiones. Nuevamente Eduardo en este acto bélico demuestra su arrojo y valentía de tal forma que le hacen merecedor de la Cruz de plata sencilla del merito militar con distintivo rojo.

Tras este combate la columna continúa de reconocimiento por la zona hasta el día siete de abril en el que regresa a Manila.

El día nueve del mismo mes, y bajo las órdenes del Comandante Granados la formación marcha de exploración por Mariquina y San Mateo. De regreso a Manila permanece en ella hasta el día ocho de junio en el que su compañía se dirige hacia San Juan de Trasfón. A las órdenes del Comandante de Infantería D. Eduardo (la Licencia no especifica apellidos) parte de la columna que éste organiza se dirige nuevamente a Mariquina y san Mateo y, el día catorce del mismo, se encuentran con los insurgentes en los montes del Puray con los que entablan combate.

Las operaciones de campaña por el referido distrito continúan y permanece destacado en Montalbán hasta que el día doce de septiembre del mismo año pasa, junto con su Compañía, a San Juan del Monte para formar parte de la nueva columna volante del norte de Manila, practicando continuos reconocimientos por los pueblos de la referida jurisdicción, desde Mariquina a San Felipe Neri.

La Licencia que comentamos retrocede hasta el día nueve de julio y nos dice que, en dicha fecha, le fue concedida a Eduardo la Cruz Roja, pensionada con 2,50 pesetas, sin especificar el motivo de dicho otorgamiento, pero consideramos que es lógico suponer que fuese por el comportamiento heroico del que Eduardo había hecho gala en todos los combates en los que había participado hasta el momento.

Las operaciones de campaña por el mencionado territorio se prolongan hasta que su columna es destacada en el santuario de san Juan del Monte en el que permaneció hasta el día primero de octubre fecha en la que sale para el puente del río (en la Licencia pone ilegible), lugar en el que permaneció de servicio de campaña.

En la revista de noviembre vuelve a la Primera Compañía del Batallón, ya que fue destinado a la cuarta Compañía de Voluntarios Movilizados de la Pampanga, mandada por el capitán D. Eloy García para cuya plaza sale el día cuatro de noviembre con el fin de organizar dicha campaña.

En el mencionado distrito permanece hasta que, por orden del Capitán General del mismo, marchó hacia Guagua, de donde salió el cuatro de diciembre para San Fernando de la Pampanga y se integró en la columna comandada por el General de Brigada D. Ricardo (la Licencia no menciona apellidos) manteniéndose en la misma prestando servicio de campaña hasta el día ocho del mismo mes en el que nuevamente regresa a Manila. En ella continúa en servicio de instrucción hasta el día diecisiete de diciembre del referido año de 1897 en el que nuevamente marcha con su Compañía a los montes del Puray, en cuyo campamento finalizó el año mencionado.

En dicho acantonamiento permaneció hasta el día diez de enero de 1898 en el que, junto con su Compañía, regresa a San Mateo, donde se mantiene hasta primero de febrero que regresa nuevamente a Manila.

El Capitán General ordenó la disolución de la Compañía de Voluntarios, y Eduardo quedó en la referida plaza hasta el día diez de marzo que salió nuevamente para el santuario de San Juan del Monte, lugar en que queda en servicio de campaña

Por haber formado parte de la tropa de la Compañía de Voluntarios, se le concede la Medalla de Voluntarios, creada para los individuos y clase de tropa que hubiesen se integrado en dicha Compañía.

Del santuario de San Juan del Monte sale para Manila el día veintinueve de marzo para incorporarse a la Tercera Compañía que prestaba sus servicios en la Brigada de Infantería de Santiago, en la que causa alta en la revista del mes de abril y queda en ella hasta el día primero de mayo.

Los Estados Unidos declararon la guerra a España el día dieciocho de abril del año 1898[ y, con motivo del bloqueo de Manila por la escuadra Norteamericana que tuvo lugar el día treinta del mismo mes. Eduardo comienza a prestar el servicio de murallas y convoyes a Santa Ana y a San Juan del Monte.

El día diecinueve de julio le fue concedida la Medalla de la campaña de Luzón de 1896-98. Permanece de servicio hasta el día trece de agosto, fecha en la que, al capitular la plaza, se incorpora al Batallón y queda de acuartelamiento en Santo Domingo, lugar en el que permanece hasta que finalizó el año 1898. Continúa en el referido servicio hasta el día veinticuatro de febrero del año 1899 que embarca camino de la Península como repatriado por cuenta de los Estados Unidos, en el vapor francés Río Negro.

El tiempo total de su permanencia en Filipinas, desde su llegada a Manila el veinticinco de enero de 1897 hasta su salida de la misma el veinticinco de febrero de 1899, fue de veinticinco meses.

Desembarca en Valencia el día veintiocho de marzo del año mencionado donde se le expide pase para La Rambla con L. J. por exceso de fuerza, por lo que causa baja en el referido Batallón nº 10 y alta nominal en el Regimiento de Infantería de Burgos nº 76.

Existe una falta de concordancia al manifestar en la Licencia lo anteriormente expuesto, o sea, que pasa a formar parte del Regimiento de Infantería de Burgos nº 76, y casi a renglón seguido se expresa en la misma que, procedente del Batallón de Cazadores Expedicionarios de Filipinas, es dado de alta con fecha primero de abril en el Regimiento de Infantería de Burgos nº 36, del cual causa baja por pasar a depender al de Osuna nº 16.

Nuevamente se dan discordancias en los números de los Regimientos nombrados en la Licencia, pues se dice que procedente del Regimiento de Infantería de Burgos nº 66 causa alta en el Regimiento reserva de Osuna nº 66 a primeros de mayo en el que permanece hasta finales de año.

Obviando las diferentes situaciones de reserva por las que pasó, durante los años 1900, 1901-2, 1903 y 1904, llegamos al día diez de diciembre del año 1905 en el que se le concede la Licencia Definitiva del Ejército de España.

Si hacemos un cómputo de los años durante los cuales el Sargento D. Eduardo Ruiz Alguacil estuvo en el Ejército español, desde que fue reclutado en el reemplazo del año 1894 y su pase a la Reserva el día veintiocho de marzo de 1899, por alta nominal en el Regimiento de Infantería de Burgos, hasta su licencia definitiva concedida el diecinueve de marzo de 1906, llegamos a la conclusión de que en servicio activo estuvo cinco años contados desde el día ocho de diciembre de 1894 en que ingresa en Caja hasta el día veintiocho de marzo de 1899 cuando se le da permiso para que vuelva a La Rambla y pasa de reserva al Regimiento de Infantería de Burgos, de éste se incorpora al de Osuna hasta finales de 1899 y de aquí al Batallón de Reserva de Lucena nº 23, en el que permanece hasta 1906, que es cuando se le otorga la Licencia Definitiva. Por lo que estuvo siete años en reserva. La suma total de los mismos alcanza los doce que son los mencionados a principio de esta.

Una vez incorporado a la vida civil desempeñó la función de alguacil de Juez en el juzgado de La Rambla, en cuya ciudad contrajo matrimonio con Manuela López Moreno, fruto del cual fue su hija Amalia, que conservó las medallas, el revólver y algunos que otros recuerdos de su padre durante su estancia en Filipinas y nosotros hemos tenido la suerte de contemplar.

Falleció a los cincuenta y ocho años a consecuencia de una uremia, el día once de enero de 1936.

Corolario

Por todo lo anteriormente expuesto, consideramos que el Sargento Eduardo Ruiz Alguacil fue un caso típico y paradigmático de tantos héroes anónimos que a lo largo de la Historia han militado en nuestros Ejércitos y cuya valentía y heroísmo no han llegado a la opinión pública ni se recogen en ningún tratado que narre sus gestas.

Su arrojo y bravura quedan suficientemente demostrados, ya que participó en cinco feroces combates, dos de ellos con asalto a la bayoneta, según se pone de manifiesto en su Licencia, y por su comportamiento en los mismos mereció ser condecorado con tres Cruces sencillas de plata del Mérito Militar.

Esto nos da una cifra del sesenta por ciento de condecoraciones por su valiente actuación en combate, a la que, si le añadimos la Cruz roja pensionada y la Medalla de voluntarios, creada para los individuos y clases de tropa, así como la de la campaña de Luzón, obtenemos el resultado de que obtuvo más condecoraciones que en las acciones bélicas en las que intervino.

Manuel Villegas Ruiz

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