Madrid, que está repleta de monumentos dedicados a los enemigos de España, extrañamente cuenta también con tres monumentos de los que Eloy Gonzalo García es protagonista.
¿Y quién es Eloy Gonzalo García?… Un ser sencillo, un hombre normal que nació en Madrid el 1 de diciembre de 1868, sin pena ni gloria, siendo abandonado en la inclusa de la calle Mesón de Paredes portando tan sólo una nota en la que podía leerse: «Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel. Abuelos maternos, Santiago y Vicenta«.
Mal principio para una vida, que fue pronto corregida cuando fue adoptado por el Guardia Civil Francisco Díaz.
Trabajó como peón de albañil y como aprendiz de barbero, y los 21 años se alistó en el regimiento de Dragones de Lusitanía, donde pronto alcanzó los galones de cabo.
Sus distintos destinos militares lo llevaron a Palmones, en Algeciras, donde la vida se le torcería de forma significativa, acusado por insubordinación al haber intentado dar muerte a un teniente con quien había sido infiel la mujer que iba a ser su esposa.
Fue arrestado el 19 de febrero de 1895 y condenado a doce años de prisión militar, de los que sólo cumpliría seis meses, virtud al Real Decreto de 25 de agosto de 1895, por el que se indultaba al personal militar en prisión, por delito que no afectase a su honor, si solicitaba destino a Cuba.
El 22 de noviembre embarcaba en La Coruña con destino a La Habana, donde fue asignado al Regimiento de Infantería María Cristina núm. 63, en Puerto Príncipe, provincia de Camagüey, desde donde su compañía sería destinada a la población de Cascorro el 28 de abril de 1896.
Era la época en la que el general Weyler estaba controlando de manera decidida la revuelta de los mambises, por lo que, a pesar de la difícil defensa que presentaba Cascorro, el ejército estaba decidido a no abandonar la posición, a pesar de la insignificancia estratégica del mismo.
Era precisamente esa decidida actuación la que hacía que los enemigos de España lo presentasen como “carnicero”, siendo que, si en las jerarquías española había alguien honesto, ese era el general Valeriano Weyler.
El caso es que el 22 de septiembre de 1896, empezó la batalla de la que Eloy Gonzalo saldría elevado a la fama. Los agentes de Estados Unidos, Máximo Gómez y Calixto García, necesitaban obtener una victoria que les diese capacidad de propaganda exterior. Cascorro no tenía valor estratégico alguno y estaba defendido por 170 soldados no habituados a la manigua, y como tal, proclives a enfermar con mucha facilidad. Los rebeldes presentaron un ejército que sumaba cinco mil hombres, muchos a caballo, y tres piezas de artillería. La empresa se presentaba como un paseo para los rebeldes, motivo por el que conminaron la rendición, ofrecimiento que no fue atendido por el capitán Neila, comandante del puesto.
Ante la negativa, los insurrectos cercaron el pueblo y, a las seis de la mañana del día 22 iniciaron un ataque de artillería contra los tres fortines que servían de defensa al ejército, y que sufrieron un permanente asedio y bombardeo durante los siguientes días, y que permitió el acercamiento de la artillería enemiga hasta escasos cincuenta metros de las posiciones nacionales, cuando el ejército separatista ocupó una casa allí ubicada. El cerco duraría trece días, durante los cuales Calixto García volvió a intimar la rendición, sin que dejasen de caer obuses sobre la posición.
Sólo había una salida: prender fuego a la casa desde donde bombardeaban los mambises. ¿Y quién le pone el cascabel al gato? …. Eloy Gonzalo, que el 30 de septiembre, amparado en la oscuridad de la noche, salió de su posición armado con un fusil, una lata de petróleo y unas cerillas.
La misión era complicada, y Eloy lo tenía tan claro que sólo aceptó enfrentarla con una condición: iría atado con una soga, con la que sería recuperado su cuerpo si acaso moría en el intento.
Pero la sorpresa fue para todos, porque Eloy García esparció el petróleo y le dio fuego, momento en que las llamas comenzaron a devorar el edificio, tras lo cual volvió por su propio pie a su posición.
La acción fue decisiva, lo que les permitió seguir aguantando el asedio hasta el 6 de octubre, cuando Cascorro fue liberada.
El ejército continuó cumpliendo su servicio, y con él, Eloy Gonzalo, hasta que pocos meses después, el 18 de junio de 1897, murió en el hospital de Matanzas, víctima de una enterocolitis ulcerosa gangrenosa.
Sus restos fueron llevados a Madrid por orden expresa de la reina María Cristina, con destino al Panteón de Hombres Ilustres, si bien quedó enterrado en el Cementerio de la Almudena.
Claro merecedor de la Laureada, le fue negada, presumiblemente por su condición de ex convicto, pero el pueblo español, esta vez sí, supo reconocer las acciones de uno de sus hijos, y le dedicó tres monumentos en Madrid: uno en la plaza de Cascorro, otro en Chapinería y el tercero en San Bartolomé de Pinares.
Gloria a Eloy Gonzalo García.
Cesáreo Jarabo