El hecho de hallarse la isla de Mallora en pleno Mediterráneo, no hace extraña la circunstancias de hallar entre sus habitantes grandes navegantes y cartógrafos. Sus salidas comerciales, a Egipto, a Túnez, les proporcionaron una gran experiencia, desarrollada en medio de un ambiente multicultural. Algún historiador viene a definir, ante la vista de las cartas medievales, que los cartógrafos mallorquines se anticiparon a los logros del Renacimiento.
Los mapas mallorquines, fácilmente reconocibles por sus brillantes ilustraciones, rasgos geográficos y retratos de gobernantes extranjeros, fueron sumamente apreciados por los príncipes y gobernantes de la Península y de otros países. Incluso en reinos como Francia, Inglaterra o Flandes, al estar tan ricamente decorados, los portulanos eran objeto de regalo entre la nobleza.
Se discute sobre las respectivas cualidades de la escuela genovesa, veneciana y mallorquina. Esta, a diferencia de las otras, producía un tipo de mapas que abarcaba no solo cartas náuticas, sino también mapamundis circulares de todo el orbe conocido. Es más, solían ser vendidas junto con instrumentos como brújulas y compases.
Es posible fijar unas características específicas en casi todas las cartas mallorquinas:
Notas dispersas en mallorquín.
El mar Rojo pintado de color rojo.
Las montañas del Atlas representadas por una palmera.
El rio Tajo como un cayado de pastor.
La isla de Rodas coloreada con un escudo con una cruz.
El Danubio como una cadena.
Una brújula en algún lugar del mapa, con la Estrella Polar en el norte.
Y el escudo de bandas de la Corona de Aragón, incluyendo la isla de Mallorca, con especial insistencia.
Llama la atención la presencia en muchos mapas mallorquines de comerciantes de la Ruta de la Seda, del Emperador de Mali, sentado sobre una mina de oro e incluso el barco de un misterioso marino mallorquín, Jaume Ferrer, allá por los puertos flamencos. Aunque algunos historiadores distinguen los mapas italianos como «náuticos» y los mapas mallorquines como «náutico-geográficos», es importante señalar que los mallorquines no sacrificaron la función náutica esencial de sus portulanos. Excluyendo las ilustraciones pintorescas, las cartas de Mallorca son para la navegación tan detalladas y útiles como las italianas.
El primer mapa conocido de dicha escuela fue realizado en 1339 por Angelino Dulcert, conteniendo dibujos precisos y coloridos, con detalles topográficos, como ríos, lagos, montañas y notas escritas en latín.
Abraham Cresques, conocido como Cresques el judío, Maestro de Mapas y Compases de Juan I de Aragón, junto con su hijo Jehuda en 1374 y 1375, levatarton un mapa que ha venido en llamarse erróneamente «Atlas catalá». Ello por encargo del rey aragonés, deseoso de poseer un mapa del estrecho de Gibraltar, la costa atlántica y el océano, convirtiéndo en el más importante de la época medieval. Las dos primeras hojas, que forman la parte oriental del Atlas, ilustran numerosas referencias religiosas, así como una síntesis de mappae mundi medieval (Jerusalén ubicada cerca del centro) y la literatura de viajes de la época, en particular el Libro de Maravillas de Marco Polo y el viaje de Juan de Mandeville. Se pueden identificar muchas ciudades indias y chinas. Los textos explicativos informan sobre las costumbres descritas por Marco Polo. Cresques, que sabía árabe, también usó las narraciones de viajes del explorador marroquí Ibn Battuta. La Meca tiene una cúpula azul y muestra la oración musulmana. Si las zonas musulmanas estaban marcadas con cúpulas, Jerusalén está rodeada de relatos de Antiguo y Nuevo Testamento, como el Jardín del Edén, el Arca de Noé, la crucifixión… El mal llamado Atlas Catalá se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, por razones desconocidas.
El hijo de Abraham, Jehuda, continuó en los trabajos de su padre. Convertido al cristianismo en 1391, tomó el nombre de Jacobus Ribes, siendo conocido como “el jueu buscoler” (el judío de los mapas) o “el jueu de les bruixoles” (el judío de las brújulas). Pasando un tiempo en Barcelona, por orden real, Enrique el Navegante le invitó a Portugal, en donde se le conoció como “Mestre Jacome de Malhorca”.
Otro famoso cartógrafo judío fue Haym Ibn Risch. Se vio obligado a convertirse al cristianismo y tomó el nombre de Juan de Vallsecha. Probablemente fue el padre de Gabriel de Vallseca, autor de otro famoso mapamundi, posteriormente utilizado por Américo Vespucio. Gabriel también produjo unos mapas muy precisos del Mar Negro y del Mar Mediterráneo. Otro cartógrafo judío fue Mecia de Vildestes (o Viladestes). Un destacado mapa de Vildestes con fecha de 1413 se conserva también en la Biblioteca Nacional de París.
Siendo judíos la mayoría de los miembros de la escuela mallorquina de cartografía, la Inquisición en la corona de Aragón, la expulsión o las conversiones forzadas ocasionaron la extinción de la escuela a finales del siglo XV.
Francisco Gilet