FRÉDÉRIC CHOPIN Y MALLORCA

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Frédéric François Chopin

El personaje

Frédéric François Chopin (en polaco Fryderyk Franciszek Chopin) fue un profesor, compositor y virtuoso pianista franco-polaco, considerado uno de los más importantes de la historia y uno de los mayores representantes del Romanticismo musical,​ que escribió principalmente para piano solo. Ha mantenido un renombre mundial como uno de los principales músicos de su época, cuyo «genio poético se basaba en una técnica profesional sin igual en su generación».​ Sus poéticos nocturnos constituyen una excelente prueba de exquisito refinamiento expresivo y tienen una calidad lírica difícilmente explicable con palabras.

Conservatorio de Varsovia

De 1824 a 1828, Chopin pasó sus vacaciones fuera de Varsovia, en varios lugares.​ En 1824 y 1825, en Szafarnia, fue huésped de Dominik Dziewanowski, padre de un compañero de escuela y conoció por primera vez la música popular rural polaca.​ Sus cartas a casa desde Szafarnia, divertían a su familia con sus burlas a los periódicos de Varsovia y demostraban las dotes literarias del joven. El 7 de julio de 1826, Frédéric completó sus estudios en el Liceo y se graduó cum laude el 27 del mismo mes y en noviembre se inscribió en la Escuela Superior de Música de Varsovia. Allí continuó sus estudios con Elsner, director de la Escuela de Música, quien en las calificaciones finales de sus estudios escribió: «Federico Chopin. Alumno de tercer año. Extraña capacidad, genio musical». Tras completar sus estudios en el Conservatorio de Varsovia, debutó en Viena en el 1829, dando dos conciertos de piano y recibió muchas críticas favorables.

Franz Liszt

A los veintiún años se instaló en París. A partir de entonces, solamente dio treinta conciertos en público y prefirió el ambiente más íntimo de los salones. Se mantuvo gracias a vender sus composiciones e impartir clases de piano desde mayo de 1832, por las que fue muy solicitado, y pronto llegaría a convertirse en un pedagogo muy requerido y bien pagado hasta el fin de su vida. Entabló amistad con Franz Liszt y fue admirado por muchos de sus contemporáneos, entre ellos Robert Schumann.

María Wodzińska

En el invierno de 1835 se sintió tan mal, que creyó que se moría; de hecho, en ese momento, escribió el primer borrador de su testamento, estaba tan afligido, que incluso llegó a pensar en suicidarse. En la primavera de 1836, su enfermedad volvió a manifestarse con énfasis, aunque sus malestares no le impidieron solicitar la mano de María Wodzińska, una adolescente de 17 años de la que se había enamorado. El compromiso fue mantenido en secreto y duró hasta el año 1837, ya que al conocer la enfermedad que padecía el músico, la familia Wodzińska declinó el compromiso.

Amantine Aurore Lucile Dupin

A finales de octubre de 1836, Frédéric fue invitado por Franz Liszt y Marie d’Agoult a una reunión de amigos en el Hôtel de France, donde también acudió la baronesa Dudevant, Amantine Aurore Lucile Dupin, más bien conocida por su pseudónimo de George Sand, acompañada por sus hijos. ​ Cuando fueron presentados por Liszt, Sand murmuró al oído de madame Marliani: «Ese señor Chopin, ¿es una niña?». Chopin le comentó a su amigo Hiller saliendo del hotel: «¡Qué antipática es esa Sand! ¿Es una mujer? Estoy por dudarlo».

En 1836 aparecen los primeros síntomas de la enfermedad que terminaría con su vida. En el verano del año siguiente viaja a Londres, ciudad que no despierta en él entusiasmo precisamente. Tras su regreso de Londres, Sand y Chopin volvieron a encontrarse, esta vez en una reunión de amigos en casa de Chopin, a la que Sand acudió intencionalmente ataviada a la polaca, y escuchó subyugada al dúo de Liszt y Chopin. Vencidas las resistencias iniciales e instalada la pareja en verano de 1838, su relación en la que, pese a su bien ganada fama de dominadora y con varios amantes a sus espaldas, encontró el músico lo que echaba de menos desde que salió de Varsovia: cariño y atenciones.

Chopin y George Sand

Duró aproximadamente ocho años, en los que la pasión pronto dio lugar a la amistad y en la que hubo un intercambio de bienes mutuo, George Sand brindó apoyo y protección a la frágil situación de Chopin ― tanto física como económica― en tanto que Chopin para Sand fue una figura pacificadora en una etapa para ella difícil de crecimiento de sus hijos. Comenzaron su vida de pareja instalados en París, en viviendas contiguas, Sand con sus niños. La ruptura posterior fue motivada por los celos y las desavenencias entre George Sand y sus hijos y, en particular, la hostilidad manifiesta del hijo de la escritora que termina causando un devastador efecto en el estado físico y mental del músico.

Una breve e infeliz visita a Mallorca con Sand entre 1838 y 1839 resultaría en uno de sus periodos más productivos de composición. En sus últimos años, recibió el apoyo económico de su admiradora Jane Stirling. Durante la mayor parte de su vida, no gozó de buena salud. Murió en París el 17 de octubre de 1849, a la edad de 39 años, de una tuberculosis pulmonar en París. De acuerdo con su voluntad, su corazón fue llevado a Varsovia.

Estancia en Mallorca


La gota de agua

El compositor polaco Frédéric Chopin, uno de los máximos exponentes del Romanticismo, pasó una temporada crucial en la isla de Mallorca. No solo porque aquí le confirmaron el diagnóstico de tuberculosis, la enfermedad que llevaría a la muerte en 1849, sino también porque en aquel invierno, de noviembre de 1838 a febrero de 1839, compuso la mayor parte de sus veinticuatro Preludios, entre ellos el de La gota de agua. Acompañado por la escritora George Sand, en aquel momento su amante, y los dos hijos de esta, Chopin llegó a Palma el 8 de noviembre de 1838 con la intención de huir del frío parisino que empeoraba su ya débil salud. Apenas unos meses después tuvo que volver a hacer precipitadamente las maletas para marcharse como consecuencia de un agravamiento de su dolencia respiratoria.

la Polonesa en Do menor

La conocida estancia de la pareja en Mallorca, durante el invierno de 1838/39, no debió ser tan mala como se nos ha hecho creer. Bien es verdad que en aquel entonces los turistas no debían ser vistos con la complacencia con que hoy los vemos y tratamos, pero seguro que los miedos del pueblo mallorquín y la animadversión de sus gentes a lo desconocido y a lo raro no eran mayores que los que podrían encontrarse en otras zonas europeas. Porque si todo era tan grave, dramático y hostil como nos lo pintan, no parece probable que la «familia» pudiera trabajar como lo hizo: George Sand escribiendo, Maurice, su hijo, pintando los paisajes cercanos a la Cartuja de Valldemossa y Chopin escribiendo música (aquí dio fin a los Preludios, Op. 28, la Polonesa en Do menor, la Balada en Fa mayor y el Scherzo en Do sostenido menor).

Chopin dejó una impronta imborrable en la isla, especialmente en La Cartuja de Valldemossa, un monasterio del siglo XIV que alquilaron y convirtieron en su residencia entre el 15 de diciembre de 1838 y el 11 de febrero de 1839, tal y como Sand recoge en su libro Un invierno en Mallorca. Se hospedaban en dos modestas estancias de la Real Cartuja de Valldemossa, un antiguo monasterio del siglo XIV reformado al estilo neoclásico.

Cartuja de Valldemossa

La Cartuja es el edificio más representativo de la localidad, fue residencia del rey Sancho I de Mallorca a principios del siglo XIV y habitado por monjes cartujos desde 1399 hasta 1835. Chopin describió el lugar en una carta a su amigo Juli Fontana como “una encantadora cartuja enclavada en el país más bello del mundo; el mar, montañas, palmeras, un cementerio, una iglesia de los tiempos de los cruzados, una mezquita en ruinas, olivos milenarios…”. El 13 de febrero, Chopin, Sand y los niños embarcaron de vuelta a Barcelona, donde Chopin pasó una semana convaleciente bajo los cuidados del médico del vapor de guerra francés Méléagre. Tras ocho días de reposo se trasladaron hasta Marsella, donde esperaba el médico personal del músico, el doctor Cauvières. Desde allí, y tras terminar la revisión de los Preludios, se los envió a su amigo Pleyel para que los publicara a cambio de 1.500 francos. Chopin llegó a París el 5 de octubre de 1831;​ nunca regresaría a Polonia,​ convirtiéndose así en uno de los muchos expatriados de la Gran Emigración polaca.

Valldemossa

Para Chopin, el amor no fue sino una fuente de sinsabores que fueron una constante en la vida del compositor polaco. Alejado de los suyos, pocas veces llegó a sentir la felicidad. Y la tisis que lo hizo sufrir enormemente. Su cuerpo quedó en París. Pero nadie sabe qué fue de aquella cajita de plata en la que guardaba un puñado de tierra polaca y que llevó siempre consigo.

Entre las calles empedradas de Valldemossa, repletas de flores y macetas, pasearon tanto el compositor como Sand, pero también escritores como Jovellanos, Azorín, Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Santiago Rusiñol o Jorge Luis Borges.

Jaime Mascaró Munar

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