La cuenca del Orinoco
No fue hasta finales del siglo XVII con el asentamiento de las misiones jesuitas en el alto Orinoco cuando el curso y la cuenca fluvial de éste comenzaron a ser conocidos con algún detalle.
El “descubrimiento” de la comunicación Orinoco-Amazonas a través del caño del Casiquiare en la primera mitad del siglo XVIII fue debido al padre jesuita Manuel Román (1696-1764) que había comunicado en 1742 al rey de España cómo unos portugueses del Gran Pará habían llegado por vía fluvial al Orinoco, demostrando que un brazo de este río se comunicaba con el río Negro y éste con el Marañón o Amazonas. El mismo Román hizo una exploración en 1744 que confirmó la existencia de este paso natural entre estas dos grandes cuencas fluviales de América. Este descubrimiento está consignado en el mapa de su compañero el padre Rotella de 1747 que hoy es el primer testimonio gráfico de esas regiones. Un descubrimiento que sería divulgado por Charles Marie de La Condamine a su vuelta a Europa.
El compañero del padre Román en las misiones del Orinoco fue Joseph Gumilla (1686-1750) que exploró en 1731 la cuenca del río Orinoco y escribió un libro fundamental y de gran valor histórico sobre dicho río: El Orinoco ilustrado y defendido, Historia natural, civil y geográfica de este gran río y de sus caudalosas vertientes, Madrid 1741, que incluye el Mapa de la provincia y misiones de la Compañía de IHS del Nuevo Reyno de Granada por Jose Gumilla. El padre Gumilla no pasó en sus exploraciones más allá del río Guaviare por lo que en su libro asegura que no existía comunicación entre el Orinoco y el Amazonas, lo que en 1744 desmintió el padre Román.
. La cuenca del Amazonas
La cartografía de la cuenca amazónica comenzó a explorarse y darse a conocer a finales del siglo XVII, cuando el padre Samuel Fritz (1654-1725) llegó en 1686 al colegio de los jesuitas de Quito, enviado allí desde su natal Bohemia. Su trabajo misional se desarrolló desde 1686 hasta 1725 en las misiones de Maynas y rio Negro y Napo con la tribu de los omaguas principalmente.
Una expedición española desde Quito había llegado a Pará en 1636, por las alarmantes noticias sobre las incursiones portuguesas en ese territorio. Por eso en 1637 el portugués Pedro Teixeira fue enviado a explorar en sentido contrario, tratándose en 1639 de definir la frontera entre las dos potencias europeas por un Acta de Posesión.
Así Fritz entró en un área en disputa y él mismo hizo un viaje de Quito a Pará en 1690-91 y después pasó varios años trabajando en las misiones a lo largo del río.
Han sobrevivido solo cuatro de sus mapas de los cuales el primero es Tabula Geographica missionis Omaguae Societatis Iesu, c. 1689. Aunque anónimo, se le puede atribuir ya que tiene la misma letra que el firmado por él en 1691 y ningún otro jesuita estuvo allí en esa época. Como el anterior la Tabula geographica del rio Marañon o Amazonas, 1690 tampoco lleva el nombre del jesuita, pero el Mapa Geographica del rio Marañon o Amazonas, hecho por el padre Fritz de la compañía de Jesús misionero en este mismo rio Amazonas el año de 1691, está ya firmado.
Este mapa se imprimió en Quito, financiado por los jesuitas, en 1707 con el título El gran rio Marañon o Amazonas con la misión de la compañía de Jesús. Geográficamente delineado por el padre Samuel Fritz misionero continuo en ese río.
El mapa de Fritz fue conocido en Europa a partir de 1745 cuando se publicó la Relation abregée d’un voyage a la Amérique Meridionalede La Condamine que lo incluía.
El padre José Quiroga (1707-1784), que antes de ingresar en la orden fue marino, realizó con los jesuitas Cardiel y Strobel una expedición marítima en 1745-46 desde Buenos Aires por la costa patagónica hasta Puerto Deseado y Puerto de la Cruz. De su viaje existe una relación y cartografía. Después de haber determinado con exactitud la posición geográfica de los treinta pueblos de Misiones, y la de las ciudades de la Asunción, Corrientes, Santa Fe, Colonia, Montevideo y Buenos Aires, redactó su mapa Descripción del río Paraguay, desde la boca del Xaurú hasta la confluencia del Paraná, con los datos que le suministraron las relaciones editadas e inéditas de los misioneros, cuando no le fue posible adquirirlos personalmente. Cuando fue terminado en 1749 y se imprimió en la ciudad de Roma cuatro años más tarde, por el calcógrafo Fernando Franceschelli, que, conformándose a la costumbre de su tiempo, le agregó en sus márgenes varias noticias del Paraguay, y la tabla general de los grados de latitud y longitud, según las observaciones del autor. Una de las partes más incorrectas de este mapa es el curso del río Paraguay, y fue precisamente el que el padre Quiroga tuvo la oportunidad de rectificar poco después, cuando en 1752 acompañó al comisario español, don Manuel Antonio de Flores, en la demarcación de la boca del río Jaurú en virtud del tratado de límites de 1750. José Quiroga fue catedrático de matemáticas en Córdoba y Buenos Aires y escribió el Tratado del arte verdadero de navegar por el circulo máximo a la equinoccial, publicado en Bolonia en 1784.
. Los mapas de Chile
El jesuita Alonso de Ovalle (1603-1651) publicó la Histórica relación del reino de Chile, impresa en español y italiano en Roma en 1646. La obra va acompañada de un mapa, Tabula geographica regni Chile de 38 x 47 cm. El mapa tiene importancia por la fecha en que está realizado y porque excede en información a todos los mapas precedentes como el De Laet, Herrera, Blaeu, Hondius, y Janssonius.
El mapa se extiende desde Perú hasta la Tierra del Fuego y Cabo de Hornos, y desde el Pacífico al Atlántico. Aparte de sus datos geográficos su característica más interesante es la información histórica y las leyendas con las que se rellenan sus espacios en blanco. Las imágenes, ingeniosamente dispuestas sobre el mapa, de hombres, aves extrañas y animales de caza, las costumbres locales, gigantes y hombres con colas en Tierra del Fuego hacen que el gran mapa sea sorprendente.
Su gran cantidad de nombres de lugares, indicaciones de minas, de las misiones, ciudades y pueblos, volcanes, ríos, el reconocimiento del río Bío Bío como el límite entre los españoles y las tribus araucanas, proporcionan uno de los mapas más informativos de la región. El mapa sirvió posteriormente de modelo a los geógrafos de gabinete Sanson, Delisle y a otros cartógrafos europeos que nunca estuvieron en América.
La instalación de la Compañía de Jesús en la zona alta de los ríos Paraná y Uruguay, que ellos llamarían Paraguay, se hizo bajo el sistema conocido como reducciones y requirió por parte de la Orden la implantación de una fuerte organización política, administrativa, militar, y comercial basada en el mate y la ganadería.
Desde el punto de vista geográfico, las treinta reducciones (que lograron subsistir, de las cuarenta y ocho fundadas) fueron edificadas a lo largo del curso de tres ríos: el Paraná, el Paraguay y el Uruguay, en una zona inexplorada y dividida en la actualidad entre la Argentina, Brasil y Paraguay.
. Filipinas
Las islas Filipinas dependían misionalmente de la prefectura de Nueva España. En 1734 el jesuita Pedro Murillo Velarde (1696-1753) levantó el único mapa fiable de Filipinas en el que representa las islas a una escala mucho mayor que la de cualquier mapa anterior y aisladas de otra región excepto de una parte de Borneo.
Su Carta Hydrografica y Chorografica de las Yslas Filipinas, hecha en Filipinas en 1734 y dibujada por Nicolás de la Cruz Bagay está formada por cuatro hojas unidas que miden un total de 112 x 120 cm. Lleva en ambos lados ocho grabados con escenas costumbristas y cuatro planos particulares de Manila, Cavite, Zamboanga e isla de Guahan. El único ejemplar conocido se encuentra en la Biblioteca Nacional de España. Una segunda edición de 1744, más reducida y simplificada que la primera, sirvió para ilustrar la obra del autor del mapa, titulada Historia de la provincia de Philipinas de la Compañía de Jesús impresa en Manila en 1749.
El mapa de Murillo Velarde fue uno de los primeros que se publicaron de las islas Filipinas y ejerció una gran influencia en los cartógrafos europeos de los siglos XVIII y XIX. Fue el único fiable con el que se pudo contar hasta el siglo XIX, cuando en la Dirección de Hidrografía se publicaron los mapas del archipiélago levantados por la expedición Malaspina.
Jesús Caraballo