José Escandón y Helguera fue un montañés nacido en Soto de la Marina, el 19 de marzo de 1700, fallecido en Querétaro, México el 10 de noviembre de 1770. Aquel hijo de unos modestos hidalgos de Cantabria, Juan de Escandón Rumoroso y Francisca de la Helguera, abandonó este mundo como conde de Sierra Gorda en la lejana Nueva España.
Sus andanzas por tierras conquistadas por Hernán Cortés comenzaron en 1715 cuando, emigrado a las Indias, entró al servicio de la Corona como cadete voluntario en la Compañía de Caballeros Montados y Encomenderos de Mérida, en Yucatán. En 1721 lo encontramos avecindado en Querétaro, ya como teniente de una compañía de milicias merced a haber logrado, tres años antes, el desalojo de contrabandistas ingleses de la Laguna de Términos, al suroeste de la península de Yucatán. Sus frecuentes encuentros con los indios nómadas de Sierra Gorda, logrando aquietar la insurrección en Celaya, así como otras revueltas de indios, tanto en Real de Minas de Guanajuato como en el mismo Querétaro, propiciaron su ascenso a sargento mayor.
Fueron sus dotes militares y sus incesantes triunfos los que le proporcionaron a Escandón renombre y fama, al tiempo que le abrieron las puertas de las familias influyentes y adineradas de Nueva España. Con ello, contrajo matrimonio en 1724 con María Antonia Ocio y Ocampo, con la cual tuvo dos hijos, y a su viudez, en 1737, con María Josefa Juana de Llera y Bayas, de cuya unión nacerían siete hijos. Ambas esposas le facilitaron a nuestro hombre contactos con el mundo empresarial de novohispanos, llegando a adquirir un obraje en Querétaro que le propició un incremento considerable de fortuna.
Siendo lo anterior ciertamente trascendente, vistos los antecedentes de José Escandón, su auténtico renombre surge de la conquista, pacificación y colonización de Sierra Gorda en el noreste de Nueva España, impulsando la fundación de la Colonia del Nuevo Santander, en el actual estado de Tamaulipas. Sus incursiones en Sierra Gorda comenzaron en 1735, siendo ascendido a coronel en 1740 y a capitán general de Sierra Gorda en 1741. Su labor en aquellas tierras mediante expediciones supuso reorganizar misiones, crear otras, sustituir los frailes agustinos y franciscanos, logrando el asentamiento de numerosos indios.
En octubre de 1744, José Escandón presentó al virrey Fuenclara un proyecto que pretendía pacificar y colonizar el llamado Seno Mexicano. Empero ser rechazado inicialmente, el empeño del montañés, junto con la estrategia que significaba la conquista, población y obtención de recursos en Sierra Gorda, unido al bajo coste de la propuesta, hizo que, finalmente, fuese aprobado. El apoyo del auditor de Guerra y Hacienda Pedro de Malo, y, especialmente el de su sucesor el marqués de Altamira hizo que se optase por el proyecto de Escandón, desechando los otros presentados. En septiembre de 1746 el virrey Revillagigedo le nombró lugarteniente suyo en el Seno Mexicano y sus fronteras; en enero de 1747 hizo nuestro personaje una expedición de registro, entre Tampico y la bahía del Espíritu Santo, compartida con una fuerza de más de setecientos hombres que, saliendo de diferentes lugares (Coahuila, Nuevo León), confluyeron todos en las márgenes del Río Bravo. A su término, Escandón presentó un informe y un mapa en el que se señalaban los catorce puntos elegidos para las primeras fundaciones de pueblos.
Nos hallamos a las puertas de la colonización de Nuevo Santander que se inició con la fundación el 25 de diciembre de 1748 de la Villa de Santa María de Llera, apellido de su segunda esposa, para en el trascurso de los nueve años siguientes llegar a fundar veinticuatro pueblos, muchos de ellos con topónimos de la provincia santanderina, incluida la actual Güemez, en honor al virrey Juan Francisco Güemes y Horcasitas. Tres fueron los objetivos logrados con las iniciativas y expediciones de José Escandón, incorporar a la Nueva España unos territorios deseados por gobiernos extranjeros como expansión en el norte del virreinato, la sumisión de los indios insurrectos y la evangelización cristiana de las poblaciones indígenas. Y aún debe resaltarse otro hecho no menos trascendente para aquellas tierras y sus gentes; se desarrolló la ganadería, se impulso la agricultura y se facilitó el comercio tanto terrestre como marítimo entre las distintas regiones.
El método utilizado por Escandón era muy similar al seguido más tarde por los pioneros norteamericanos; a finales de 1749 salió de Querétaro con 750 soldados y cerca de 3000 familias que, en carretas, llevando en carretas todas sus pertenencias, iban a la búsqueda de una vida más próspera. La avanzadilla eran los soldados; una vez conquistado el lugar, se asentaban los futuros pobladores, fundando la ciudad y estableciéndose la organización y la logística e intendencia. Entraban asimismo los frailes a iniciar su labor evangelizadora.
En su trayectoria el grupo pasó por Tula, Palmillas y Jaumave, lugares que fueron dotados de autoridades y de cuerpos de defensa, a fin de crear un corredor de auxilio seguro para los hispanos en caso de que los indios iniciaran una rebelión.
De allí marcharon hacia las estribaciones de la Sierra Madre Oriental y de la Sierra de Tamaulipas y a la marger Sur del río Guayalejo. En febrero fundó Escandón la Villa de los Cinco Señores de Santander, al noreste del arroyo de Flechadores. La expedición continuó fundando nuevos asentamientos a uno y otro lado del Río Grande/Bravo que iban recibiendo más nombres de la provincia natal de Escandón: Camargo, Reynosa, San Fernando, Altamira, Bustamante, Revilla, Soto de la Marina, Aguayo, Santillana. Mier, Santo Domingo de Hoyos y San Agustín de Laredo. Todas aquellas poblaciones fueron atendiendo criterios relativos no solo a la calidad de la tierra y sus recursos, sino también a los medios de defensa con que se pudiera contar para la defensa y la pacificación de los indios. La construcción de caminos, de acequias, de canales de riego; la introducción de la ganadería bovina y lanar, y el hallazgo de yacimientos de metales preciosos facilitó que Nuevo Santander alcanzase rápidamente una gran prosperidad. Se dice que las primeras vacas de Texas descendían de las traídas por Colón en su cuarto viaje.
Topamos en este punto con el pecado español por excelencia, la envidia. Noticias contradictorias en relación con la labor y métodos de Escandón llegaron a la Corte, y ´ésta mandó que fuesen inspeccionados los territorios, primero por el capitán José Tienda de Cuervo, en 1757, y años después por el mariscal de Campo Juan Fernández Palacios. José Escandón seria retirado de la Colonia y sustituido por el mariscal Palacios.
Viudo de su segunda esposa, Escandón moriría entre la indiferencia general, pero su inmensa labor había aportado a la Corona la fundación de 24 poblaciones en un territorio superior a los 70.000 km2 y la introducción de más de un millón de cabezas de ganado en los mismos, razón por la cual todavía es hoy reconocido como “el primer ganadero” de Texas.
Un año y medio después de su muerte se le hicieron unas solemnes exequias y en 1772, Carlos III desagravió su memoria. Dejó destinada en su testamento una parte de sus bienes para la institución de un mayorazgo que gozaría su hijo Manuel de Escandón y Llera, segundo conde de Sierra Gorda y gobernador del Nuevo Santander en 1790.
La villa santanderina que vio nacer al hidalgo que con 15 años embarcó hacia las Indias tiene muy presente la figura de su paisano, conmemorando su recuerdo, junto con los monumentos en las ciudades mexicanas de Reynosa y Ciudad Victoria y en las texanas Alice y Houston.
Francisco Gilet
Mi felicitación por el trabajo de divulgar las historias y proezas de los conquistadores, evangelizadores y descubridores españoles en el Nuevo Mundo.