Juan de Biclaro. Prelado e Historiador

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Juan de Biclaro nació en Santarem, Lusitanía, en el entorno de una familia aristocrática goda. De joven emigró a Constantinopla a completar su formación durante siete años (¿570-577?) para después volver a Hispania. Le tocó vivir la rebelión de Hermenegildo contra su padre Leovigildo, causa por la que el padre intentó atraer para su causa arriana a todos los eclesiásticos católicos, entre los que estaba Juan. Se cree que Juan se negó y esto provocó que se desterrase en Barcelona. Una vez muerto el rey, y con la entrada de Recaredo, Juan pudo volver.

Restos Monasterio de Vallclara

Juan se situó en la Tarraconense, donde se cree que fundó un monasterio en Vallclara (Tarragona), donde regía una Regla que él mismo había creado. Fue abad de dicho monasterio hasta el año 590, y al poco tiempo, en 591, fue nombrado obispo de Gerona. Como obispo suscribe el II Concilio de Zaragoza de 592, el Concilio de Toledo de 597, el II Concilio de Barcelona de 599 y el Concilio de Egara de 620.

San Isidoro de Sevilla

Solamente nos ha llegado de él una obra, el Chronicon, en ella narra hechos hasta el año 589. Por ejemplo, se atribuye al emperador Mauricio veinte años de reinado y a Gregorio Magno quince años de pontificado, siendo su nombramiento en el año 586, por lo que deducimos que la redacción del Chronicon fue hacia el 601/602.

La obra consta de un prefacio, el cuerpo de la obra y un epílogo. En el prefacio, Juan da noticia de sus predecesores y del género de la obra: Eusebio de Cesárea, Jerónimo, Próspero de Aquitania y Víctor de Tununa. El cuerpo de la obra narra la historia entre los años 566 y 589 y finaliza con la conversión de los godos al catolicismo en el III Concilio de Toledo. El epílogo muestra una recapitulación de los años transcurridos desde Adán hasta el nacimiento de Cristo, y desde Cristo hasta el final de la Crónica.

La Crónica, que muestra un periodo de tiempo corto, veinticuatro años, ordena los sucesos de forma cronológica y toma como referencia a los emperadores de Oriente. Desde la entrada al trono de Leovigildo, también toma como referencia a los reyes visigodos. Con este sistema, Juan de Biclaro establece un paralelismo entre los emperadores bizantinos y los reyes visigodos, tratados con total independencia, sin estar el rey visigodo supeditado al emperador de Oriente. Para Biclaro existían dos grandes imperios: el romano, en Oriente, y el visigodo, en Occidente. La concepción de biclarense es que el pueblo visigodo fue el elegido por Dios en sustitución del desaparecido imperio romano de Occidente.

III Concilio de Toledo

En la Crónica se da especial importancia al III Concilio de Toledo, de forma que, exalta la entrada del pueblo visigodo dentro de la historia de la Salvación en el seno de la Iglesia Católica. El segundo punto clave es la admiración por la figura del rey Leovigildo, presentado como unificador de la Península Ibérica.

Un rasgo característico de la obra es su imparcialidad. El tono es frío, objetivo, distante, rehuye en todo momento del comentario personal. Ya en el prefacio, Juan adelanta que no se servirá de ninguna fuente más que de su conocimiento personal de los hechos y de aquellos que los han vivido.

En lo que se refiere al estilo de la obra, este de muestra cuidado, es vivo, rico en matices y cercano. Es un auténtico desarrollo narrativo, en el que no solo se cuenta un hecho concreto, sino también sus antecedentes y su historia en conjunto, de esta manera, forma un relato coherente, estructurado y organizado.

José Carlos Sacristán

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