Juan de la Cosa, cartógrafo de América

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Juan de la Cosa

            Juan de la Cosa se supone que era natural de Santoña (Cantabria). Nacido a mediados del siglo XVI, falleció el año 1509 en Turbaco (actual Colombia).

            Navegante, descubridor y cartógrafo, es autor del primer mapamundi en el que aparece el continente americano.

            Los primeros años de la vida de nuestro personaje permanecen en la bruma de lo incógnito, siendo que las primeras noticias ciertas nos llevan a Portugal, el año 1488,  cuando, supuestamente enviado de forma subrepticia por los Reyes Católicos, recogía información relativa a la expedición de Bartolomé Díaz que acababa de regresar de su periplo africano que lo había llevado hasta el cabo de Buena Esperanza.

            Cuatro años después estaría residiendo en el Puerto de Santamaría, donde destacaba como armador, circunstancia que resultaría favorable para el proyecto de un personaje que justo en esos momentos estaba llevando a término los preparativos necesarios para culminar el proyecto más importante de su vida: Cristóbal Colón.

Cristóbal Colón

            Ambos personajes debieron coincidir cuando Colón vio cómo naufragaba su proyecto antes de ser iniciado al no lograr las naves que le habían sido prometidas en Palos, lo cual le llevó a fletar un nuevo barco, cuyo armador era justamente  Juan de la Cosa, que se mostró entusiasta con el proyecto, al que aportaría su nao, la “Gallega”, que para el caso sería rebautizada como la “Santa María” y sería servida por un nutrido número de “vizcaínos” y por el mismo Juan de la Cosa como maestre. En la misma embarcaría también el duque de Medinaceli.

            Pero contra lo ocurrido con los hermanos Pinzón, o los Niño, no participó en la empresa como socio, sino como cosmógrafo y cartógrafo. Y en los momentos de máxima tensión, conocidos en septiembre de 1492, no se mostró conciliador ni como apoyo al almirante, sino justamente lo contrario, significándose dentro del malestar general que a punto estuvo de dar al traste con la empresa descubridora.

La Española

            Luego crecerían los problemas, ya que Colón lo responsabilizó del percance que conllevó la pérdida de la “Santa María” en La Española en la Nochebuena de 1492.

            Pero esa inculpación hubo de responder más a enfados ajenos al asunto que a verdadera responsabilidad por parte de Juan de la Cosa, ya que, de otro modo, el asunto hubiese tenido consecuencias jurídicas que nunca fueron aplicadas. Y no solo eso, sino que, además, en 1494 fue indemnizado por la Corona por la pérdida del buque, del que seguía siendo propietario.

            Pero a pesar del motín de septiembre y a pesar de la pérdida de la Santa María y su supuesta responsabilidad en el asunto, la relación entre el almirante y Juan de la Cosa no era mala y seguiría siendo buena, ya que navegarían juntos en nuevos viajes de descubrimiento.

            La buena relación con Colón le llevó a formar parte del segundo viaje del almirante, que tuvo lugar en 1493. Su misión, en esta ocasión, sería el levantamiento de mapas, tarea suficientemente cargada de responsabilidad como para ser relevado de cualquier otra responsabilidad náutica. 

            En este viaje fueron descubiertas Dominica, San Juan de Puerto Rico, Montserrat, Guadalupe y otras.

            Pero el ansia de resultados hizo mella en Colón de forma negativa; así, el 14 de junio de 1494, hizo levantar acta al escribano Fernán Pérez de Luna; en la misma, tras haber recorrido 335 leguas de Este a Oeste de la isla de Cuba sin encontrar el final de la costa,  hizo firmar a la tripulación que no se trataba de una isla, sino que la misma era parte del continente asiático. Juan de la Cosa no estaba de acuerdo, lo que motivó el distanciamiento entre ambos personajes.

Detalle de las Antillas. Carta de Juan de la Cosa

            Pero no por ello abandonó Juan de la Cosa la empresa americana, así lo encontramos nuevamente en las Antillas en 1499, en la expedición de Alonso de Ojeda, y en 1504 lo encontramos al mando de una flotilla de cuatro carabelas de guerra cuya misión era impedir asentamientos portugueses.

            Juan de la Cosa había pasado a formar parte del selecto grupo de científicos y mareantes que asesoraban al Consejo de Indias y a la Casa de Contratación, los organismos creados por la Corona para atender el desarrollo de la campaña ultramarina, y en 1507 asistía en Burgos, junto a Vicente Yáñez Pinzón, Juan Díaz de Solís y Américo Vespucio, a la junta de sabios en la que se decidió continuar las exploraciones, de las que las dos primeras fueron comandadas respectivamente por Pinzón, Solís y Juan de la Cosa, con financiación de la Corona.

Alonso de Ojeda,

            El 10 de noviembre de 1509 iniciaría el que sería su último viaje. Con el nombramiento a su favor como gobernador de Urabá y capitán de rey de todos los lugares que no hubiese ocupado ya Alonso de Ojeda, partió como lugarteniente de este al frente de doscientos hombres embarcados en dos bergantines y una nao con el objetivo de poblar Tierra Firme.

            Llegaron a las costas de la actual Venezuela, donde fueron mal recibidos por los indios, escarmentados por las incursiones de los hermanos Guerra (Luis, Cristóbal y Antón), que depredaron la zona y tomaron esclavos que posteriormente fueron liberados por la reina.

            Su avance, así no fue pacífico, sino trufado de constantes enfrentamientos con los indios caribes que si en principio tenían resultado favorable para las huestes castellanas, estas cayeron finalmente en una celada que acabó con la expedición, encontrando la muerte en la misma el propio Juan de la Cosa.

            Pero el hito por el que es recordado Juan de la Cosa es otro. Excelente cartógrafo y excelente observador, sufrió los avatares de las expediciones y dejó relación de las mismas, aportando datos que, como la “broma”, gusano marino que carcome el casco de madera de las naves, resultarían de especial interés para expediciones posteriores.

Carta

            Pero sobre todo el aporte cultural de Juan de la Cosa, queda la confección de su “Carta”, datada en 1500, que constituye el primer mapa del continente americano, que sería de importancia capital para la navegación… y para otros menesteres, como fue el Tratado de Tordesillas. 

            Aparte el interés náutico, la Carta tiene otros aspectos que llaman fuertemente la atención, ya que en sí es una obra de arte pintada sobre pergamino, con unas dimensiones de 96 x 183 cm.

            En la misma quedan reflejados los descubrimientos que llevó a efecto Colón, y también los que fueron obra de Alonso de Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón y Sebastián Gaboto. Lógicamente, se trata de un mapa de América incompleto que representa la costa Noreste de América del Sur, pero tiene una peculiaridad destacable, y es que por primera vez se señala América como continente.

            Y pudo representar tan profundo trabajo porque él mismo había sido protagonista directo de los descubrimientos que reflejaba. Él, en ocasiones por su propia cuenta, y en ocasiones por cuenta de otros titulares, había descubierto toda la costa septentrional de la América del Sur y parte de la central. Pocos navegantes tienen semejante hoja de servicio.

Cesáreo Jarabo

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