Juan de Palafox y Mendoza, hijo natural de un noble y criado en su primera niñez en una familia humilde, es un ejemplo de superación y de tantos españoles que dejaron una huella imborrable en el Nuevo Mundo, en su caso en Nueva España.
Nuestro protagonista nació en la localidad navarra de Fitero, el 24 de junio de 1.600, hijo natural de Don Jaime de Palafox. Criado hasta los nueve años en una familia humilde, a esa edad, después de que su padre heredara el título de Marqués de Ariza, le reconoció como hijo legítimo.
Tras estudiar en Tarazona, continuó su formación en las universidades de Huesca, Salamanca y Sigüenza, para a continuación, en 1.629, ordenarse sacerdote, y el 27 de diciembre de 1.639, fue consagrado obispo.
Al año siguiente, 1.640, emprende su misión en el Nuevo Mundo, cuando el 22 de julio de ese año toma posesión como obispo de la diócesis de Puebla de los Ángeles, en el Virreinato de Nueva España – actual México -, ejerciendo luego como Visitador, Virrey y Capitán General de dicho Virreinato.
Regresó a España, en 1.649, siendo nombrado obispo, en 1.654, de Osma-Soria, falleciendo en Burgo de Osma, el 1 de octubre de 1.659, con fama de santidad.
De su etapa como Virrey de Nueva España dejó un magnífico recuerdo, al apoyar el acceso de los criollos a cargos públicos, reducir impuestos para impulsar la economía o defender el comercio entre los distintos territorios hispanoamericanos, que hasta entonces estaba muy restringido.
No menos loable fue su labor como obispo de Puebla, etapa que aprovechó para escribir un catecismo en la lengua indígena del lugar; fundar la biblioteca más antigua de América, la Palafoxiana, así como el convento de religiosas dominicas de Santa Inés; redactar las constituciones para el seminario de San Juan, y levantar los colegios de San Pedro y San Pablo y el de niñas de la Purísima Concepción, y terminó la catedral de la localidad, entre otras tareas.
A su regreso a la España peninsular, con escasos medios, tomó posesión de su nueva diócesis de Osma – Soria, dando ejemplo de vida sencilla, humilde y pobre. Ello, unido a su fama de santidad de la que gozó en vida, fueron determinantes para la culminación de su prolongado proceso de beatificación, que tuvo lugar el 27 de marzo de 2010, a cargo del Papa Benedicto XVI.
Jesús Caraballo
Es una labor meritoria la que se hace desde esta dirección de ESPAÑA EN LA HISTORIA.
No todos hemos gozado de las oportunidades necesarias para conocer y valorar a nuestros compatriotas antecesores.
Me siento agradecida a ESPAÑA EN LA HISTORIA.