Nació en México a finales de 1580 y murió en Madrid el cuatro de agosto de 1639.
De profesión abogado, es uno de los más reputados dramaturgos de la literatura española.
En el colegio jesuita de San Pedro y San Pablo en México estudió gramática latina, dialéctica y filosofía escolástica y moral, y el año 1600 llegó a la Península para continuar sus estudios en la universidad de Salamanca, donde alcanzó el grado de bachiller en cánones.
En 1606 marchó a Sevilla, donde ejerció su profesión, con licencia para actuar ante la Real Audiencia, se traslada a Sevilla, labor que desarrolló hasta 1608, obteniendo éxitos profesionales que le permitieron mantener una vida holgada, y es justo estos momentos en los que dio a luz sus primeras obras literarias.
De vuelta en México, el 8 de febrero de 1609 presentó su tesis en la Universidad, cuyo tema era la emancipación temporal de esclavos y los efectos legales de ciertas cláusulas testamentarias, dando comienzo acto seguido a su labor profesional, que en 1611 se ve reflejado en un documento notarial que lo define como «abogado de esta Real Audiencia».
Su carrera profesional va resultando exitosa, siendo que es nombrado asesor del corregidor, y en 1612 en nombrado juez pesquisidor en un caso de asesinato.
Pero como tenía mayores expectativas, en 1613 viajó de nuevo a la Península en busca de un mejor porvenir, que tardaría en llegar. Sería en 1626 cuando fue nombrado relator supernumerario del Consejo de Indias, con derecho a ocupar un puesto definitivo en cuanto quedara uno vacante. Algo que tardaría siete años en suceder.
En 1621, con la llegada al poder de Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, amigo que era desde su estancia en la Universidad de Salamanca, se abrió una nueva puerta para Juan Ruiz, ya que era pieza importante al ser conocedor de los asuntos de Indias al tiempo de poseer la capacitación que deseaba para los funcionarios públicos.
Sus obras moralizantes estaban en sintonía con la acción de gobierno del conde-duque, con lo que se popularizaron obras como Las paredes oyen, Los pechos privilegiados, Ganar amigos, El dueño de las estrellas, La amistad castigada…
Y es justo en estos momentos de baja actividad profesional cuando escribe más profusamente, llegando a ser representadas con éxito sus obras, al tiempo que eran publicadas en Madrid y Barcelona, y mantenía relación personal con la élite literaria (Lope, Góngora, Quevedo, Tirso…), todos miembros de la academia literaria dirigida por Sebastián Francisco de Medrano.
Pero las relaciones con otros autores no eran siempre de amistad, siendo que en aquellos tiempos eran normales los ataques literarios de unos contra otros, que en ocasiones llegaban a plasmarse en la realización de auténticos actos delictivos plasmados en el sabotaje de los estrenos teatrales.
Y el porte físico de Juan Ruiz de Alarcón facilitaba la crítica satírica merced a su corta estatura, su pelo rojizo y su abultada joroba, siendo que llegó a ser calificado por sus adversarios como «camello enano», «mono» y «poeta tronco». Sátiras que llegaron a afectarle en su vida profesional, ya que pesaron en su contra cuando en 1625 aspiraba a una vacante en las Audiencias americanas.
Por su parte, él utilizaba la ironía para criticar los vicios sociales, que normalmente presentaba llevados a cabo por personajes con buena presencia física, al tiempo que personajes carentes de gracia física mostraban la posesión de una gran fuerza moral.
Siendo parte de la cumbre de la literatura española, llama la atención que escribió menos de 30 obras de teatro, todas en verso, algunas de las cuales fueron publicadas por otros autores, cambiando el título.
En 1626, ya ejerciendo como relator del Consejo de Indias, su actividad literaria sufrió una importantísima merma, que prácticamente se redujo a la creación de la comedia Segunda parte del acomodado don Domingo de don Blas.
Murió en Madrid el 4 de julio de 1639.
Cesáreo Jarabo