Si tomamos a Ataúlfo como primer rey visigodo que gobernó en Hispania entre 410 y 415, y al último que fue Rodrigo del 710 al 711, nos encontramos con un total de treinta y tres reyes que gobernaron con sus respectivas reinas. No todos con consorte conocida, por eso ahora pretendo destacar las reinas que por su labor, carisma o singularidad destacaron el tiempo que les tocó vivir junto a sus esposos como reyes del Reino Visigodo de Toledo.
Sin duda alguna, debemos empezar este recorrido con Gala Placidia reina consorte de Ataúlfo. Es un personaje muy conocido en la historiografía europea por haber sido hija, hermana, esposa y madre de emperadores de Roma y por si eso fuera poco, reina visigoda. Aparentemente, es un currículo difícil de superar, aunque más insuperables fueron los hechos que le llevaron a tener esa grandeza.
Gala Placidia fue hija del Emperador Teodosio I el Grande, que fue el último emperador que gobernó el Imperio antes de separarse entre Oriente y Occidente. Fue el emperador que instituyó el cristianismo como religión oficial del Imperio en 381. Y además fue hispano, pues nació en Coca, provincia de Segovia. En casa del general Estilicón, magister utriusque militae (generalísimo de todos los ejércitos), Gala recibió una educación privilegiada muy superior a la de cualquier mujer de su época.
En esos mismos años los visigodos merodeaban de forma peligrosa por el norte de Italia, de tal forma que el rey Alarico sitió Roma tres veces en dos años. Parte del botín de guerra fue el secuestro de Gala Placidia que fue llevada a la Galia cuando Ataúlfo sucedió a Alarico. Entre tanto, el emperador era Honorio que sucedió a su padre Teodosio. Ataúlfo decidió casarse con Gala en 414, y esto generó una presión y distancia difícilmente superables con Honorio. El desposorio siguió toda la parafernalia romana; el rey parecía más un aristócrata romano que un bárbaro. Los adornos de oro y piedras preciosas venían del saqueo de Roma, y la boda se celebró en casa de un noble galorromano. Desde ese mismo momento, se sabe que Gala aconsejaba y guiaba a su esposo, la complicidad entre ambos fue evidente, luego el rapto de Gala se convirtió en amor.
Honorio no reconoció la unión y envió al general Constancio hacia el sur de la Galia, y por este motivo, Ataúlfo se vio obligado a desplazarse, produciéndose aquí un hito en la Historia de España: los godos entran por primera vez en la Península y se asientan en Barcino (Barcelona). Aquí nació el primer hijo de ambos, al que llamaron Teodosio. A la alegría le siguió de forma muy prematura la pena, el joven príncipe murió. Y para colmo de males, en el verano de 415 el rey también murió.
El nuevo rey elegido fue Sigerico (415), quien odiaba a muerte a Ataúlfo y por este motivo se vengó con los descendientes del rey y con Gala Placidia. Ordenó matar a los seis hijos que Ataúlfo había tenido con una mujer anterior, y humilló a Gala, azotándola y haciéndola caminar descalza durante veinte kilómetros, mientras la comitiva real desfilaba por las calles de Barcino. Esta decisión no gustó nada a la nobleza goda, que mandó asesinar a Sigerico una semana después de haber sido entronizado.
El sucesor fue Walia (415-418), que se encontró con un problema extremo: la hambruna. Tuvo que recurrir a la compra de trigo a los vándalos a un precio desorbitado. Debido a esto, Walia, decidió llegar a un acuerdo con el Imperio: asegurar el suministro de víveres, y convertirse en aliado de Roma para reinstaurar el poder imperial en Hispania; a cambio debía entregar a Gala Placidia. Así regresó Gala a la corte de su hermano, el emperador Honorio.
Gala acabaría casándose con Constancio, quien sucedió en el trono a Honorio, con el que tuvo a un niño, que se convertiría en el futuro emperador Valentiniano III. Constancio murió de forma prematura en 425, cuando Valentiniano tenía solo cuatro años. Por este motivo, Gala asumió la regencia del Imperio hasta el año 437.
La siguiente reina que es digna de mención es Goswinta o Gosvinta, que tiene la peculiaridad de que fue reina consorte de dos reyes: de Atanagildo y de Leovigildo. Atanagildo perteneció a una familia de la alta aristocracia goda, al igual que Goswinta que también fue miembro de una familia poderosa. La influencia de Goswinta entre la nobleza goda se hizo notar a la muerte del rey, y esta le valió para concertar su nuevo matrimonio con el hermano del nuevo rey Liuva, que sería el futuro rey Leovigildo.
Este antecedente personal ― familiar ― de la reina Goswinta explica la posición que tuvo durante el reinado de Leovigildo. La hija que tuvo con Atanagildo, Brunequilda, le dio influencia en la casa de Austrasia y por esto se le concedió a su hijo Hermenegildo un territorio donde ejercer sus funciones de asociado al trono. Se tiene bastante certeza de que ella instigó a Hermenegildo para que se sublevase contra su padre Leovigildo.
Goswinta profesó la fe arriana rayando el fanatismo. La decisión de Recaredo de convertirse al catolicismo la debió enfadar muchísimo, de modo que ayudó en las intrigas a favor de las rebeliones de obispos y nobles contra Recaredo. En concreto, Goswinta ayudó al obispo arriano Uldila a conspirar contra el rey. Al descubrirse la trama, Uldila fue desterrado, mientras que Goswinta murió sin saberse si se suicidó o fue asesinada.
Recaredo convocó el III Concilio de Toledo para adjurar del arrianismo en favor del catolicismo. Durante la lectura del mensaje del rey se encuentra presente la reina Baddo, en las actas del concilio se la menciona como “reina gloriosa”. Tanto ella como el rey confirmaron las actas, hecho que supuso un hito en la historia visigoda y sus concilios.
Baddo no fue la primera esposa de Recaredo. El rey fue prometido años antes con la princesa Rigunta, hija mayor del merovingio Chilperico de Neustria. El matrimonio se produjo sobre el año 579, pero la princesa murió de forma prematura. De esta manera, Recaredo se separará del linaje franco y buscó una esposa goda que perteneciese a una familia noble y poderosa, esta fue Baddo. El rey necesitaba el apoyo de los nobles, y el matrimonio con Baddo le ayudaba a ello. La implicación de Recaredo en el trágico final de su hermano Hermenegildo, le hacía necesario este apoyo. Además, el cambio significativo que supuso la conversión al catolicismo, debía estar continuado por la estabilidad.
El sucesor de Recaredo fue Liuva II, quien no fue hijo de Baddo. Nació antes del matrimonio de los reyes, siendo su madre de origen humilde. De este dato podemos deducir que el matrimonio entre Recaredo y Baddo fue infértil o no nació ningún varón. No conocemos nada sobre la muerte de la reina.
La última reina de la que vamos a hablar es Egilo o Egilona, esposa del rey Rodrigo, el último de los visigodos, quien cayó derrotado por la invasión musulmana del año 711. En el año 713-714 contrajo matrimonio con el primer gobernador de Al-Ándalus, Abdelaziz, hijo de Muza, el conquistador del reino godo. Sabemos que Egilo insistió a Abdelaziz para que se hiciera independiente del califato de Damasco.
Se cree que ella pudo convencer a su esposo para que se separase del califato omeya de Damasco, al menos le hizo pensar en ello, pero, antes de que Abdelaziz hiciese nada, fue asesinado en 716. Fuentes árabes posteriores dicen que Egilo se convirtió al islam. Egilo se casó con la idea de llevar el rango y la continuidad del reino visigodo. En aquel momento no comprendía cuál era el papel de la mujer en la cultura árabe y la sociedad islámica. Para Abdelaziz no significó más que otra mujer proveniente de una familia prominente derrotada y vencida. Por lo tanto, ella no tenía legitimidad alguna para exigir nada de este tipo. Lo mismo les sucedió a los nobles vencidos, que pasaron a no ser nada y perder todos sus privilegios aristocráticos de la sociedad hispano goda.
José Carlos Sacristán