A lo largo del siglo XV, un total de 10.118 mujeres cruzaron el Atlántico junto a 35.209 hombres para instalarse en el Nuevo Mundo.
Entre las pioneras que desarrollaron acciones que ocasionaron su impronta en la historia podemos señalar a Beatriz Ordaz, Juana Martín, María de Vera, Elvira Hernández, Isabel Rodríguez, Beatriz Hernández, Catalina Márquez, Beatriz Palacios Parda, Juana López, Violante Rodríguez, Catalina González y Antonia Hernández.
Ellas, en no pocas ocasiones junto a la acción de mujeres indígenas, jugaron un papel esencial en el desarrollo de la conquista.
Si las mujeres indígenas destacaron por su acción directa en el establecimiento de alianzas con los distintos pueblos, las mujeres españolas se señalaron en el avituallamiento, la atención a los heridos, la atención en retaguardia, la atención de guardias… y la participación directa en actos bélicos.
Estas actividades les serían reconocidas una vez tomada Tenochitlan; así nos encontramos con el caso de María de Estrada, a quien le fueron entregados en encomienda los pueblos de Tetela del Volcán y Hueyapan; o con el de María de Vera, que le fueron asignados 300 pesos de ayuda.
No son muchas las que han pasado a la historia, por lo que las que lo han hecho forzosamente debieron alcanzar la heroicidad en sus acciones; una de ellas, Isabel Rodríguez Gómez, esposa del capitán Portillo, sucedió a éste en el mando de uno de los bergantines construidos para la toma de Tenochitlan cuando aquel murió en acto de combate.
Y Beatriz Bermúdez de Velasco esposa de Francisco de Olmos, se significó con un acto heroico durante la Noche Triste, forzando a la tropa a guardar el orden, cuando se anunciaba una desbandada que hubiese acrecentado el desastre. Con una espada en la mano amenazó a españoles e indígenas con matarlos si acaso se rendían ante los mexicas.
Y Beatriz Hernández fue la conquistadora encargada de la fundación de Guadalajara, en el Valle de Atejamac, junto a Cristóbal de Oñate y Nuño de Guzmán.
De Beatriz de Palacios, mulata, esposa de Pedro Escobar, siguió los pasos de su marido en todos los avatares de la conquista.
De la que se conservan más datos es de María de Estrada, quién nació alrededor de 1485 y murió alrededor de 1535 y embarcó en el segundo viaje de Colón.
Durante su estancia en Cuba fue apresada por los indios taínos en Matanzas, en cuyo poder estuvo dos años, tras lo cual casó con el sevillano Pedro Sánchez Farfán.
Pero su nombre en la historia se debe a que, a su condición de pionera se une la acción destacada que ejerció en la conquista de Tenochtitlán, la capital azteca, en la que destacaron once mujeres más que demostraron su valor como soldados a lo largo de los 75 días que duró el sitio.
Su traslado al continente tuvo ocasión cuando embarcó en la flota de Pánfilo de Narváez destinada a apresar a Cortés, y al objeto de reencontrarse con su marido, miembro de las huestes de Cortés.
Mujer de carácter valiente, no dudó en participar directamente en la lucha empuñando una espada, en cuyo uso se mostró avanzada hasta el extremo que los cronistas la señalan como esforzada y animosa hasta el extremo que ponía espanto en sus compañeros.
Además, se significó como fundadora de ciudades, en particular en la fundación de Puebla, en 1531, donde tuvo gran prestigio, siendo que actuó como mediadora de conflictos, en concreto el surgido el año 1533 entre el obispo Zumárraga y los dominicos a cuentas de la construcción de un monasterio en la ciudad de Tetela, donde ella era titular de una encomienda.
Falleció alrededor de 1535 en el curso de una epidemia.
Cesáreo Jarabo