Pedro Muñoz Seca, escritor y autor de teatro de humor gaditano, es uno de los comediografos más importantes del siglo XX, perteneciente a la generación del 14 o novecentismo. Fue fusilado el 28 de noviembre de 1936 por su defensa de la monarquía y del catolicismo, que mostraba en sus obras. Su anticomunismo, su fe y amistad con Alfonso XIII fueron las causas de su muerte en Paracuellos de Jarama, cuatro meses después del golpe de Estado con el que tuvo lugar el inicio de la guerra civil española. El 12 de noviembre 2016 se abrió su causa de canonización junto a otros 43 mártires de Alcalá, entre los que de los laicos figura en la lista Ricardo de la Cierva i Codorniu, abogado y padre del historiador Ricardo de la Cierva y de Hoces, y hermano del aviador Juan de la Cierva, que era conocido por su fe y por oponerse al incendio de la iglesia de los Jerónimos. Pedro Muñoz Seca es abuelo materno de los escritores Alfonso Ussía y Borja Cardelús.
EL PERSONAJE
Nació en el del número 35 de la calle Zarza del Puerto de Santa María el 20 de febrero 1879. Sin embargo, existe una cierta confusión en torno a la fecha del nacimiento de Pedro Muñoz-Seca porque consultando una amplia bibliografía y diccionarios, sus autores coinciden en que Muñoz-Seca nació en 1881. El propio Muñoz Seca, muy aficionado a restarse años, dijo en una ocasión a un amigo: «He nacido en 1881, capicúa. Moriré en 1991, otro capicúa que se las trae. Viviré, por tanto, ciento diez años, nada menos. ¿Qué esto es una broma mía? No. Me lo vaticinó mi ama, casada con un cabo de la Guardia Civil. Hay que creer siempre lo que dicen las ‘civilas’».
Además de no aparecer ningún dato referente a 1881, en el archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros se encuentra la partida de bautismo de Pedro Muñoz-Seca, coincidente con el acta de nacimiento en la que se refleja: En la ciudad del Puerto de Santa María, a las diez y media de la mañana del día veinte y uno de febrero de mil novecientos setenta y nueve, ante D. Ángel Medinilla, Juez Municipal, y don Rafael Cañas, secretario, compareció D. José Muñoz, natural de Cádiz, término municipal de Idem, provincia de ídem, mayor de edad, casado, procurador, domiciliado en esta ciudad, Zarza treinta y cinco, presentando con objeto de que se inscriba en el Registro Civil, un niño y al efecto, como padre del mismo declaró: Que dicho niño nació en la citada casa en el día de ayer a las diez de la noche. Que es hijo legítimo del declarante y de doña María Seca…
En el año 1950 se inauguró el monumento-biblioteca que se encuentra en la Plaza de Isaac Peral y, con motivo de este homenaje, se editó un libro conmemorativo. En él aparecen dos fechas para el nacimiento de Pedro Muñoz-Seca. En la semblanza biográfica que abre la edición leemos el siguiente párrafo: «Nació Pedro Muñoz-Seca el 20 de febrero de 1881 y bajo el agua bautismal de la Parroquia de Nuestra Señora de los Milagros, Iglesia Mayor Prioral, catedralicia en su construcción, entra a la vida con el marchamo de su origen portuense». Pero en la contracubierta aparece la firma de Muñoz-Seca y la fecha de su nacimiento: 20 de febrero de 1879, así como la de su muerte: 29 de noviembre de 1936.
Completó sus estudios de bachillerato en el colegio jesuita San Luis Gonzaga, junto a Juan Ramón Jiménez y Fernando Villalón. En 1901 concluyó sus estudios de Filosofía y Letras y Derecho en la Universidad de Sevilla, se doctoró en ambas carreras y consiguió un puesto de pasante en el bufete de don Antonio Maura. Pero su vocación era el Teatro y en esta capital hispalense se interesó por el mundo del teatro. Allí estrenó en 1901 una obra cómica de un acto, Las guerreras, y en 1903 el sainete El maestro Canillas en El Puerto de Santa María. Tras aquellos años de formación, Pedro Muñoz Seca en 1904 se trasladó a Madrid, donde, a la vez que escribía nuevas obras, impartía clases de griego, latín y hebreo. Allí estrenó su primera obra, El contrabando, en el teatro Lara, escrita en colaboración con Sebastián Alonso. Allí trabajó de profesor de griego, latín y hebreo y en 1908 comenzó a trabajar en el Ministerio de Fomento.
Había conocido a la mujer que fue el amor de su vida, la cubana Asunción Ariza Diez de Bulnes, con quien tuvo nueve hijos. Era de una conocida familia de Puente Genil. Anunció a sus padres su intención de casarse, y los padres acudieron a conocer a su futura nuera. El padre escribió a su hijo: “Asunción me ha parecido extraordinaria, inteligente, profundamente religiosa… Todo muy bien. En mi opinión, con un solo defecto. A tu lado, es bastante bajita”.
Don Pedro le respondió: No anda usted equivocado. Es tan bajita Asunción, que cuando, se halla a mi lado, me llega hasta el corazón. Y a mí me gusta la mar, ese defecto que alega, pues no me podrá negar, que es una mujer que llega a adonde debe llegar.
En la siguiente década, entre la de 1910 y 1920, Muñoz Seca se consolidó en el género teatral de la “astracanada”, caracterizado por una búsqueda de la comicidad a todo trance, incluso a costa de la verosimilitud y desfigurando el lenguaje natural. Su obra más célebre dentro de este género fue La venganza de don Mendo, escrita en verso, con un dominio de la polimetría excepcional y una gracia arrolladora. Estrenada en 1918 en el teatro de la Comedia y llevada a la gran pantalla en el año 1962 bajo la dirección de Fernando Fernán-Gómez, quien asumió asimismo el papel del personaje en la película. El teatro del dramaturgo andaluz hizo reír a muchas generaciones de españoles e incluso, su sentido del humor lo conservó hasta momentos antes de su muerte.
En los años 1920 sus obras dejaban de representarse únicamente en Pascuas y aseguraban a los empresarios teatros llenos. Las críticas, sin embargo, no eran buenas por aquel entonces. En la edición de Afrodisio Aguado de La venganza de don Mendo, el prólogo está a cargo de Jacinto Benavente, quien define la obra y el destino de Muñoz Seca así: «A Muñoz Seca no lo mató la barbarie, lo mató la envidia. La envidia sabe encontrar sus cómplices».
Otra obra suya es Los extremeños se tocan, una comedia musical o «zarzuela sin música», en la que los actores cantan y bailan a capela y que parodia este género; posteriormente fue llevada al cine por Alfonso Paso. De 1931 en adelante centra sus sátiras contra la República. Estrena La oca, siglas de «Libre Asociación de Obreros Cansados y Aburridos», caricatura del comunismo y el igualitarismo. Más tarde estrena Anacleto se divorcia, sátira de la ley del divorcio (1932) recién promulgada. Otras obras que ridiculizan a la República son La voz de su amo, Marcelino fue a por vino y El gran ciudadano. Estas críticas, que tuvieron éxito de público, hacen que pase de ser considerado frívolo, dentro de su conservadurismo, a ofensivo por algunos grupos objetivo de las críticas.
Pero fue muy querido en el mundo escénico, conservando amistades como Pedro Pérez Fernández, con quien compuso gran número de piezas teatrales, llegando a ser su más preciso colaborador, hasta el punto de que se llegó a decir respecto a esta relación «poco va de Pedro a Pedro». Colaboraron con él Enrique García Álvarez, Azorín, Enrique García Velloso y otros muchos. Fue colaborador de ABC y Blanco y Negro, hecho del que fue acusado por el Tribunal Popular socialista y comunista, tras su detención, al igual que por su amistad con Rey Don Alfonso XIII y de las publicaciones de su entrañable amigo don Torcuato Luca de Tena.
LA GUERRA CIVIL
Cuando se inició la guerra civil española, estaba con su esposa en Barcelona por el estreno de La tonta del rizo, que tuvo lugar la noche anterior al estallido, y fue detenido por milicias anarcosindicalistas que dominaban la Ciudad Condal, en la casa de un actor que le había aconsejado abandonar el hotel en el cual se había alojado. Acusado de albergar ideas monárquicas y católicas, fue trasladado a Madrid y encarcelado en la recién creada cárcel de san Antón (establecida en esos mismos días en el antiguo Convento de san Antón).
Su esposa fue puesta en libertad, ya que era ciudadana cubana, pero Pedro Muñoz Seca ya no volvería a conocer la libertad. Durante su estancia en prisión, Muñoz Seca se dedicó a lo que mejor sabía: hacer reír a la gente a través de su humor.
Compartió prisión durante un tiempo con el beato Álvaro del Portillo, sucesor de san Josemaría Escrivá al frente del Opus Dei. Allí compartió el estrecho espacio con personajes de todo tipo, sacerdotes, militares e incluso adolescentes.
Pese a mostrar su versión humorística entre rejas, sentía miedo, hasta que pidió al responsable de la prisión ver a un cura, siendo ya consciente de que le esperaba la muerte. Con el sacerdote se confesó y escribió una carta a su mujer en la que queda reflejada la resignación ante su futuro: Cuando recibas esta carta estaré fuera de Madrid. Voy resignado y contento. Dios, sobre todo. Voy muy tranquilo sabiendo que tú siempre serás el ángel bueno de todos. El mío lo has sido siempre, y si Dios tiene dispuesto que no volvamos a vernos mi último pensamiento será siempre para ti. PD: Como comprenderás, voy muy bien preparado y limpio de culpas, escribió Pedro Muñoz Seca a su esposa.
MUERTE
Poco después fue trasladado en camioneta a Paracuellos del Jarama junto a otros presos. Era consciente de su final, pero ni por esas perdía su sentido del humor. Los dos milicianos que le custodiaban, conocidos como Dinamita y Riquelme, le quitaron todas sus pertenencias, le rompieron sus gafas y para humillarlo le cortaron sus característicos bigotes. Aquel maltrato a Muñoz Seca tuvo una respuesta del propio dramaturgo, en la que muestra su serenidad; humorista hasta el final, sus últimas palabras, dirigidas al pelotón de fusilamiento, fueron: «Podéis quitarme la cartera, podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme por mucho empeño que pongáis: ¡el miedo que tengo ahora mismo!». Según declaró después de la guerra la persona a la que obligaron a enterrar el cadáver y que presenció su ejecución, las últimas palabras de Muñoz Seca fueron: «Ahí va el último actor de la escena; hasta al morir, con la sonrisa en los labios. Este es el último epílogo de mi vida».
Le ofrecieron la libertad y la vida a cambio de manifestar públicamente su rechazo a Dios, la Unidad de España, la Monarquía y el ABC. Contestó “Prefiero la muerte” y la ejecución de la sentencia se llevó a cabo dos días más tarde.
Fue víctima de una de las sacas de las matanzas de Paracuellos y fusilado en esa localidad de Paracuellos de Jarama el 28 de noviembre 1936 junto con otros 112 presos de la cárcel de San Antón. Los profundos valores cristianos de Muñoz Seca le hicieron perdonar a sus verdugos, aseverando que tras su muerte iría al Cielo, “un lugar muchísimo mejor que este”.
Tres grupos fueron fusilados ante sus ojos en espera de su turno. Uno de ellos, un marino con sus dos hijos, de 14 y 13 años. Llegó su hora. Se alineó al lado de un sacerdote agustino de El Escorial. El pelotón ejecutor lo formaban catorce republicanos con fusiles y tres que se ocupaban de una eficaz ametralladora. Gritó don Pedro: “¡Viva Cristo Rey!”, y todos cayeron muertos o malheridos. Don Pedro, agonizante, necesitó del tiro de gracia. Según la orden firmada por Santiago Carrillo Solares habían sido “trasladados” a Valencia.
Allí murió junto a 103 compañeros de martirio. Su cuerpo descansa en una de las fosas comunes de Paracuellos del Jarama, junto a otros cadáveres asesinados durante la contienda, víctimas de la mayor matanza de la guerra. Como su muerte la causaron milicianos de izquierdas, Muñoz-Seca no aparece entre las víctimas a las que se dedica la ley de ‘memoria histórica’. Su familia lo ha dejado reposar en el lugar en que cayó, el Cementerio de los Mártires.
Escribió durante su vida noventa y una comedias. Una de ellas, Las Cuatro Paredes, estrenada cuatro años después de ser asesinado. Fue considerado por Sainz de Robles como el «fénix de los ingenios del siglo XX». Benavente (premio Nobel de Literatura en 1922), Azorín, Pemán, y hasta el temible Valle Inclán, se rinden a su obra. Valle-Inclán dejó escrita esta definición: «Quítenle al teatro de Muñoz Seca el humor; desnúdenle de caricatura, arrebátenle su ingenio satírico y facilidad para la parodia, y seguirán ante un monumental autor de teatro».
Jaime Mascaró Munar
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En la placa conmemorativa del Puerto de Santa María la fecha de su fallecimiento, fusilamiento o no aparece o está mal.