El 2 de febrero de 1896 nació en el Ferrol Ramón Franco Bahamonde. Fue hijo del matrimonio de Nicolás Franco y Salgado-Araujo, capitán de la Marina, y de María del Pilar Bahamonde y Pardo de Andrade, y hermano de Nicolás, Pilar, María de la Paz y Francisco, siendo Ramón el más joven de los hermanos. Aunque su madre esperaba que se dedicara a la vida eclesiástica, finalmente optó por la carrera militar. Siguió la saga militar y entró en el Ejército, al igual que sus hermanos Francisco y Nicolás. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo en 1911, y aunque se licenció como oficial de Infantería, en el puesto 37.º de entre 413 alumnos, pronto descubrió su pasión por la aviación.
En 1914 fue destinado como oficial de infantería al Protectorado de Marruecos, prestando servicio en el cuerpo de Regulares. En 1920 fue destinado a la Aeronáutica militar como alumno de la escuela de pilotos, obteniendo el título de aviador y siendo destinado a la Base Aeronaval El Atalayón (Melilla), actividad en la que pronto destacó por su apoyo a las tropas de tierra. Sus actuaciones en África pronto le convirtieron en uno de los pilotos más populares de la Aeronáutica militar, recibiendo en 1924 la Medalla Militar por sus actuaciones durante la Guerra del Rif.
Sus éxitos en la aviación le animaron a organizar un «raid» aéreo hacia América, el luego conocido como «Vuelo del Plus Ultra», que por primera vez realizó el trayecto entre la Península y Sudamérica. Antes de la realización del mismo, existía el antecedente de la primera travesía aérea del Atlántico sur en 1922, en un vuelo que fue desde Lisboa a Río de Janeiro (la capital brasileña de entonces) y que fue emprendido por los portugueses Gago Coutinho y Sacadura Cabral. Sobre la base de estos precedentes se organizó la nueva travesía, que con un Dornier Do J «Wal» debería llegar hasta la capital argentina, Buenos Aires. Además de Ramón Franco, participaron con él otros tres tripulantes: el capitán Julio Ruiz de Alda, el teniente de navío Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada.
El 22 de enero de 1926, el hidroavión Dornier Wal Plus Ultra partió desde la localidad onubense de Palos de la Frontera, comenzando una travesía que iba a durar en total 59 horas y 39 minutos. El 10 de febrero llegaron a Buenos Aires, después de haber recorrido 10.270 km y haber parado en Las Palmas de Gran Canaria, Río de Janeiro, Recife y Montevideo. Este vuelo pasó a la historia como uno de los grandes raids de la aviación española, así como en la historia de la aviación mundial.
En España, el entusiasmo llegó a las cotas más altas y los nombres de Franco, Ruiz de Alda, Durán y Rada rebasaron las nubes, y la hazaña sirvió de ejemplo para otros “raids” como el vuelo España – Guinea. Tal fue la repercusión del vuelo del Plus Ultra, sobre todo en Argentina, que hasta el famoso intérprete, Carlos Gardel, compuso un tango en su honor titulado “La gloria del águila”. Decía así: “Desde Palos, el águila vuela y a Colón, con su gran carabela, nos recuerda con tal emoción la hazaña que agita el corazón Y cantarán con todas las naciones entrelazando los corazones y en el clamor surge un tango argentino que dice a España, madre patria de amor Dos países en un noble lazo con el alma se dan un abrazo Es la madre que va a visitar a los hijos que viven en otro hogar…”
Para Ramón Franco la hazaña de este vuelo supuso convertirse en un héroe popular en la España de los años 1920. Con motivo del éxito obtenido en el vuelo del Plus Ultra, fue nombrado gentilhombre de cámara con ejercicio del rey Alfonso XIII.
En el verano de 1929 organizó un nuevo «raid» aéreo que atravesaría el Atlántico norte, aunque el hidroavión Dornier que empleó en esta ocasión tuvo una avería mecánica en mitad del océano Atlántico, a la altura de las islas Azores, teniendo que ser rescatada la tripulación por un portaaviones británico. Este imprevisto supuso un descrédito para el hasta entonces héroe de la aviación, y como consecuencia de unas declaraciones que hizo respecto a este incidente le valieron enfrentarse con el general Miguel Primo de Rivera; pasando automáticamente a convertirse en un opositor de la dictadura de Primo de Rivera y la monarquía, lo que le valió ser detenido y encarcelado en varias ocasiones.
El hermano menor de Franco alternó la carrera militar con su militancia política. En diciembre de 1930, junto con otros aviadores como Ignacio Hidalgo de Cisneros, se sublevó contra la monarquía en el aeródromo militar de Cuatro Vientos. Después de despegar con un avión, llegó a amenazar con bombardear el Palacio Real de Madrid, aunque al final sólo arrojó proclamas revolucionarias. Tras el fracaso de la sublevación, marchó al exilio junto a otros aviadores rebeldes, volando hasta Lisboa. Antes de poder regresar a España, a comienzos de 1931, fue iniciado en París en la logia masónica española Plus Ultra.
Segunda República
Con el advenimiento de la Segunda República no sólo fue rehabilitado y repuesto en su empleo, sino que el gobierno provisional republicano le nombró director general de la Aeronáutica Militar, recuperando también su antigua condición de héroe. A diferencia de su hermano Francisco, Ramón acogió de buen grado la llegada de la República. A pesar de su nuevo puesto militar, Franco participó en las elecciones generales del 28 de junio de 1931 presentándose en dos circunscripciones: Sevilla-capital y Barcelona. En la primera se presentó por el Partido Republicano Revolucionario (PRRev) junto a otros candidatos como el andalucista Blas Infante, mientras que en la segunda lo hizo como independiente federalista. En los días previos a los comicios participó en los sucesos conocidos como el complot de Tablada, unos hechos todavía no esclarecidos del todo, a los que además se sumó un aparatoso accidente durante un mitin electoral en Lora del Río. Estos incidentes le valieron ser destituido de su cargo, que tan brevemente había ejercido.
Salió elegido diputado tanto por la circunscripción de Sevilla como por la de Barcelona, aunque renunció a su acta por la capital hispalense, convirtiéndose en diputado por Barcelona e integrándose en el grupo parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido que lo respaldaba. En un mitin durante la campaña electoral en Barcelona se había llegado a declarar partidario de una «Federación de Repúblicas Ibéricas». Durante las Cortes Constituyentes formó un grupo que se hizo notar por su política demagógica y antigubernamental: los jabalíes. Estando en Barcelona coincidió con el oficial Vicente Guarner Vivancos, que también se había adherido a la República.
En su primera comparecencia en el parlamento mantuvo un agrio debate con Miguel Maura en torno a los «sucesos de Tablada», durante el cual quedaron claras sus escasas dotes parlamentarias y de orador. Con ello, durante esta primera intervención pública perdió gran parte de su popularidad y credibilidad. Para las elecciones generales de 1933 no volvió a presentarse. Por el contrario, solicitó y le fue concedido su reingreso en la Aeronáutica Militar. El nuevo gobierno radical de Alejandro Lerroux, buscando mantenerle lejos, lo nombró agregado aéreo en la embajada española en Washington (Estados Unidos).
Guerra civil
En julio de 1936, al producirse la sublevación militar contra la República en la que tomaba parte su hermano, seguía ocupando su puesto en la embajada de Washington. En vista de la situación existente en España, se puso en contacto con un antiguo amigo suyo, preguntándole sobre un hipotético retorno a la zona republicana y ponerse a las órdenes del gobierno. Éste lo consultó a su vez con el presidente Azaña, que comentó: «que no venga; lo pasaría muy mal». Después de algunos titubeos, en el mes de octubre Ramón Franco se trasladó a Portugal y pasó a la zona dominada por los sublevados, uniéndose a ellos. Algunos han señalado los lazos familiares como una de las razones por las que se unió al bando rebelde, además de que para entonces su hermano Francisco ya se había convertido en el líder del bando sublevado. Otra de las teorías es que se unió a los sublevados tras el fusilamiento de su antiguo amigo Julio Ruiz de Alda por unos milicianos en la Cárcel Modelo de Madrid, el otro aviador que le acompañó en las dos mayores aventuras de su vida: la del Plus Ultra y el Numancia, cara y cruz en la historia de la aviación mundial.
En su ánimo pesó, sin duda, un trágico suceso acaecido el 22 de agosto en la cárcel Modelo de Madrid. Aquel día, la prisión ardió como si fuese una enorme falla. Y surgieron preguntas: ¿Se provocó el incendio para masacrar a los presos aprovechando como excusa el caos reinante?, ¿fue una treta para que el Gobierno no resultase comprometido en la matanza?, ¿fueron acaso los propios prisioneros, como llegó a especularse, quienes provocaron el incendio para escapar?. Al parecer, quienes originaron las llamas fueron los presos comunes. Acto seguido, un numeroso grupo de milicianos armados hasta los dientes asaltó el edificio señalando a los fascistas como autores del incendio. A las seis de la tarde, corrió por Madrid la alarma de que la prisión era pasto de las llamas.
Fallecimiento
Su hermano, ya convertido en «generalísimo» de los sublevados, lo destinó a las Baleares, ascendiéndole al rango de teniente coronel y nombrándole comandante de la base de hidroaviones de Pollensa, en Mallorca. Este nombramiento no fue recibido con buen agrado por los oficiales de la «Aviación Nacional», la fuerza aérea de los sublevados, quienes no olvidaban el pasado republicano e, incluso, revolucionario de Ramón Franco. El malestar fue tal que provocó una protesta escrita del comandante en jefe de la Aviación Nacional, el general Alfredo Kindelán, que en una carta con fecha de 26 de noviembre de 1936 manifestaba el descontento existente entre los pilotos y oficiales «nacionales» por el nombramiento, sugiriendo al «generalísimo» que Ramón no ocupara ningún puesto de mando activo. Lo cierto es que, como comandante en jefe que era Kindelán, el nombramiento se había hecho sin consultarle, y para su indignación la carta nunca fue contestada. Durante la contienda, Ramón llevó a cabo numerosas operaciones militares sobre el Mediterráneo.
Ramón Franco falleció el 28 de octubre de 1938 durante un vuelo que llevaba a cabo desde la base de Pollensa al estrellarse el hidroavión de fabricación italiana CANT Z.506 Airone que pilotaba. Supuestamente, había salido para bombardear el puerto de Valencia, aunque otros autores apuntan a que en realidad se dirigía a bombardear Barcelona, donde estaba teniendo lugar la despedida de las Brigadas Internacionales. Partió de la base con muy malas condiciones atmosféricas y con un avión cargado con más de mil kilos de bombas, fue incapaz de mantenerse en el aire durante la tormenta.
Cayó al mar cerca de Formentor y murió toda la tripulación. Desde entonces, su muerte ha dado lugar a rumores de que hubiera podido ser víctima de un sabotaje, y según su hermana, fue asesinado por la masonería porque quería publicar un libro antimasónico que se llamaba La burla del grado 33. Lo cierto es que no se trataba del primer militar significado del bando sublevado que murió en un accidente aéreo durante la contienda: el general Sanjurjo y el general Mola habían fallecido en sendos accidentes aéreos en 1936 y 1937, respectivamente. Tras su muerte fue ascendido al rango de coronel de forma póstuma.
Tras morir en el accidente aéreo y al recuperarse su cuerpo en el mar, el Ayuntamiento de Palma organizó el velatorio del cadáver de Ramón Franco y se celebró un funeral que fue presidido por su hermano Nicolás. Fue enterrado en el cementerio de Ciutat de Palma en 1938 bajo un monumento de mármol que se levantó a pocos metros de la entrada principal del cementerio de Sant Valentí, en recuerdo a los aviadores militares muertos en accidentes aéreos y durante muchos años en esta tumba había una placa en recuerdo del hermano del dictador, pero en la actualidad ya no está. De hecho, en el panteón no figura el nombre de ninguno de los difuntos. La tumba está a poca distancia del lugar de reposo de los aviadores italianos que también murieron en acto de servicio durante la Guerra Civil y de la tumba en recuerdo de los fallecidos de la Armada. Durante muchos años su figura fue recordada por la plaza que le dedicó la ciudad de Palma. Se trataba de la plaza Teniente Coronel Franco, cuyo nombre fue sustituido hace unos años por el de Miquel Dolç.
Jaime Mascaró