SOFÍA CASANOVA, PRIMERA CORRESPONSAL ESPAÑOLA EN EL EXTRANJERO

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Sofía Guadalupe Pérez Casanova fue una periodista, poeta y novelista, la primera española que se convirtió en corresponsal permanente en un país extranjero y corresponsal de guerra. ​Fue una mujer culta, muy conocida en los ambientes literarios de la época. La llamaban “La ilustre señorita que escribe”, aunque no logró hacerse con el respeto de sus colegas que la veían como una “rara avis”.

En su trabajo destacó el perfil humano de sus crónicas como corresponsal del diario ABC en Polonia y Rusia en las que narraba el sufrimiento de la población civil durante las guerras que cubrió, a las que se añadía el valor literario. ​ Su actividad por toda Europa le permitió vivir acontecimientos como la lucha de las sufragistas en Inglaterra, el desarrollo del sindicalismo, la formación del Partido Bolchevique en Rusia, cuya revolución tanto la decepcionó, escribió sobre la muerte de Rasputín, la abdicación de Nicolás II y la caída del zarismo, la Primera y la Segunda Guerra Mundial además de la persecución de los judíos por el régimen nazi en el gueto de Varsovia. En 1915 entrevistó en exclusiva a Trotski. Colaboró en periódicos como ABC, La Época, El Liberal, El Imparcial de Madrid; en la revista Galicia, en otras publicaciones gallegas y en prensa internacional, como la Gazeta Polska y el New York Times. De convicciones católicas y monárquicas en la guerra civil española se sumó a los partidarios del general Franco.

EL PERSONAJE

El 30 de septiembre de 1861 nacía Sofía Guadalupe Pérez y Casanova en Almeiras (La Coruña), hija natural de  Vicente Pérez Eguía, un litógrafo nacido en Orense, y de Rosa Casanova Estomper, nacida en Nueva Orleans, que se casaron dos años después de su nacimiento.​ Tras el nacer el tercer hijo, su padre abandonó a la familia, siendo Sofía todavía muy pequeña, y dejándoles sin recursos, de manera que para sobrevivir se fueron a vivir con los abuelos maternos. Pasó su infancia en el Pazo del Hombre y comenzó sus estudios en la escuela de Doña Concha que más tarde completó en el Conservatorio de Madrid, ciudad donde se trasladó con su madre, hermanos y abuelos maternos.​ En la capital de España empezó a estudiar poesía y declamación, y allí comenzó a hacer amigos dentro del mundo literario.

Sus primeros poemas se publicaron cuando ella tenía quince años en el Faro de Vigo, aunque no fue ella sino su madre quien los remitió al periódico al encontrarlos guardados en su habitación. El talento por la poesía de Sofía se reconoció en los círculos literarios más selectos​ que frecuentaba con asiduidad.​ A principios del 1880 ya se había ganado un nombre como joven promesa de la poesía y era elogiada como «poetisa de corazón». En esa época comenzó también su carrera como actriz, actuando entre 1878 y 1882 en el Teatro Español.

Fue protegida por el poeta Ramón de Campoamor, quien la introdujo en las tertulias literarias del conde de Andino, tutor del rey Alfonso XII, y del marqués de Valmar, ​quien se convirtió en un buen mentor y amigo, que la ayudó a publicar algunos de sus poemas y la presentó en la corte de Alfonso XII, que organizaba veladas poéticas. A los veinte años era ya una poetisa consagrada y el propio monarca costeó la edición de su libro Poesías en 1885. Según los biógrafos de Alfonso XII la debilidad que sentía por Sofía se debía en parte al gran parecido físico que esta tenía con la infanta Eulalia de Borbón.

En las tertulias que frecuentaba, mantuvo trato con intelectuales de la época, entre ellos Emilio Ferrari, Bernard Shaw, Blanca de los Ríos, o Emilia Pardo Bazán. En estos círculos, Campoamor le presentó al excéntrico filósofo, profesor y diplomático polaco Wincenty Lutosławski. Se casaron en la iglesia de San Marcos el 19 de marzo de 1887 y tuvieron cuatro hijas, instalándose tras la boda en Drozdowo, un pueblo que por aquel entonces era una provincia u óblast de Rusia. Sin embargo, la pareja y su familia viajaban cada año a Galicia durante el período de verano, lo que le permitió a Casanova mantener una relación directa con su tierra. Sus desplazamientos continuos, como consecuencia de la carrera diplomática de su marido, los combinó con su trabajo como periodista y con su estudio de los idiomas de los países donde residió, lo que le permitió dominar además del castellano y el gallego otros seis idiomas: francés, inglés, italiano, polaco, portugués y ruso, conocimientos clave para las traducciones que realizaría en un futuro.

Sus viajes le permitieron además conocer a personalidades del mundo intelectual y político como Tolstoi, Marie Curie o Morel Fatio cuyas opiniones sobre lo español recogió en libros y conferencias, pero el hecho de no haber tenido hijos varones, influyó en la separación de la pareja, pues Wincenty comenzó a tener relaciones con otras mujeres en busca del heredero de su apellido.

En 1905 Sofía decidió instalarse definitivamente en España, cuando tenía cuarenta y tres años de edad y empezaba a tener problemas de visión. Realizó colaboraciones literarias con ABC, El Debate, Blanco y Negro, El Mundo y Galicia. Su hogar madrileño se convirtió en un espacio de encuentros donde mantuvo una intensa actividad social, pronunciando conferencias y participando en las llamadas «obras sociales» siendo elegida en 1906 miembro de la Real Academia Gallega.

Tras la publicación de su novela La mujer española en el extranjero en 1910, su nombre empezó a figurar en las secciones literarias de los periódicos españoles y a ella se la consideraba una «mujer ilustre» en el mundo literario y en 1911 entró a formar parte de la Academia Española de la Poesía Española. Benito Pérez Galdós estrenó su primera obra de teatro (La madeja), el 12 de marzo de 1913, siendo una de las pocas mujeres a las que elogió. Aunque la crítica elogió el contenido de la obra, la mala interpretación de la noche del estreno -cuenta la crónica- impidió que la comedia se representara en días sucesivos.​

Viajó frecuentemente a Polonia, donde vivían sus hijas y durante uno de estos viajes, en julio de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial. Después de un mes de resistencia abandonaron Drozdowo en dirección a Varsovia, donde se hizo enfermera de batallones de moribundos. Ese viaje al horror, cuentan sus biografías, la hirió profundamente y cambió su vida. Lo narró en una carta al diario ABC, intentado convencer a sus compatriotas de que no estaba justificada su creciente admiración por los alemanes.​ Torcuato Luca de Tena, propietario y director del diario ABC le escribió con la propuesta de que se convirtiera en la corresponsal de ABC en la Europa oriental, propuesta que ella aceptó. ​

En 1915 el avance alemán obligó a evacuar Varsovia pero ella siguió trabajando en el hospital hasta que los alemanes entraron en la ciudad del Vístula por lo que huyó con sus hijas en el último tren a Minsk, Moscú y, finalmente, a San Petersburgo.​ La dinastía Romanov estaba a punto de caer y la escritora y periodista fue testigo del momento e informó de ello no sin dificultades, ya que fue perseguida y censurada por sus crónicas desde San Petersburgo, desde donde narró la muerte de Rasputín y entrevistó a Trotski. ​Tras estas crónicas, la censura rusa le prohibió la comunicación con España y su silencio provocó que incluso se la llegara a dar por muerta, pero en 1917 por ser testigo de la Revolución rusa, lo que compartió de nuevo en sus escritos.​

Durante la insurrección popular del 3 de julio que fue reprimida con dureza por parte de las tropas gubernamentales, Sofía recibió un golpe accidental en los ojos de parte de uno de los que huían del tiroteo callejero. Las consecuencias de este accidente fueron nefastas para la escritora, ya que a pesar de los cuidados a los que tuvo que someterse no logró volver a ver bien nunca más, pero, a pesar de ello, no dejó de escribir.​ En 1918 Polonia logró la independencia y Sofía pudo regresar. En 1919 retornó a España y fue recibida como una heroína con multitud de homenajes. ​

Escribió más de cuatrocientos artículos y cuatro libros. En 1925 su nombre se barajaba entre los candidatos españoles al Premio Nobel de Literatura y ese mismo año recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por su colaboración con la Cruz Roja durante la 1ª Guerra Mundial.

En 1931 fue testigo de la proclamación de la Segunda República Española, con la convicción de que iba a ocurrir en su país lo que le tocó vivir en Rusia en 1917. Con el cierre del periódico ABC, perdió el trabajo durante unos meses. Este hecho le hizo aborrecer a los republicanos, sentimiento que fue en aumento hasta que en 1936 escribió uno de sus últimos artículos de su colaboración con el diario: Mirando a Rusia. Vivió la guerra civil española desde Varsovia, y desde allí, con el ABC incautado, movió cartas y crónicas en defensa del bando nacional.

En aquella época Sofía Casanova estaba pasando por unos años horribles de penuria extrema, y pretendía incluso mantener a la familia, una familia que había tenido mucho dinero pero que vivió una larga serie de guerras: la Primera Guerra Mundial, la revolución bolchevique, las guerras de fronteras de Polonia, vivió persecuciones políticas y las pasó canutas. Franco quiso conocerla y se reunió con él en Burgos en 1938.

En diciembre de ese año declaró a La Voz de Galicia, con ocasión de su marcha a Varsovia, que estaba convencida de que el golpe de Estado provocado por un sector del Ejército traería momentos de desarrollo y esplendor a España, siendo también el año en el que visitó La Coruña y su aldea por última vez.

Regresó a Polonia para pasar la Navidad con su familia y le sorprendió el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 cuando se produjo la ocupación nazi del territorio polaco, después de la firma entre Hitler y Stalin del pacto de no agresión germano-soviético y cuya consecuencia fue la terminación de la independencia de Polonia, y se vio obligada a huir a una aldea con una de sus hijas y sus nietos. La intercesión del embajador de España en Berlín le permitió vivir con cierta seguridad mientras contemplaba la barbarie de los campos de concentración.

En 1952 la Real Academia Gallega la nombró por unanimidad académica de honor. Aunque estaba casi ciega, seguía escribiendo ayudada por sus nietos, a los que dictaba sus últimas vivencias. No vio cumplido su deseo de acabar sus días en España.​ Vivió noventa y seis años, falleciendo en Poznan (Polonia) el 16 de enero de 1958 y su longeva vida le permitió dejar una amplia obra abarcando todos los géneros literarios. El 25 de enero el diario ABC escribió un breve artículo titulado “Ha muerto Sofía Casanova”.

Publicó novelas, cuentos, una comedia y más de 1.200 artículos en periódicos y revistas en Galicia y Polonia. Su producción literaria, de narrativa, poesía y teatro fue muy prolífica. Incluye cuatro colecciones de poesía, cinco novelas, ocho novelas cortas, relatos cortos, una obra de teatro, un libro infantil y ocho volúmenes de comentarios sociales, culturales y políticos, además de más de mil artículos en publicaciones gallegas, españolas, hispanoamericanas y polacas. Impartió numerosas conferencias sobre la situación de la mujer y relaciones internacionales, tanto en España como en Polonia, y como periodista escribió casi un millar de crónicas. En 2022 se publicó una antología con las crónicas que escribió como corresponsal en el extranjero, “De guerra, revolución y otros artículos”.​

Su afición al estudio le llevó a conocer seis idiomas y traducir los escritores polacos más famosos como Henryk Sienkiewicz (Quo vadis?) o Zofja Kowalewska al español. También tradujo al castellano las obras de Sofía Sienkiewicz y sus obras fueron traducidas al polaco, al sueco, al francés y al italiano.​

Jaime Mascaró

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