Trajano, Optimus Princeps hispano

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Cesar Marco Ulpio Nerva Trajano

Marco Ulpio Trajano, nació el 18 de septiembre de 53 d.C. en la provincia romana de Bética, en la actual población de Santiponce, en Sevilla, entonces llamada Itálica por acto de su fundador Escipión el Africano. Pronto adquirirían sus habitantes turdetanos la condición de ciudadanos romanos para Augusto darle la consideración de colonia con el añadido de Aelia Augusta Itálica. Los padres de Trajano, Marcia y Marco Ulpio Trajano, eran unos de los muchos Ulpii que, provenientes de Turder, en la Umbría, se habían instalado en la Hispania Ulterior.

Los Ulpios, fieles a la casa de los Flavios, sirvieron en el ejército romano, siendo el padre de Trayo, latinizado en Traianus, gobernador de su tierra,  para con el tiempo pasar a serlo en Siria. El joven Ulpio sirvió en las tropas de su padre, en diversas campañas: en la misma Siria, en el Danubio y en Germania. Trajano adoraba a su padre, hasta el punto de conservar su nomen unido al de Nerva, cuando fue adoptado por este emperador. Como soldado, cubrió las etapas del cursus honorum, siendo cuestor, pretor y legado. Asimismo, alcanzó el grado de tribuno militar teniendo el mando de la Legio VII Gemina. Aplastó la revuelta de Antonio Saturnino en el año 89, para ser cónsul en el año 91. En el año 96 pasó a ser gobernador de la Germania Inferior, luchando en la frontera más problemática del imperio. Considerado por el emperador Domiciano uno de sus mejores generales, vivió como tal el asesinato del emperador en el año 96. A Domiciano le sucedió el 18 de septiembre de dicho año el senador Nerva, que precisaba de hombres de valía y de popularidad entre el ejército y la Guardia Pretoriana. Nerva eligió al entonces gobernador de Germania Superior, Trajano, para en el año 97 adoptarlo y nombrarlo su sucesor, al carecer de descendencia. Desde ese momento el joven Ulpio adoptó el nombre de César Marco Ulpio Nerva Trajano, para añadirle el Imperator cuando su ascensión al trono el 27 de enero del 98. 

Fue en Colonia donde el sobrino de Trajano, Adriano, futuro emperador y en aquel tiempo tribuno, le comunicó la muerte de Nerva que le convertía, con 45 años, en el primer emperador no itálico del Imperio. Sus fuertes convicciones políticas, con su presencia en el partido hispano liderado por Lucio Licino Sura, le impulsan a permanecer en las tierras germánicas. Actuando con gran astucia no acudió a Roma, sino que hizo uso de su poder para sustituir a los desleales a Nerva y castigar a los pretorianos rebeldes. El nuevo emperador era plenamente consciente de lo impropio e impopular de las últimas políticas de los Flavios, en concreto de Domiciano, quien se había otorgado naturaleza divina. La ideología política de Trajano estaba impregnada de una ética de ejercicio del poder autolimitado. La fortaleza militar para el sostén de las fronteras, el papel de las clases medias urbanas, un equilibrio entre instituciones, siendo el Senado el garante de los derechos y libertades, complemento del Emperador, eran nuevas formas de gestión política que no podían sino merecer el fervor popular del ciudadano romano.

El emperador Trajano tardó dos años en presentarse en Roma como tal. Primeramente, ordenó la ejecución de obras de mejora de las carreteras en Maguncia, en Ausburgo. Aseguró los limes y las tierras germanas al lado derecho del Rin, conquista de Domiciano, asegurando con todo ello todo el territorio entre el Rin y el Danubio. Con todo ello asentado, acudió a Roma donde fue recibido con total entusiasmo.

Su gobierno estuvo marcado por la buena gestión y la ausencia de derramamiento de sangre, liberando a muchos encarcelados injustamente por su predecesor y retornando las propiedades indebidamente confiscadas, siguiendo la política iniciada por Nerva. Tal conducta motivó que el Senado le confiriese el título honorífico de Optimus Princeps. El senador Plinio, en el acto de su ascenso le pidió que diese al Senado un mayor papel en los asuntos de la administración del Imperio. Y Trajano accedió a tal petición, llamando a muchos senadores a gobernar las provincias romanas. Sin embargo, no hizo dejación de sus obligaciones ocupándose de todos los asuntos administrativos y en especial de las autorizaciones para la construcción de edificios públicos.

Vencedor en dos ocasiones en la Dacia, actual Rumania, se le erigió una columna de triunfo que aún se conserva. Colocó a su lado a su sobrino Adriano, mientras el hombre fuerte del partido hispano, Licinio Sura, antes de morir le instaba a adoptarlo como su sucesor. Todos ellos mantenían lazos familiares sólidos, vivían en villas del Aventino o en las proximidades del Tívoli. Eran hombres cultos, lectores de Marcial, de Séneca, eran amantes de las formas senatoriales de Quintiliano. Es decir, Trajano tenía presente que su conducta política debía siempre estar adornada por la modestia, por las escasas manifestaciones públicas y el respeto a los derechos y libertades de los ciudadanos. En el frontispicio de su residencia hizo grabar “Palacio Público”, dando a entender que las puertas estaban abiertas para todo aquel que desease verle. Se trataba de facilitar la concesión de la justicia del emperador y de ser tratados por éste como  ciudadanos con derechos.

Trajano, pues, fue el primer impulsor de una forma de gobierno que es conocida como la Edad de Plata del Imperio. Seguramente fue licencioso en algunos aspectos de su vida, pero jamás perjudicó a nadie ni fue injusto con súbdito alguno. Actuó contra el declive de la agricultura obligando a los senadores a invertir parte de sus beneficios. Trajano edificó colegios y orfanatos para los hijos ilegítimos y los huérfanos de sus soldados garantizándoles un subsidio mensual y una instrucción adecuada. Con ello, el emperador legó a los emperadores siguientes una clase social dirigente hábil y capaz.

No solamente engrandeció el imperio, convirtiendo al Mediterráneo en el Mare Nostrum romano, sino que dejó a su sucesor Adriano un imperio regenerado moral y políticamente. Muchas de sus obras públicas todavía siguen en pie, como el puerto de Trajano en la zona del Fiumicino, el arco de Trajano en Ancona y, en España, la finalización del acueducto de Segovia y el espléndido puente de Alcántara sobre el rio Tajo.

Trajano falleció de una hemorragia a los 63 años el 9 de agosto de 117, en Selinus de Cilicia, Asia Menor, actual Turquia, dejando un recuerdo imperecedero en la historia de Roma. Tanto es así que en los años y siglos posteriores los nuevos emperadores, tanto de Occidente como de Bizancio, recibían del Senado esta recomendación; “Que seas más afortunado que Augusto y mejor que Trajano”.

Aún en la actualidad, sorprendentemente, en el himno rumano puede escucharse,

“…Y de que en nuestros corazones guardamos con orgullo un nombre

que triunfa en las luchas ¡ el nombre de Trajano!”.

Es decir, el nombre de un emperador surgido de las tierras de la Bética hispana, unas tierras que proveían a la Roma imperial no solamente buen aceite y buenos vinos, sino también Optimus princeps.

Francisco Gilet.

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