Jorge Juan, el sabio español

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Jorge Juan y Santacilia (bautizado en Monforte del Cid, 1 Alicante, España, 5 de enero de 1713, fallecido en Madrid, 21 de junio de 1773) fue un humanista, ingeniero naval y científico español, cuya entrega a España va mucho más allá del mérito de dar su nombre a una calle de Madrid. A los 16 años pide el ingreso en la Real Compañía de Guardia Marinas, creada por un rey que nombraremos varias veces, Felipe V. En ella inició sus estudios técnicos y científicos enmarcados en asignaturas como geometría, trigonometría, astronomía, navegación, cálculos de estima, cartografía, etc. Completada su formación con dibujo, música, e incluso danza, ya participó en 1732 en la expedición contra Orán y en la campaña de Nápoles como cadete. Fue al año siguiente, siendo todavía estudiante, que se embarcó en la expedición organizada por la Real Academia de Ciencias de París, para medir el arco del meridiano terrestre en América del Sur, concretamente en la Real Audiencia de Quito, hoy Ecuador. El resultado fue a determinar que la Tierra no es absolutamente esférica, especificando el grado de su achatamiento.

Es resaltable que nos hallamos ante un nuevo impulso a la ciencia, a la cultura, en definitiva, de un rey maldito, Felipe V. El Borbón quería ayudar a la misión francesa impulsada por la dicha Real Academia parisina, comandada por el astrónomo Louis Godin, pero con una presencia destacada de científicos españoles que no quedase difuminada por Francia. Dicha misión, trascendente para la navegación, era de suma importancia dado que, dominada la latitud, los cálculos de longitud eran necesarios para fijar con precisión la derrota de los barcos, así como la cartografía. La elección recayó sobre dos guardiamarinas de 19 años uno, Antonio de Ulloa, y de 23 el otro, Jorge Juan. Sin graduación militar tuvieron que ser ascendidos a tenientes de navío, y entretanto Jorge Juan se responsabilizaba de los aspectos astronómicos y de la matemática, Ulloa era el naturalista. Felipe V, sin embargo, sin perjuicio de las misiones científicas, históricas, cartográficas, botánicas, mineralógicas, les encomendó cometidos tan secretos como importantes.

La intención de Felipe V, aparte de impedir que los científicos franceses se apropiasen de informaciones importantes que no debían llegar a Versalles, pretendía darle a conocer de primera mano el estado real de los pueblos de ultramar, tanto desde un punto de vista político, como social y administrativo. Y a fuer de sinceros que ambos tenientes cumplieron con suma perfección sus cometidos.

Los libros que escribieron dan fe del espléndido trabajo efectuado por los dos. El de Astronomía de Jorge Juan no agradó en modo alguno a la Inquisición, rechazadas las teorías de Copérnico, Galileo o las de Newton. Sus conocimientos, estudios y explicaciones inteligentes y fundamentadas acerca de la eficacia de los avances científicos contemplan como han permitido una navegación más segura, una llegada de evangelizadores a las Américas, poniendo de manifiesto el que, en la misma Roma, apartados de los prejuicios inquisitoriales, prelados cultos y estudiosos no han tenido óbice alguno en aceptar tales avances científicos.

Sus informes van más allá de lo científico, para adentrarse en la segunda preocupación de la monarquía, el trato al indígena. En ese punto Jorge Juan se alinea con Bartolomé de la Casas, mencionando los abusos de los encomenderos, los gobernantes corruptos; «La tiranía que padecen los Indios nace de la insaciable hambre de riquezas que llevan a las Indias a los que van á gobernarlos», dice Jorge Juan en una de sus frases más templadas.

Diecinueve años permaneció Jorge Juan, con su gran amigo Ulloa, en América, cumpliendo con la misión que les había encomendado Felipe V. A su regreso el rey Fernando VI le ascendió a capitán de navío.

Desde este aspecto de la vida de Jorge Juan, aparcando para una nueva aportación sus aventuras como espía y marino, saltamos hasta sus últimos años durante los cuales organizó un detallado proyecto para una expedición cuya misión no sería sino calcular la paralaje del Sol, es decir, su distancia exacta desde la Tierra. El tránsito de Venus por el disco solar era el evento astronómico que, con mayor certeza, ayudaría a resolver la cuestión. Una expedición dirigida por Vicente Doz partió de Cádiz en 1769, para el 3 de junio medir desde la costa de California el fenómeno astronómico. Los resultados de la expedición dieron fin al problema de la determinación de la escala del sistema solar.

Una aportación más del «sabio español» Jorge Juan, que así se le conocía y reconocía en la Europa del Siglo de las Luces, y sin cuyas observaciones el sistema métrico decimal no sería como lo conocemos hoy ni tendríamos el exacto conocimiento de la forma de la tierra.

Sus restos mortales fueron inhumados en el Panteón de Marinos Ilustres, de san Fernando (Cádiz) el 2 de mayo de 1860.

Francisco Gilet

Bibliografía

Abad Navarro, Elías: La patria de Jorge Juan. Tip. San Francisco (Murcia, 1929).

Saiz Montes, Luis A. (2002). Las matemáticas usadas por Jorge Juan en la medición de la Tierra.

Trascendencia científica de Jorge Juan Santacilia de García Castaño, Diego.

JUAN SANTACILIA, J. y ULLOA, A. de, Observaciones Astronómicas y Phísicas, hechas de orden de S.M. en los Reynos del Perú, de las quales se deduce la figura y magnitud de la tierra, y se aplica á la navegacion. Por don Jorge Juan […] y don Antonio de Ulloa […], impreso de orden del Rey nuestro señor, en Madrid por Juan de Zúñiga, año 1748.

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