No existen crónicas ni documentos que nos permitan definir cuáles fueron los orígenes de Isabel de Solís, la titulada reina de Granada, aunque sí es posible afirmar que fue hija del comendador Sancho Jiménez de Solís, alcalde de Bedmar y de la Higuera de Martos. Como igualmente que, el día de san Miguel de 1471, en un ataque de Abu Hasan Muley Hacen, fue hecha prisionera junto a un considerable número de cristianos, pudiendo contemplar el asesinato de su padre por los nazaríes .
Trasladada a Granada, aquella muchacha de gran belleza cautivó al emir, el cual hizo a la esclava su esposa favorita, por allá 1474, convirtiéndose al islam para adoptar el nombre de Zoraida. Según nos cuenta la leyenda el amor entre los esposos era recíproco. El emir le concedió una residencia personal, la Doralcotola, ubicada en la Alcazaba Cadima, en el Albaicín. En ella residió hasta 1483, cuando se produjo la batalla de Lucena con el apresamiento de Boabdil y el abandono del trono por parte de la otra esposa de Muley Hacen, Aixa, tomando su lugar Zoraida.
Sin embargo, las intrigas palaciegas no terminaron. Aixa, madre de Boabdil, viendo a Zoraida dueña de la situación, alentó disputas internas, con los abencerrajes aportando sus servicios en favor del Zagal, hermano del emir, quién abdicó a su favor. Todos estos acontecimientos, junto con la toma de Alhama por parte de los Reyes Católicos, significaron el final del reino nazarí. La conquista de Granada puso punto final a la reconquista de la península unificada bajo un solo Estado.
Hasta el fallecimiento de Muley Hacen en 1385, Zoraida, madre de dos hijos, Sair y Nair, tratados como príncipes reales, vivió en el Cortijo de Arenales y en la heredad de Dar Aldelfla. Ya viuda, buscó y halló la protección de su cuñado, el Zagal, que la propuso en matrimonio, sin que fuese aceptado por Zoraida. Cuando la capitulación de el Zagal, Zoraida se mantuvo en la Alhambra, siendo abandonada por su cuñado que, con sus fieles, marchó a Orán.
Cuando la conquista del reino nazarí por los Reyes Católicos, algunos nobles musulmanes intentaron de los hijos de Zoraida una rebelión por lo cual los monarcas decidieron alejarlos de Granada para acompañarlos con la corte a Sevilla. Aquellos Sair y Nair, el 30 de abril de 1492, en Santa Fe, fueron bautizados por el Obispo de Guadix, tomando los nombres de Fernando y Juan, siendo sus padrinos los mismísimos Reyes Católicos. Casados ambos con nobles cristianas, Zoraida decidió retornar a su antigua fe católica, adoptando en nombre de Isabel, para residir en Córdoba y Sevilla, siendo conocida como Isabel de Granada.
El mantenimiento de Isabel corrió por cuenta de la Corona de Castilla, habiendo constancia de que, cuando el fallecimiento de la reina Isabel, la ex cautiva percibía 150.000 maravedíes anuales, mientras sus hijos recibían medio millón de maravedíes anualmente.
La historia de la bella Zoraida se difuma más allá de tales hechos, para integrarse en una leyenda que autores como Washington Irving recoge en su “Crónica de la Conquista de Granada”, o Martínez de la Rosa en la novela histórica “Doña Isabel de Solís, reina de Granada” y, ya en nuestros días, la escritora granadina Brígida Gallego-Coin y su “Isabel de Solís, Soraya”. Todos ellos ponen el acento en que los amores de la bella Zoraida y el emir, junto con las intrigas de la celosa Aixa, fueron causa del derrocamiento de la dinastía nazarí, aunque la principal, sin duda, fue el impulso guerrero de Isabel y Fernando.
Francisco Gilet
C. Álvarez De Morales, Muley Hacen, El Zagal y Boabdil. Los últimos reyes de Granada,
R. Arie, El reino nazarí de Granada.