A pesar de que algunos investigadores sitúan el nacimiento de Servet en Navarra, el mismo Miguel Servet nos dijo que nació en Villanueva de Sigena, Huesca, el 29 de septiembre de 1511. Fue hijo de Anton Serveto, notario del Monasterio de Sigena y de Catalina Conesa, descendiente ésta de judíos conversos. Tuvo dos hermanos menores, Pedro, que continuó con la notaría paterna y Juan, que fue ordenado sacerdote.
Con quince años, su padre lo mandó a estudiar a Barcelona. Sus conocimientos de latín, griego y hebreo, ya le acompañaban. En dicha ciudad conoció al que llegaría a ser confesor de Carlos I, Fray José de Quintana. Como su paje y con dieciocho años le acompañó a Roma para asistir luego a la coronación del emperador Carlos por el Papa Clemente VII en Bolonia. Posteriormente, abandona a su mentor Quintana e inicia un periplo por diversas ciudades de Europa.
Según algunos biógrafos padecía una malformación inguinal, la cual, habiéndosele buscado esposa, le indujo a renunciar a la boda, ya que no podía asegurar descendencia. Sea cierto o no, sí lo es que, gran erudito, Servet a los veinte años, es decir, en 1531 publicó De Trinitatis Erroribus, ocasionando un gran escándalo tanto entre los protestantes alemanes como entre los católicos españoles. Fue el obispo de Zaragoza quien, recibida una copia, solicitó la intervención de la Inquisición. Residiendo Servet en Basilea, un núcleo fundamentalmente protestante, poner en duda tanto la divinidad de Jesucristo como el dogma de la Santísima Trinidad, no eran unos argumentos muy favorables a hacer amistades. En esos tiempos comenzó a ser denunciado como hereje.
De Basilea se trasladó a Estrasburgo, donde reinaba el excomulgado Martin Bucero, con el cual discutió hasta el extremo de estimar Bucero que el aragonés merecía que le arrancasen las entrañas y lo descuartizasen. No se arredró Miguel y al año siguiente publicó Dialogorum de Trinitate, acompañado de un suplemento De Iustitia Regni Christi. Todo un cúmulo de herejías que van desde la negación de la divinidad de Jesucristo hasta la existencia de una Persona trinitaria en la figura del Espíritu Santo.
Mandó su obra a amigos y enemigos. A Erasmo le disgustó; Melanchton, reformador amigo de Lutero, lo denunció a las autoridades venecianas, mientras su amigo Quintana la consideró “pestilente” y el Nuncio del papa solicitó la intervención de la Inquisición y que quemara a Servet en efigie. Efectivamente en mayo de 1532 Servet comenzó a ser perseguido. Ya no volvería a pisar tierra patria; el orgullo por su origen aragones quedó fijado en la primera edición de su libro, firmado como Michael Servetus, Hispaniarum de Aragonia, dedicando su principal empeño en salvar la vida. Su carta a Ecolampadio, defensor de Lutero, era una apelación a la bondad de sus antagonistas: Si debe condenarse a todo el que yerre en algo particular, habría que quemar a todos los mortales un millar de veces.
En 1535, después de haber visitado a Ecolampadio en Basilea y debatido fuertemente con él y haber estado en París en donde debía encontrarse con Calvino, llegó a Lyon. Aquel encuentro frustrado con Calvino se transformaría años después en una relación epistolar. Servet entró en Lyon bajo el nombre de Michel de Villeneuve y como tudelano. Se colocó como empleado en una imprenta, corrector de pruebas, para posteriormente encargársele la publicación y anotación de la Geografía de Ptolomeo, trabajo que efectuó demostrando su gran erudición. Conoció al médico Symphorien Champier quien le animó a estudiar Medicina, para lo cual marchó a Paris. Hallándose todavía en Lyon, en 1536 había publicado una obra contra el médico alemán Fusch, en el cual rebate la teoría luterana sobre la salvación del alma solo por la fe. En un segundo tratado, ya en París, en 1537, lo hace sobre los jarabes. Se matricula en dicho año en la Universidad parisina para estudios en medicina. Aunque también enseña matemáticas e incluso astrología, en uno de cuyos cursos defiende la influencia de las estrellas en los eventos futuros. Ello no ocasiona sino un enfrentamiento con la comunidad universitaria.
Tuvo que dejar París, recorriendo distintos lugares de Francia, siempre como Michel de Villeneuve, hasta llegar a Vienne d’Isère. Se convierte en médico personal del arzobispo de Vienne, a la vez que prosigue en sus estudios y publicaciones. Está a punto de salir a la luz su obra cumbre Christianismi Restitutio (Restitución del Cristianismo). De una primera versión es destinatario Calvino del cual espera sus comentarios. Su respuesta no puede ser más concluyente: que lea su propio texto Institutio religionis Christianae. Efectivamente, Servet lo lee y escribe anotaciones al margen. Devuelto y recibido por Calvino, le produjo tal desagrado que avisó a Servet de que si pisaba Ginebra no saldría vivo de ella.
Finalmente, Christianismi Restitutio es publicado anónimamente a principios de 1553 con gran escándalo. En febrero un calvinista de Ginebra escribe a un amigo católico de Francia revelándole que el autor del libro es el hereje Miguel Servet, oculto bajo la falsa identidad de Villeneuve. Se sospecha que detrás de esta denuncia podría estar el propio Calvino, quien había tenido acceso al texto gracias al mismo Servet. La Inquisición de Lyon recibe parte de la correspondencia intercambiada entre ellos, tras lo cual Servet es detenido, interrogado y encarcelado en Vienne; reconoce ser el autor de la Restitutio y haber vivido bajo nombre falso. El 7 de abril, sin embargo, logra evadirse y el 17 de junio es sentenciado a muerte in absentia, siendo quemado en efigie junto a varios ejemplares de su libro. El astuto plan de Calvino (utilizar a católicos en Francia para liquidar a su enemigo) ha fracasado.
Nadie se entretuvo en prestar atención a un párrafo nada teológico, sino anatómico que contiene Christianismi Restitutio, que implicaba la explicación de la doctrina sobre la circulación de la sangre. Fue la propia experiencia de Servet y su labor de investigación lo que le permitió fijar una doctrina absolutamente certera:
… Por lo tanto, se envía de los pulmones al corazón no sólo aire, sino aire mezclado con sangre a través de la arteria venosa (venas pulmonares). La mezcla no se efectúa en el corazón, ni el color rojo se da a la sangre en este órgano, porque el ventrículo izquierdo no tiene espacio suficiente para una mezcla tan copiosa ni para una elaboración que imprima el color rojo a la sangre. En fin, el tabique interventricular, que carece de vasos y aperturas, no es apto para permitir una comunicación entre los ventrículos, aunque algo de sangre pueda resudar… El espíritu vital se transfunde desde el ventrículo izquierdo del corazón dentro de las arterias de todo el cuerpo de manera que el más sutil busca las regiones altas, en donde es nuevamente elaborado sobre todo en el plexo retiforme (rete mirabilis).
La publicación anónima no le sirvió a Servet para escapar de sus enemigos. Inexplicablemente, yendo de camino hacia Italia, se detiene en Ginebra, la ciudad más peligrosa para él; peor aún, se dirige a la iglesia de San Pedro donde predica el propio Calvino. Éste le reconoce y ordena sea apresado. La detención era notoriamente ilegal: Servet nada había hecho en Ginebra. Sin embargo, Calvino era dueño y señor de esa ciudad que se regía por la obra que había sido anotada críticamente por el aragonés. Calvino lo presenta a la Inquisición de Vienne y Servet, de rodillas, le pide que no le entregue. Calvino acepta, pero, solamente para juzgarlo en su ciudad. Es encerrado en un calabozo húmedo y oscuro, y se le priva de los más elementales medios de aseo.
En una carta al Consejo de Ginebra de 15 de septiembre de 1553, Servet denuncia las grandes penalidades que está sufriendo durante su cautiverio: Los piojos me devoran vivo, mi ropa está hecha andrajos. Por amor de Cristo os lo suplico, no me neguéis lo que concederíais a un turco, a un criminal. El 22 del mismo mes, ante sus jueces, renueva su alegato exculpándose en base a las acusaciones falsas de Calvino por herejía, pidiendo que también éste sea juzgado; Estaré contento de morir si no le convenzo tanto de esto como de otras cosas de que le acuso más abajo. Os pido Justicia, señores, Justicia, Justicia, Justicia.
Todo acaba el 27 de octubre de 1553 en la pira de Champel donde Miguel Servet sufrió pena de hoguera, esta vez en persona y no in absentia. Ni durante todo el juicio, ni tampoco en el anterior proceso inquisitorial de Vienne, se menciona en absoluto el tema de la circulación de la sangre, el cual fue obviado completamente tanto por sus jueces como por sus adversarios. Doctrina por la cual pasó a ser reconocido mundial e históricamente.
La iconografía de Miguel Servet erudito en teología, astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología, física, el estudio de la Biblia, matemáticas, anatomía y medicina, la hallamos tanto en Ginebra, como en un dibujo de Picasso relativo al periodo de prisión, así como en la escalinata que conducía a la antigua Facultad de Medicina de Zaragoza. La figura sedente del insigne aragonés contempla el ir y venir del tráfico y de ciudadanos circulando por la Plaza Paraíso zaragozana.
Francisco Gilet