José Tomás Boves, el León de los Llanos

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José Tomás Millán de Boves y de la Iglesia

(Oviedo, 18 de septiembre de 1782-Urica, 5 de diciembre de 1814)


José Tomás Millán de Boves y de la Iglesia,estudió Náutica durante cuatro años y se graduó de piloto de 2.ª clase de la Marina Mercante. Después, a partir de 1798, navegó por el Mediterráneo y luego en uno de los buques-correo de Ultramar.

Pero ¿quién era José Tomás Boves? Si Bolívar era un señorito, un terrateniente, un ilustrado, fiel servidor de sus benefactores británicos, Boves no era nada de eso; era un honesto trabajador que las circunstancias lo llevaron a dejar su oficio de pulpero en los Llanos de Guárico, y a convertirse en jefe de los llaneros, con la única idea de combatir al tirano. Si cometió excesos, si mereció ser llamado por Bolívar la cólera del cielo vomitando rayos contra la patria, no pueden recibir la misma condena que los cometidos por el señorito Bolívar, que sin lugar a duda era la cólera del Infierno vomitando muerte sobre la Patria; pero es que, llegado el caso, demostró una misericordia que no cabía en la mente del libertador, y con su espíritu llanero, a pesar de ser asturiano de nacimiento, consiguió poner a raya a los terroristas de Bolívar.  

En este período la actividad militar del ejército patriota en el que, además de Boves, debemos reseñar la especial actuación de Francisco Morales y Francisco Rosete entre otros, acaba destruyendo la Segunda República separatista de Venezuela, cuyos generales, Santiago Mariño, José Félix Ribas, Rafael Urdaneta, y otros, con Simón Bolívar incluido, fueron sucumbiendo ante la acción de los ejércitos patriotas.

En esos mismos momentos (1813-1814), los llaneros de José Tomás Boves, derrotaban a los separatistas venezolanos comandados por Bolívar y Miranda. La acción de Boves, llevada más de forma personal que bajo una estricta subordinación al estamento jerárquico español, aplicó una feroz represión contra los insurgentes, lo que fue utilizado por la propaganda separatista en su contra y resulta de difícil defensa, pero en definitiva no era más que la réplica a la guerra a muerte proclamada por Bolívar al comienzo de su campaña. En esa acción, señala José Semprún Bullón, la lucha sin cuartel que se desarrolló:

Es usual la matanza de los jefes políticos y militares insurgentes que caen prisioneros, y la de casi todos los oficiales, y aun simples soldados. Aunque en ocasiones el jefe realista es generoso con los vencidos. (Semprún)

Generosidad que no tiene réplica en Bolivar. Y es que los métodos utilizados por Boves se vieron condicionados por la actividad del enemigo desde un principio, y esos métodos, forzosamente, fueron variando con el tiempo. Así, José Tomás Boves, en un principio, vio con buenos ojos la independencia y hasta celebró con alegría el avance de la Primera República; pero algunos comentarios sin  mayor importancia lo derivaron ante un tribunal que acabó condenándolo, con tan buena fortuna que, antes de llegar a ejecutarse la pena, tomó la ciudad de Calabozo el teniente general Eusebio Antoñanzas y Boves pasó a militar en el ejército nacional, donde desempeñó su empleo de oficial y encabezó una partida de caballería con la que iniciaría a causar estragos entre las tropas separatistas, trufadas en gran número por mercenarios ingleses.

El agente británico Bolívar, proclamó la Guerra a Muerte en la ciudad de Trujillo el 15 de junio de 1813 manifestando cómo sería su actuación: 

Españoles y canarios contad con la muerte aun siendo inocentes si no obráis decididamente en favor de la independencia americana. Americanos contad con la vida aun siendo culpables.

Pero ese decreto de la guerra a muerte no era nada nuevo; sencillamente se daba cuerpo de ley a lo que ya venía aconteciendo desde el 13 de Agosto de 1811 cuando otro agente británico, Francisco de Miranda, tomó Valencia por capitulación, tras lo que ordenó la ejecución a sablazos de los cabecillas sublevados; una actuación que traería graves consecuencias también para Bolívar. 

El tirano encontraría en Boves la horma de su zapato, que desde finales de 1813 conformó  un gran ejército con criollos, indios y negros con los que acometió acciones de gran osadía como la batalla de la Puerta, su primera victoria notable. Esas acciones no tardarían en convertirlo en el gran caudillo llanero que, conocedor de su entorno, fue conocido como la Bestia a caballo por sus adversarios ingleses y separatistas, y como Taita (voz infantil referida al padre) por sus tropas. 

Pero Boves debía sufrir las ejecuciones de los vencidos llevadas a cabo por ingleses y separatistas, a machetazos para ahorrar munición. Esas ejecuciones tuvieron un verdugo a destacar entre otros: Vicente Campo Elías, casi paisano de Boves, pues era riojano.

 El 14 de octubre de 1813 ambos se enfrentaron en Sabana de Mosquiteros, donde Boves recibió una terrible derrota de la que sólo sobrevivieron Boves y diecisiete soldados patriotas.

Acto seguido Campo Elías asoló Calabozo, donde la tradición cuenta que mandó asesinar a machetazos (para ahorrar munición), a más de 3.000 personas, la cuarta parte de la población, demostrando estar dispuesto a cumplir su juramento, que no era otro que acabar con todos los españoles y, luego, cuando no quedara ninguno, suicidarse para que no quedara ni uno solo de su raza…, incluidos los que no estaban comprendidos en el Decreto de guerra a muerte. 

El genocidio iba tomando cuerpo, y el número de muertos de Calabozo incluía la práctica totalidad de la partida de Boves, en número que se acercaba a los mil, de los cuales no eran europeos más de sesenta. 

Este hecho fue determinante para que el ejército de Boves comenzase a crecer espectacularmente. Los reclutados a punta de bayoneta con los que los “libertadores “ completaban el ejército británico que se enfrentaba a Boves aprovechaban la menor ocasión para desertar y engrosar las fuerzas nacionales, que veían en el enemigo un conglomerado de señoritos ansiosos por hacerse con las propiedades que la legislación española garantizaba a los indios. 

Los llaneros ante la tumba de Boves

Los éxitos de los Llaneros de Boves granjearon una fama que desde diciembre de 1813 llegó a ser titulado «general en jefe del Ejército Real de Barlovento«. Contaba con un ejército de 6.500 hombres (4000 de caballería, 2500 de infantería y seis piezas de artillería) que contaban sus actuaciones por victorias, todo lo cual lo condujo a hacer público un bando que vio la luz el 1 de noviembre de 1813 en el que llamaba al pueblo a tomar las armas en defensa del Rey, la Religión y la Santa Causa.

En defensa de esos principios, en enero de 1814, Boves había crecido su ejército hasta juntar más de 7.000 llaneros, con los que ocupó Calabozo al carnicero Campo Elías, que moriría pocos días después.

La reacción de Bolívar no se hizo esperar, y puso en funcionamiento su principal maquinaria de guerra: Entre los días 13 y 16 de febrero ordenó el asesinato de 1253 personas que se encontraban presos en las cárceles de Caracas… Naturalmente, a machetazos.

A finales del mismo mes, Rosete, un lugarteniente de Boves, derrotó al rebelde Arismendi, quien había aplicado los métodos de Bolívar en La Guaira.

Estas actuaciones, como no podía ser de otro modo, enervaban el ánimo de Boves, que en 1814 vio incrementadas sus fuerzas hasta los 20.000 soldados.

El 15 de junio de 1814, y mientras una parte del ejército marchaba contra Caracas, derrotó a los ejércitos unidos de Bolívar y Mariño, que no lograron rehacerse. Sitió Valencia, cuyos ocupantes, miembros del ejército que había decretado la “guerra a muerte”, pactaron la entrega de la plaza. Misteriosamente creyeron que Boves iba a ser más condescendiente con ellos de lo que ellos habían sido hasta el momento con los patriotas. Se equivocaron. Todos fueron pasados por las armas. Este hecho, que ni de lejos es equiparable a la acción de Bolívar, le granjearía la fama que al fin sería el argumento para deshacer su obra. 

En su avance espectacular, el 8 de julio de 1814 tomó Caracas, liquidó la segunda república venezolana y organizó un nuevo gobierno. Desconoció a Juan Manuel Cajigal, que había sido designado Capitán General de Venezuela, y asumió el mando con el título de «Comandante General del Ejército Español». 

Persiguió a los separatistas que huían y presentaron batalla en Barcelona, Cumaná y Urica donde fueron derrotados el 5 de diciembre de 1814. Pero la batalla de Urica sería su última victoria ya que sería herido de muerte. Tenía 31 años. Fue enterrado en la iglesia del pueblo de Urica.

El dominio de la provincia venezolana por parte de Boves fue tal que llegó a fletar un barco de guerra, el «General Boves», financiado con capital particular, y su grandeza se aprecia en su testamento de muerte cuando indica que solo deja un caballo, una espada y 300 pesos, que de hecho le adeudaba a don Juan Vicente Delgado quien había sido Teniente de Justicia en la Villa de Todos los Santos de Calabozo.

Allí nunca refirió que dejaba grandes tesoros producto de saqueo alguno; más bien dejaba como herencia a un pueblo el sagrado derecho a la defensa legítima en contra de sus opresores; esa es la máxima de enseñanza que dejaba este caudillo.

Pero las acciones victoriosas de José Tomás Boves quedarían sin producir fruto, y es que, por fin, en la Península se decidieron a enviar un contingente militar. Sería comandado por el masón Pablo Morillo que, a la vuelta de Fernando VII, fue impuesto en el cometido por los ingleses, en concreto por Wellington. A lo largo del mes de febrero de 1815 partió de Cádiz la expedición del ya nombrado general Morillo hacia Montevideo; la componían 10.400 hombres. Pero en alta mar, al abrir las órdenes, se observa que su destino había variado, debiendo dirigirse, no a Montevideo, donde existía resistencia separatista, sino a Venezuela, donde ya estaba controlada la situación. El motivo: controlar la supuesta represión desatada por Boves; lo que significó el arresto de unos y la defección de otros, que pasaron a engrosar las filas separatistas. 

Tras la muerte de Boves, Agustín Agualongo pasó a liderar una guerra de guerrillas que lo haría legendario.

Cesáreo Jarabo

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1 thought on “José Tomás Boves, el León de los Llanos”

  1. Convendría nos narraran con la misma precisión la batalla de Urica, que apenas la mencionan sin mas detalles. También debería explicarnos como es que los ingleses nunca tuvieron influencia en Venezuela después de la batalla de Carabobo en 1821. Creo que falta objetividad en el análisis de la historia vista desde ese positivismo

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