Inés Suárez, confundadora de Santiago de Chile

Si te gusta, compártelo:
La ciudad de Santiago de Chile en el siglo XVI

Nacida en Plasencia el año 1507, falleció en Santiago de Chile el año 1580.

Conquistadora que tuvo un papel esencial en la ocupación de Chile. Siendo miembro de la expedición de Pedro de Valdivia, fue cofundadora de la ciudad de Santiago, donde destacó como elemento clave en su defensa ante el asedio de los araucanos desarrollado durante el año 1541.

En el punto opuesto de Catalina de Erauso, que destacaría por sus fechorías a principios del siglo XVII, Inés Suarez era una mujer en todos los aspectos, y con aquella sólo compartía su habilidad en el manejo de las armas y su empuje ante el peligro.

Casada a los 19 años, su marido partió a América a poco de casarse, y no volvería jamás. Sólo tendría noticias suyas diez años después, desde Venezuela.

Su espíritu indómito la llevó a conseguir en 1537 algo inaudito: Licencia para embarcar rumbo a las Indias en busca de su marido, de nombre desconocido..

Fue informada que éste había partido al Perú, y allí marchó, siendo que cuando llegó el marido había muerto en la guerra civil que enfrentó a Almagro y a Pizarro.

Su condición de viuda por acto de guerra recibió una pequeña parcela de terreno, donde desempeñó funciones de encomienda, y a punto estuvo de entrar en un convento.

No llegó a hacerlo, pero se dedicó a atender a los soldados y a atender a la gente necesitada remendando ropa con un grupo de indias.

En este devenir, Pedro de Valdivia regentó otra encomienda vecina a la de Inés, y entre los dos nació un romance que no podía llegar al altar porque Pedro de Valdivia estaba casado y su esposa estaba en la Península.

Pero Inés era una mujer con empuje, y cuando a finales de 1539 partió Valdivia para la conquista de Chile, tuvo la suficiente habilidad para enrolarse en la tropa como sirviente doméstica.

Las circunstancias de la expedición pudieron resultar favorables para permitir que fuese contada entre los expedicionarios, y es que al principio no había voluntarios para la empresa. Sólo de apuntaron once soldados a caballo. Inés vendió sus propiedades y se hizo de montura y armas.

No tardaría en demostrar que esta iniciativa sería provechosa para la expedición cuando, formada la expedición, finalmente compuesta por ciento cincuenta soldados y mil porteadores, en el desierto de Atacama tuvo la habilidad suficiente para encontrar agua y para desarticular la sedición de la tropa creando una red de informantes, al tiempo de ganarse el afecto de la misma mediante el derroche de  arrojo y lealtad, discreción, sensatez y bondad.

Y toda esa actividad la adornaba con un espíritu femenino. Curaba heridas, se encargaba de preparar comida, y mantenía el sentimiento religioso. Siendo así, no es de extrañar  que entre quienes la rodeaban surgiese un gran sentimiento de adhesión.

Y es que, si en el uso de las armas podía compararse a lo que más de medio siglo después  haría la monja alférez, en el trato del amigo y del enemigo podía compararse a Malinche, compañera de Cortés, con la que acabaría compartiendo similar destino en la vida.

Pero siendo estas actividades de principal importancia, ha pasado a la historia por otro hecho principal: la defensa de Santiago ante el ataque araucano comandado por el toqui Michimalongo, que en 1549 se significaría como aliado comandando un cuerpo militar al servicio de España.

Este jefe araucano reconocería públicamente el valor de Inés Suarez, a quién hizo el presente de una “pluma mágica”, máximo símbolo del valor concedido a un guerrero.

Los hechos se produjeron el 9 de septiembre de 1541 mientras Valdivia se encontraba sofocando una rebelión lejos de Santiago.

Unos indígenas hostiles, cuyo número alcanzaba los 20.000 hombres, sitiaron Santiago, donde se hallaban presos siete caciques, provocando incendios que pusieron a la ciudad en situación crítica. El capitán Monroy, al mando de la ciudad, pretendía entregarlos para pactar tregua, cuando el día 11 iniciaban un asalto los indios, pero Inés dio muerte a los siete caciques, cuyas cabezas fueron lanzadas a las tropas enemigas, mientras se ponía al frente de las tropas, consiguiendo poner en fuga a los mapuches.

Pero una cosa es la acción militar, y otra la relación sentimental. Pedro de Valdivia fue sometido a juicio de residencia en 1549 por el virrey Pedro de la Gasca, , y en el mismo se sentenció que, ya casado con Marina Ortiz de Gaete, estaba obligado a abandonar su relación con Inés. Valdivia fue absuelto de todos los restantes cargos.

La situación se salvó casándola con Rodrigo de Quiroga, futuro gobernador, con el que tuvo un feliz matrimonio que duró treinta años, hasta su muerte.

Inés se dedicó a obras pías. No tuvieron hijos.

Cesárero Jarabo

Si te gusta, compártelo:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *