Tecuichpo Ixcaxochitzin, una de las hijas del emperador azteca Moctezuma II, es un claro ejemplo del mestizaje que acometió España en su gran epopeya en América. Tras enviudar por segunda vez, se convirtió al catolicismo, adoptando el nombre de Isabel, pero conservando el apellido de Moctezuma, para recordar sus orígenes.
Nació en torno a 1509, una más de los numerosos hijos de Moctezuma. Sabemos de ella a partir de 1520, cuando Hernán Cortés emprende la conquista del imperio azteca, junto con sus aliados indígenas, incluidos los tlaxcaltecas, la tribu mayoritaria.
Tecuichpo Ixcaxochitzin tuvo poca fortuna en sus cinco matrimonios, enviudando sucesivamente, desde su primer esposo, su tío Cuitlahuac, quien falleció a los pocos meses de contraer matrimonio. Le siguió el primo de su padre Moctezuma, Cuauhtémoc, último emperador azteca, quien murió en 1526, momento en que la princesa azteca decide convertirse al cristianismo.
Hernán Cortés, quien había prometido al emperador Moctezuma proteger a su hija, buscó a Isabel un nuevo marido, Alonso de Grado, dotando a la novia con una gran encomienda en Tlacopan.
Tras la muerte de su tercer esposo y fruto de una relación con Cortés, nacería un niña, Leonor, a la que Isabel nunca reconoció. Nuevamente se casa, con Pedro Gallego de Andrade, elegido por el conquistador extremeño. Engendraría un hijo, antes de enviudar por cuarta vez.
La propia Isabel escogió a su último esposo, Juan Cano de Saavedra, con quien al fin alcanzaría la estabilidad, formando una familia con seis hijos. Entre ellos, destacaron sus hijas Isabel y Catalina, que se hicieron religiosas, impulsando la fundación del convento más antiguo de la Ciudad de Méjico, el de la Concepción. Isabel de Moctezuma siguió el ejemplo de sus hijas, emprendiendo la creación de un convento agustino en la propia capital.
Entregó su alma al Señor, en 1550, no sin antes ordenar la liberación de los indios de su encomienda, y donar parte de sus bienes a obras de caridad.
Jesús Caraballo