El sacerdote Leandro Fernández López está presentando su cuadro Testigos de la Fe, una obra ordenada por la Delegación para las Causas de los Santos, ya que don Leandro estudió la carrera de Bellas Artes.
Destinado al Palacio Episcopal de Murcia, el cura explica a los periodistas la motivación para pintar el cuadro, cuyas medidas son de 200 x 130 cm.
Después de leerme sus biografías, quedé asombrado por su capacidad de sufrimiento y perdón, algunos de ellos tuvieron muertes muy crueles, pero es ahí donde se manifiesta el perdón y la gracia que todo lo transforman. Me puse a orar para tener un poco de luz a la hora de realizar la obra, decidí colocar a todos los mártires juntos, a pesar de que su martirio fue en lugares diferentes, excepto algunos, todos fueron asesinados por separado, quise ponerlos en el frente en el momento en el que van a ser martirizados, para ello seleccioné por parecido físico a un grupo de laicos de la parroquia, les dije que se imaginasen que eran los mártires y que estaban a punto de ser fusilados, que tenían que mostrar perdón y cada uno libremente eligió una postura que es la que aparece en la obra final. Quise que el cuadro fuera una catequesis del martirio, que se descubre con la explicación de la obra.
A los pies del siervo de Dios José Gómez Llor hay una vela encendida que hace presente la memoria del martirio: su recuerdo nos descubre que en el perdón se transforma la oscuridad del mundo
Las agencias de prensa recogerán que Testigos de la Fe representa a los 55 mártires murcianos en el momento en que van a dar la vida por Cristo. Situados en un campo de trigo, aclaran, donde la mies esta próxima a la siega, en un claro simbolismo.
Pero la semilla sembrada en buena tierra es el que oye la palabra y la entiende, y da fruto, y produce cien, sesenta, y treinta semillas por cada semilla sembrada (Mateo, 13:23).
MÁRTIRES EN MURCIA
Los mártires nos introducen en el luminoso horizonte de la auténtica humanidad, sus verdugos por el contrario, en las tinieblas del corazón humano. Los primeros nos edifican, los segundos nos obligan a repudiar sus malvadas acciones (Cardenal Angelo Amato)
ANTONIO FAÚNDEZ LÓPEZ.
Nacido en La Hiniesta (Zamora), el 23 de julio de 1907. A los 12 años ingresó en el Colegio Seráfico de Cehegín (Murcia), perteneciente a la provincia franciscana de Cartagena. Hizo su noviciado en Jumilla de 1923 a 1924 , emitiendo la profesión de votos perpetuos el 15 de agosto de 1928 en Orihuela (Alicante). Fue ordenado sacerdote el 8 de febrero de 1931 en el convento de Santa Ana de Orihuela, donde permaneció luego dos años. Después fue destinado como profesor de literatura al colegio Seminario Franciscano de Cehegín y fue director de la Juventud Antoniana.
El 11 de marzo de 1936, unos milicianos asaltaron el convento de Cehegín. Apurado por las circunstancias adversas, Antonio Faúndez se retiró al convento de Lorca y de allí para Altobordo donde estuvo predicando. Más tarde regresó a Cehegín, aunque finalmente tendría que buscar refugio en Orihuela y luego en Bullas (Murcia), en la casa de José García Pascual.
Tarde del 11 de noviembre de 1936: vienen los milicianos a Bullas y sacan a Antonio de la casa con el pretexto de conducirlo al comité. Sabiéndose en peligro de muerte, el sacerdote pide que le dé absolución el padre Fermín García, hijo del dueño de la casa. Una vez en la calle, dándose cuenta a dónde es conducido realmente, comienza a gritar «Viva la Virgen del Rosario» y «Viva Cristo Rey». Alcanzado por los disparos, muere mártir por las calles de Bullas.
BUENAVENTURA MUÑOZ MARTÍNEZ
Baltasar mariano Muñoz Martínez nació el 7 de diciembre de 1912 en Santa Cruz, en Llano de Brujas (Murcia). Ingresó en el seminario a los 14 años de edad en el Colegio Seráfico de Cehegín y en 1930 inició el noviciado en el convento de Santa María La Real de las Huertas de Lorca, haciendo suyo el nombre de Buenaventura.
En abril de 1931 tuvo que alejarse por primera vez del convento y regresar con su familia al producirse las primeras turbulencias en la zona. La situación fue recrudeciéndose hasta que el 24 de julio de 1936 se vio obligado a abandonar definitivamente la casa conventual.
Primeras horas del 4 de septiembre de 1936. Buenaventura es arrestado en su casa junto a Pedro Sánchez Barba. Su cuerpo ensangrentado es recogido por sus hermanos algunas horas después en la carretera que conduce a Espinardo, cerca del lugar llamado Cuello de la Tinaja (Murcia).
PEDRO SÁNCHEZ BARBA
Vino al mundo el 1 de julio de 1895 en Llano de Brujas (Murcia). Recibió la ordenación presbiteral en 1919 en el seminario de San Fulgencio de Murcia.
Sus primeras encomiendas fueron de ecónomo del seminario, administrador del periódico católico La Verdad y animador de la Confederación Católica Agraria. En 1931 fue designado párroco de San Bartolomé, en Murcia, donde fundó varias asociaciones laicas, entre ellas la Acción Católica.
Cuando comenzaron a hacerse frecuentes los atentados contra las iglesias y las casas religiosas, el padre Pedro montó muchas veces la guardia nocturna junto a otros jóvenes de Acción Católica, con el propósito de preservarla de un posible incendio.
Noche entre el 3 y el 4 de septiembre de 1936. Don Pedro es detenido por los milicianos en la casa paterna, junto a su hermano Fulgencio, que en vano había intentado protegerlo con una mentira. Conducido al lugar de su inminente martirio junto a su hermano Fulgencio y a fray Buenaventura Muñoz Martínez, son invitados a declararse como fascistas, pero el murciano respondió:
De fascistas no tenemos nada, de mí como sacerdote hagan lo que quieran, mas liberen a mi hermano, para que cuide de mi madre enferma, es su único apoyo.
En aquel momento se descerraja una primera descarga de disparos que hieren gravemente a los tres prisioneros. Solo Fulgencio sobrevive milagrosamente, siendo testigo privilegiado del martirio de los otros dos siervos de Dios.
FULGENCIO MARTÍNEZ GARCÍA
Nació en Ribera de Molina (Murcia) el 14 de agosto de 1911. Siguiendo el ejemplo de su tío Jesús García García, Fulgencio entró en el colegio seminario de San José de Murcia como alumno interno, y siendo seminarista ingresó en la Tercera Orden Franciscana.
El 15 de junio de 1935 fue ordenado sacerdote, siendo su primer encargo la rectoría de La Paca, en el campo de Lorca (Murcia).
18 de julio de 1936. El padre Fulgencio es conducido a la cárcel de Lorca, donde lo declaran prisionero político. El 28 de septiembre es transferido a la Iglesia de San Juan de Murcia, transformada en cárcel, para ser juzgado por un tribunal popular. La condena es a muerte con la acusación de haber afirmado: «Ha caído el gobierno de los traidores«.
3 de octubre. Fulgencio se enfrenta al martirio con serenidad y ofrecer la vida por Cristo.
«No sufran por mi muerte, porque me siento muy honrado de morir por la causa de Cristo. Alegre y contento voy a la muerte, ofreciéndola en reparación de mis pecados y para que pronto termine este luto que está ensangrentando la España. Que esta sangre derramada sea semilla de buenos cristianos y méritos para la regeneración espiritual de la patria». (Carta a sus padres, fechada el 4 de octubre).
4 de octubre de 1936. El sacerdote es conducido al campo nacional de tiro de Espinardo (Murcia). Se niega a que le venden los ojos. Situado frente al pelotón, grita sus últimas palabras:
Viva Cristo Rey y viva la España Católica.
FRANCISCO DE HARO MARTÍNEZ
Nació el 28 de noviembre de 1886 en Mazarrón. El 4 de agosto de 1912 fue ordenado sacerdote en Almería, donde sirvió durante once años. También fue capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados; de las Hermanitas de los Pobres y prefecto de Disciplina del Sínodo Diocesano de 1929, año en que fue nombrado vicesecretario de la Asociación de la Buena Prensa.
Primeros días de la sublevación militar. Francisco es detenido en la casa en la que vive con su madre.
Era una persona íntegra y en defensa de la Religión, en varias ocasiones se enfrentó en el Paseo del Príncipe con los integrantes de la horda roja, manifestando que cuanto más persiguieran la sotana, más se honraría en llevarla (Francisco Roda Rodríguez).
Su cadáver es encontrado en el Pozo de la Lagarta, en Tabernas, con huellas de tortura.
VICENTE MONTSERRAT MILLÁN
Vicente Monserrat Millán nació en Lorca el 6 de enero de 1904 Ingresó en el Seminario San Fulgencio de Murcia a los diez años, donde cursó Latín, Humanidades y Filosofía. Debido al trabajo de su padre, tuvo que trasladarse a Almería, donde continuaría sus estudios en el Seminario de allí.
El 2 de junio de 1928 fue ordenado sacerdote, pasando a ser coadjutor de Cantoria durante tres años. En 1931 se instaló en Huesca, para llevar la capellanía de Villanueva de Sigena.
1 de agosto de 1936. El padre Vicente es detenido, trasladado a La Almolda, en Zaragoza, y en el cementerio de este lugar, asesinado con diez disparos y una puñalada. Sus restos serían exhumados y trasladados a Lorca el 3 de junio de 1939.
TESTIGOS DE LA FE
El cuadro Testigos de la Fe representa a los 55 mártires murcianos durante la persecución religiosa española justo un momento antes de dar la vida por Cristo. En el centro se encuentra José Gómez Llor, con los brazos abiertos, en actitud de perdón. Junto a él, cogiendo una cruz en alusión a los padecimientos que sufrió en su martirio, está Sotero González Lerma, y junto a él aparece Purificación Gómez Valiente con unas flores en la mano y un reloj en el que se marca la hora nona, la hora de la muerte de Cristo.
En el lado derecho hay cuatro seminaristas mártires, tres con fajín verde y el cuarto morado: José Espinosa Martínez (seminarista de Alquerías). Por su parte, Antonio García aparece de rodillas llevando una cartulina con la frase de San Pablo Si morimos con Cristo; viviremos con Él. Y el de la derecha de Llor es Francisco Martínez García, quien está mostrando una estampa de la Virgen de la Consolación, patrona de Molina de Segura, que portaba cuando dio su vida por Cristo en Tribaldos (Cuenca).
Todos los demás mártires aparecen distribuidos por el campo de trigo. Al fondo, en el horizonte, se vislumbra la ciudad de Murcia: está amaneciendo, con la torre de la catedral emergiendo a lo lejos, y bajo el monumento al Sagrado Corazón de Monteagudo aparece Francisco Martínez García, que fue el que promovió su construcción.
Ricardo Aller
La fotografía no corresponde a don Leandro Fernández López, si no a don Jorge López Teulón