Al grito de Viva España,
desde los muros de esta ciudad,
a la ingrata Manigua
cincuenta mil hombres
se han visto marchar.
¿Cuándo volverán?
Sólo Dios lo sabe.
¿Cuántos morirán en aquella
tierra tan infame?
Con qué sentimiento
a sus madres dejan,
y ellos en cambio
que entusiasmo llevan.
No lloréis por nosotros, decían,
madres del alma,
que vamos a defender
la gloriosa honra
de nuestra España.
Y si los insurrectos nos matan,
podéis llorar.
¡Viva España con honra!, se oyó gritar
en el sordo rugido del ancho mar.
Viva nuestra España
grandiosa y valiente,
que ante que deshonra
prefiere la muerte.
Viva la nobleza
del pueblo español,
y los soldados heroicos
que allí pelean por nuestro honor,
sepan que por su victoria
latiendo está nuestro corazón.
Antonio Rodríguez Martínez (Coro «Los Claveles», 1896)
EL PERSONAJE
José María Toral Velázquez nació en Mazarrón (Murcia) el 13 de agosto de 1832 , siendo bautizado en la iglesia de San Antonio de Padua e inscrito con los nombres de José María Isidoro Casiano Antonio. Su padre Francisco Toral Delgado, alférez de caballería, solicitó su ingreso en el Colegio General Militar de Toledo cuando cumplió quince años. Filiado como cadete el 24 de enero de 1849, fue promovido a subteniente de Infantería dos años después y destinado al Regimiento de Infantería Gerona n.º 22, de guarnición en Madrid, pasando después al de la Reina n.º 2.
9 de marzo de 1854. Toral solicitó ser trasladado a Cuba, lo que llevaba aparejado el ascenso a teniente, y a su llegada a la isla fue destinado al Regimiento de Infantería del Rey n.º 1, en Puerto Príncipe, teniendo que sofocar al poco un pequeño levantamiento en la provincia de Oriente.
En 1857 pasó al Regimiento de Infantería Cuba nº 14, en Pinar del Río, y en 1858 al de Zaragoza nº 8, en Matanzas.
En 1860 solicitó destino al Tercio de la Guardia Civil de Cuba, estando primero al frente de la guarnición de Coliseo, después en la de Unión de Reyes, y por último en la de Colón, donde, el 15 de marzo de 1864, fue arrestado y encarcelado en el castillo de la Cabaña, en La Habana, y poco después procesado por su presunta implicación en un asunto de trata de negros. En julio del mismo año, tras serle denegado el ascenso a capitán, fue puesto a disposición del Tribunal Supremo de Justicia y trasladado a la Cárcel de Corte en Madrid.
En noviembre de 1866 causó baja en el ejército, en mayo de 1868 se decretó su libertad provisional y el 5 de marzo de 1869 fue absuelto de los cargos que se le imputaban, lo que le valió ascender a capitán, con efectos retroactivos. De forma inmediata se le concedió el grado de comandante, en aplicación de la gracia general concedida a los militares con motivo de la Revolución de Septiembre de 1868, quedando en situación de reemplazo en Madrid, donde, en el mes de julio, contrajo matrimonio con Felisa Costa Vicente.
En enero de 1871, Toral fue nombrado ayudante de órdenes del director general de caballería, y al año siguiente fue destinado al Batallón de Reserva de Salamanca antes de solicitar el regreso a Cuba, donde se había iniciado la Guerra de los Diez Años.
CUBA, UN VIAJE DE IDA Y VUELTA
1872. Al mando de una compañía del Batallón de Cazadores San Quintín n.º 4, José María Toral combatió la insurrección en la provincia de Oriente, siendo recompensado con la Cruz roja del Mérito Militar.
A finales de ese año fue nombrado ayudante de campo, primero del brigadier Francisco Méndez Berregassi, comandante general de Holguín y luego de Adolfo Morales de los Ríos, quien lo puso al frente del Batallón de Cazadores de Reus cuando, en el verano de 1873, se comenzó a operar en Tunas.
En septiembre causó baja de nuevo en el ejército de Cuba y, a su llegada a la Península, pasó a las órdenes del brigadier Cipriano Carmona, quien combatía contra los cantonalistas de Cartagena. El 14 de enero de 1874, al mando de la vanguardia, asaltó y tomó el castillo de la Atalaya, lo que le valió el ascenso a comandante.
Pero es durante la Revolución Cantonal cuando el castillo del Atalaya adquiere su mayor protagonismo, los cantonales lo rebautizan como «El Castillo de la Muerte», dada su importancia estratégica y su certera puntería. Durante los seis meses de vida del Cantón de Cartagena, este castillo realizo 2.039 disparos con sus 24 piezas. (https://listaroja.hispanianostra.org/ficha/castillo-de-la-atalaya/).
Tras el episodio de Cartagena, el mariscal de campo Morales de los Ríos le reclamó para el Ejército del Norte, al que se incorporó cuando el general Serrano inició las operaciones para levantar el sitio de Bilbao, cercado por las tropas carlistas. Su intervención en el combate de San Pedro de Abanto, en marzo de 1874, le valió el grado de teniente coronel, y por el conjunto de operaciones en Navarra otra Cruz roja del Mérito Militar.
En febrero de 1875, se le confió el mando del Batallón Provincial de Jaén n.º 1, con el que combatió a las facciones carlistas en la cabecera del Tajo, copando una importante partida en Olmeda de Cobeta, acción que le valió el ascenso a teniente coronel y la vuelta al Ejército del Norte, con quien participó en las operaciones emprendidas en el País Vasco durante el verano y otoño de 1875, por las que se le concedió el grado de coronel y una tercera Cruz roja del Mérito Militar.
A la conclusión de la Guerra Carlista formó parte de diversos regimientos(Infantería Córdoba n.º 10, Batallón de Depósito de Zafra n.º 89, Regimiento de Infantería Sevilla n.º 33, en Madrid y Batallón de Cazadores Barcelona n.º 3), ganándose el ascenso a coronel en 1884.
En 1889, con cincuenta y siete años, ascendió a general de brigada, siendo nombrado gobernador militar de Jaca.
En 1891 pasó a desempeñar el Gobierno Militar de Huesca y posteriormente en Málaga, donde dirigió el embarque del material y municiones destinadas al cuerpo de ejército que operaba en Melilla. Al término de la campaña melillense, fue nombrado jefe de la brigada que guarnecía Badajoz, y en octubre de 1895 solicitó el traslado al Ejército de Cuba, asolada por la insurrección iniciada en febrero de aquel año.
EL ÚLTIMO GOBERNADOR DE CUBA
Nada más llegar a la isla, el capitán general Martínez Campos le envió a mandar la brigada estacionada en Victoria de las Tunas, con la que participó en numerosos combates contra los insurrectos de Oriente. En mayo de 1896, el nuevo capitán general, Valeriano Weyler, le nombró gobernador militar y jefe de la brigada de Santiago de Cuba, a cuyo frente sostuvo continuos encuentros con los rebeldes en las estribaciones de Sierra Maestra.
En abril de 1897 fue trasladado a la Brigada de Guantánamo, con la que participó en la acción de Pozo Azul, siendo recompensado con el ascenso a general de división.
La tropa española, cuyo grueso estaba formado por un batallón del Regimiento de Granada, había sido hostilizada el día anterior por los cubanos. La misma se presentó frente al campamento mambí a las 06:30 horas del 23 de septiembre de 1895. La guardia de avanzada de la posición insurrecta rompió fuego contra el enemigo, conjuntamente con una parte de la escolta del mayor general Serafín Sánchez, al tiempo que una sección de infantería, con 25 hombres, era enviada a emboscarse en el camino de Manacas a Las Varas para retardar lo más posible el avance de los colonialistas.
El mayor general Sánchez, con su Estado Mayor, el resto de su escolta y el Regimiento Honorato, ocupó el flanco derecho del camino de Las Varas, pero la superioridad numérica del adversario le obligó a retirarse, herido en ambas piernas, junto con el jefe de su escolta, capitán Ruperto Pina.
En medio de esta compleja situación, alrededor de las 08:00 horas arribaron al lugar de la acción la 1ra y 2da brigadas de la 1ra División, con sus respectivos jefes, brigadier Joaquín Castillo y coronel Pedro Díaz, citados para este punto por el mayor general Carlos Roloff, por lo que llegaron a tiempo para tomar parte en el combate, arremetiendo por el flanco izquierdo.
En esta acción el elemento fundamental fue el empleo de la infantería, pues la caballería se veía muy limitada debido a las condiciones del terreno. El éxito hubiera sido mayor si se hubiera contado con más infantes, porque ante la llegada de las nuevas fuerzas insurrectas el enemigo se retiró y los libertadores no pudieron perseguirlo.
El combate duró cuatro horas y 30 minutos, y se caracterizó por un nutrido fuego por ambas partes. Las bajas españolas fueron 124, entre muertos y heridos; las cubanas consistieron en seis muertos, entre ellos un oficial, y 33 heridos de los cuales cinco eran oficiales, así como tres caballos muertos, entre estos el del mayor general Serafín Sánchez.
(https://www.ecured.cu/Combate_de_Pozo_Azul_(1895)
El 15 de febrero de 1898 sucedería un hecho que lo cambiaría todo: el acorazado estadounidense Maine explotó. Aquel suceso dio el casus belli necesario a Estados Unidos para declarar la guerra a España por considerar que había provocado la explosión del buque. El gobierno español lo negó rotundamente y solicitó que una comisión internacional neutral investigase el caso, pero Estados Unidos se negó y mantuvo la declaración de guerra.
En cuanto a Toral, fue nombrado gobernador militar y jefe de la brigada que guarnecía Santiago, teniendo que afrontar una tensa situación con los sublevados de Calixto García, que actuaba en la zona de Sierra Maestra. Su actuación fue tan destacada que el general Arsenio Linares, jefe de la División de Cuba, le concedió la Gran Cruz roja del Mérito Militar.
1898
18 de mayo de 1898. A la semana de recibir dicha condecoración, la flota estadounidense bloquea la bahía de Santiago, donde se hallan fondeados los barcos del almirante Cervera, y comienza a bombardear los fuertes que protegen la bocana.
22 de junio. El general Shafter, al frente de 16.887 oficiales y soldados del V Cuerpo de Ejército, desembarca en las playas de Daiquirí y Siboney, al este de Santiago.
25 de junio. El capitán general Ramón Blanco decide reorganizar la guarnición de la isla, creando el IV Cuerpo de Ejército, bajo el mando de Linares, siendo Toral el jefe de la División de Cuba. El mismo día, las tropas de William Rufus Shafter, tras decidir Linares replegar todas las suyas a las inmediaciones de Santiago, instalan su base de operaciones a unos diez kilómetros de la ciudad.
Amanecer del 1 de julio. Cinco mil soldados estadounidenses, apoyados por cuatro piezas de artillería, atacan la aldea de El Caney, posición avanzada defendida por cuatrocientos hombres mandados por el general Vara de Rey. Su enconada resistencia posterga hasta el mediodía el asalto por otros ocho mil soldados de la posición de las Lomas de San Juan, a menos de un kilómetro del linde urbano y defendida por otros quinientos españoles. Hacia las 14:00, cae San Juan y a las 15:00 lo hace El Caney. Poco después, Linares resulta herido y debe abandonar su puesto de mando, ubicado en Canosa.
«Durante la guerra, el general de división Arsenio Linares resultó herido y Toral tomó posesión de ese cargo. Más tarde fue general de división y coordinador militar. Fue entonces cuando intervino y coordinó todas las fuerzas. De hecho, vivió el peor momento de la guerra, ya que las tropas españolas comenzaron a pasar calamidades por la situación en la que se encontraban.
(Juan Romera, José Toral y Velázquez. Aproximación biográfica)
La situación obliga a Toral, que hasta el momento ha permanecido en la sede del Gobierno Militar, a hacerse cargo del mando. El gobernador está dispuesto a resistir mientras sea lógico hacerlo y envía un telégrafo al general de brigada Félix Pareja Mesa pidiendo el envío urgente de refuerzos a la sitiada ciudad, pero la armada norteamericana ha cortado los cables de telégrafo a Guantánamo.
Por la tarde, los atacantes no logran avanzar, ni tampoco al día siguiente, pero sí consiguen apoderarse del embalse que abastece de aguas a la ciudad.
3 de julio. Cervera recibe orden de zarpar y todos sus barcos son hundidos a la salida de la bahía.
Ese mismo día, Shafter, al tiempo que solicita permiso de Washington para replegarse, reclama la rendición a Toral, amenazándolo con bombardear la ciudad con una artillería de la que carecía. El mazarronero, desconocedor de dicha circunstancia y consciente de la escasez tanto de agua como de víveres y la nula posibilidad de ser auxiliado, acepta, suspende las hostilidades y negocia la capitulación. Toral exigió a los norteamericanos que utilizaran la palabra capitulación en vez de rendición y que a sus hombres se les permitiera conservar y portar sus armas, a lo que el estadounidense accedió.
Pasaron mucha hambre y penurias. Después de barajar todas las posibilidades, y tras recibir varias amenazas de los norteamericanos con bombardear las capitales de Las Antillas, Toral pidió permiso al Gobierno para obtener las mejoras condiciones de cara a la rendición. Él era consciente de que ya no se podía seguir luchando. El motivo que llevó al militar a la rendición fue salvar las miles de vidas de personas que se encontraban en Las Antillas. Por eso fue un héroe (Juan Romera).
13de julio. El capitán general autoriza a Toral a firmar la capitulación de su división, pero vetó la de la de Manzanillo.
Uno de los grandes logros de Toral, además de salvar vidas, fue acordar que los soldados supervivientes desembarcaran en los puertos más próximos a sus casas (Juan Romera).
17de julio. Se arría la bandera de España en Santiago.
El 31 de agosto José María Toral embarcó hacia la Península, quedando en situación de cuartel en Madrid. Su llegada a España estuvo plagada de acusaciones por el colapso del ejército español en Cuba y de haber entregado pasivamente la ciudad a los norteamericanos, teniendo que soportar manifestaciones públicas, algunas de ellas muy violentas, como las que tuvieron lugar en la ciudad de Vigo. Llegó incluso a ser apedreado por la multitud.
Procesado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina junto con los restantes mandos de la División de Cuba, fue defendido en el juicio por Julián Suárez Inclán. Finalmente se le declaró libre de culpa en agosto de 1899, y solicitó fijar su residencia en Murcia.
Aquejado de una grave depresión, terminó internado en la planta psiquiátrica del Hospital Militar de Carabanchel, donde falleció el 10 de julio de 1904, un mes antes de cumplir setenta y dos años.
De lo que no cabe duda es de que salvó miles de vidas, a pesar de que los españoles lo perdiéramos todo en aquella guerra (Juan Romera).
Ricardo Aller
Siempre entre mis, primos cubanos, se habló de la crueldad de las tropas españolas ,en especial ,la etapa del.General Weiler,quien llegó a cercar con alambre un enorme campo de concentracin en el centro de Cuba, donde metieron a miles de cubanos ,que eran sospechosos de apoyar a los mambises( soldados cubanos rebeldes) y que daban agua y alimentos a los rebeldes.De ese modo , encerrados en ese enorme campo de concentración, murieron de sed , de hambre .